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Atom TM, el músico electrónico que desconfía de la industria musical y apuesta por una actitud menos light El sábado se presentó en el Festival Neutral que tuvo lugar en el GAM

Atom TM, el músico electrónico que desconfía de la industria musical y apuesta por una actitud menos light

Es considerado como uno de los más prolíficos y talentosos músicos de la electrónica mundial de las dos últimas décadas. Su trayectoria musical es casi inimaginable. Con más de 25 años de vida artística, su sello ha sido multiplicar sus alteregos y cultivar y remezclar una diversidad de géneros musicales. Se dice que es el padre del electrolatino, el electrogospel y el acitón (acid-reggaetón).


Uwe Schmidt es su nombre real, pero artísticamente es el hombre de los mil alias (tiene más de 70). Hoy por hoy se hace llamar Atom TM, aunque dentro de su carrera musical se ha presentado como Lassigue Bendthaus, Atom Heart, Lisa Carbon Trio, Atomu Shinzo, Señor Coconut, entre muchos otros.

Vino al Festival Neutral a presentar su último disco «HD» (Raster Norton), que él define como “meláncolico y pop”, y que cuenta con una impresionante lista de colaboradores: Jamie Lidell, Alva Noto, Marc Behrens y Jorge González. Su show es toda una propuesta audiovisual que transita entre lo experimental y el pop. De paso, el 9 de marzo acompañará a González en la presentación de “Corazones” en el Municipal.

Pero este aclamado músico de nacionalidad alemana -que a esta altura es un ciudadano del mundo (después de Chile parte a Japón, luego una gira por Europa pasando por lugares tan diversos como España, Italia Francia hasta Finlandia y Ucrania)-, algo de chileno se le ha pegado.

 El vínculo con Chile

La relación con nuestro país se remonta a 1996 cuando, proveniente de Francfort, llegó a tocar por primera vez al Planetario. En la segunda ocasión que visitó nuestro país se presentó junto con Ricardo Villalobos, chileno exiliado en Alemania, quien daba sus primeros pasos y que con el tiempo llegó a convertirse en nombre imprescindible en la escena electrónica musical a nivel mundial.

Ya en 1997 se radicó en nuestro país, tuvo una hija (con la tecladista Cecilia Aguayo, ex Los Prisioneros y Jardín Secreto) y encontró en Chile una nueva inspiración. Cuenta que nuestro país era un lugar tranquilo para poder descansar y le producía un cierto vacío para generar nuevas ideas.

atomneutral

Atom en el Gam
Foto: Gentileza Quemasucabeza

Fue así que por esa época formó el Sr. Coconut and His Orchestra y reversionó el chachachá, el mambo y la cumbia en el disco «El gran baile» (1997). Conjuntamente Jorge González y Martin Schopf (su amigo que lo trajo por estos lares), inspirados en sus ideas, lanzaban «Gonzalo Martínez y sus congas pensantes», un disco de cumbias electrónicas. El plan inicial era que se uniera al disco, pero al final no resultó el trío en la creación. Sin mayor conciencia de lo que estaba pasando, se adelantaban a su tiempo, reversionando ritmos tropicales, en particular la cumbia.

Confiesa que la cumbia es uno de los pocos estilos de música latina que le gusta, