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Similitudes y contrastes de los festivales de cine latinoamericano representados en Lebu 2014 Ficil Biobio alberga a cineastas, productores, actores y distribuidores de la industria

Similitudes y contrastes de los festivales de cine latinoamericano representados en Lebu 2014

Guanajuato, La Habana, Santo Domingo y Santa Cruz de la Sierra, son los nombres de los festivales latinoamericanos, también destinos desde los que arribaron sus organizadores hasta la capital de la provincia de Arauco esta semana .Aunque manejen diferentes presupuestos y jerarquías para sus muestras, lo que los enlaza es la permanente búsqueda de material cinematográfico, conocer a nuevos talentos detrás de las cámaras, palpar la realidad fílmica de Chile y fortalecer los lazos entre los realizadores del continente.


El viento baja implacable sobre la bahía de Lebu, dirigiéndose a estrellarse contra el Océano Pacífico. Durante los últimos días, ese encuadre de mutismo y tranquilidad ha variado en forma radical con la presencia de cuatro representantes de la industria del séptimo arte que se desperdiga al sur del Río Grande. Unos más importantes que otros, el cuarteto se distingue por una característica esencial: juntos, son capaces de impulsar los rumbos por los cuales caminarán los realizadores latinoamericanos en, por lo menos, los próximos cinco años.

Una de esas figuras que puede impulsar con mayor fuerza esos cambios audiovisuales se llama Sara Hoch, una ciudadana estadounidense que reside legalmente en México hace 40 años –de ahí su correcto y coloquial uso del castellano–, que estudió en su juventud relaciones internacionales y que tiene como gran motivo en su vida profesional sacar adelante el GIFF, el Festival Internacional de Cine de Guanajuato, una instancia que ella misma ayudó a fundar: el principal evento de la cinematografía azteca y de esta parte del mundo, de acuerdo a Google y a un sector importante de las plumas críticas influyentes a nivel hispanoamericano.

Directora del Festival de Guanajuato Sara Hoch con el director de cine Warren Arenosky

Directora del Festival de Guanajuato Sara Hoch con el director de cine Darren Aronofsky

“Hace unas tres temporadas que, debido a la calidad y cantidad de películas que recibimos entre largometrajes, cortos y documentales (3.400 filmes originarios de 111 países en 2013), es que pasamos a convertirnos en la muestra filmográfica de mayor valor técnico y artístico de México. Ahora, no lo digo solamente yo, sino que un par de sitios y portales muy respetados en esta área… Pero la razón no es sólo la decadencia de competencias antiguamente prestigiosas como la de Guadalajara, el fenómeno responde sobre todo al sostenido trabajo de producción y selección que hemos venido realizando desde que inauguramos el encuentro”, afirma Sara Hoch, quien el lunes pasado, con sólo dos mensajes en la red social Twitter, desató el revuelo diplomático por el intento de censura que la agregada cultural de México en Chile, Beatriz Cervantes, gestionó sobre el Ficil Biobío, para impedir la exhibición de dos filmes políticos rodados en el país del norte: Colosio, el asesinato (2012), y Tlaltelolco, verano del 68 (2013).

Inauguración del Festival Internacional de Cine de Guanajuato

Inauguración del Festival Internacional de Cine de Guanajuato

Los números refrendan la visión que la poderosa gestora cultural tiene acerca del GIFF, un festival con alfombra roja y una soberbia puesta en escena en el Teatro Juárez, un imponente edificio que data del siglo XVIII. Este encuentro cuenta con un presupuesto operativo que sobrepasa los US$ 2 millones, y durante la semana postrera de julio en que se organiza, la capacidad hotelera de Guanajuato y la cercana localidad de San Miguel de Allende lucen completamente agotadas: de los 31 restantes estados mexicanos y provenientes de 50 países, asisten a sus funciones unos 120 mil cinéfilos por lo bajo. Además, a sus distintas versiones han asistido realizadores de la estatura de Tim Burton, Oliver Stone, Spike Jonze, Gaspar Noé, Eliseo Subiela y Darren Aronofsky.

 En la búsqueda de la profesionalización

boliviano

Alejandro Fuentes Arze director del Festival Internacional de Cine de Santa Cruz en Bolivia

En contraste, Alejandro Fuentes Arze (56), director del Festival Internacional de Cine de Santa Cruz en Bolivia, licenciado en comunicación social y con estudios de posgrado en Estados Unidos, se sitúa al revés de la exitosa Sarah Hoch, en una posición de búsqueda, de aprendizaje en el oficio, que le permita engrandecer las sesiones que con tanto esfuerzo logró poner en marcha desde noviembre de 2001, la primera temporada en que se llevó a cabo la cita que hoy por hoy es la punta de lanza de la incipiente actividad cinematográfica en el Altiplano.

“En Bolivia sólo se facturan dos o tres películas de categoría internacional, el resto de las producciones sirve nada más que para exhibirse en nuestras salas. Entonces, la meta de la industria de mi país, en estos días, radica en llegar a formar una generación de directores que acompañen a Rodrigo Bellott, Marcos Loayza, Tomás Bascapé, que nos permita alcanzar a medios como el paraguayo, el peruano, y de ahí entrar a disputar con las cintas chilenas y argentinas. El objetivo de esta coyuntura va dirigido a promover el desarrollo del cine en la República”, observa el también profesor de la Universidad Autónoma Gabriel René Moreno.

Consciente de la debilidad en términos de contenidos de las carteleras de país, Alejandro Fuentes está orgulloso de que en cinco años pudo transformar el festival de Santa Cruz, igualmente conocido como FENAVID, en el más destacado del circuito nacional. Éste tiene un costo inmenso si se analizan las precarias condiciones en que se realiza: US$ 1 millón, y una capacidad de reunión artística que en su última celebración trajo a su pantalla 640 trabajos, incluidos en ese recuento largometrajes, documentales y cortos.

De la mano de esos recursos financieros y técnicos, el comité a cargo de su diseño despliega talleres del tipo “Proyecto Santa Cruz 100 x 100”, un programa que valiéndose de mesas redondas y charlas, congrega a cien cineastas en un centenar de horas cronológicas. En esa línea, Fuentes cultiva la disposición a recibir películas que omitan entre sus características el ser premieres, con el propósito de cerrar sus listas de presentaciones, y de esa manera enriquecer su oferta a las audiencias locales.

 Por la unión de los realizadores hispanoamericanos

 En una vereda intermedia a los dos perfiles descritos, se ubica la posición de Ramón Samada Suárez, un ingeniero industrial que es el vicepresidente del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC), la institución que entre sus funciones de Estado debe levantar las cuatro muestras que tiene bajo su responsabilidad el poder central de la isla: el famoso Festival de La Habana; el de Cine Pobre en Jíbara (un encuentro que es “hermano” del Ficil Biobío), en Holguín; el internacional Santiago Álvarez de documentales; y el de jóvenes realizadores.

“Una de las misiones de la Revolución es el crecimiento del arte en Cuba, de su cine. Y si yo estoy aquí, tan lejos de mi tierra, en este lugar tan hermoso, con viento y frío, es porque nos interesa colaborar, rastrear películas, asesorar a la gente de Lebu, aprender y perseguir la unidad de los cineastas hispanoamericanos: nos enlaza el que fabricamos eventos de bajos presupuestos, pero ricos en calidad estética”, afirma una de las autoridades en la vertebración de políticas culturas en el campo fílmico del gobierno de La Habana.

 La función social del celuloide

dominicano

Omar De La Cruz director de Cine Global Dominicano

Omar De La Cruz, por su parte, director de Cine Global Dominicano, maneja la idea de festival acorde al que él organiza en Santo Domingo, la capital de la República Dominicana, como una plataforma que tiene su razón de ser en acercar el séptimo arte a las nuevas generaciones de su nación y el continente. Las exhibiciones de este ciclo se celebran de forma simultánea, en cinco ciudades, a las que se agregan rotativos en la golpeada Haití.

“Durante 10 días tratamos de cubrir la geografía nacional con cine independiente, cine de autor, cine diferente. Las ideas de las películas son que tengan un mensaje de unidad, sobre familia, de desarrollo, en contra la violencia hacia la mujer, sino que a favor del desarrollo de ésta, de la niñez”, explica De la Cruz.

Cine Global es uno de los festivales de mayor renombre en Centroamérica y el Caribe, y la del año pasado fue su octava versión.

“Tenemos una ley de Estado que ha logrado el consenso dentro de todos los estamentos que conforman la República Dominicana: el social, el político y el económico. Es decir, por primera vez en la historia común estamos de acuerdo los ciudadanos en el desarrollo de la industria cinematográfica del país, lo que nos da nuevos empleos, nuevas visiones. Se muestra una perspectiva más amplia de lo que es el mundo exterior y a la vez nos permite mostrar nuestra cultura mediante el lenguaje de las imágenes. De manera que considero que el cine ha sido nuestro campo de unión, los que nos hacía falta dentro de la culturam de nuestra patria grande continental”, cierra emocionado el funcionario.

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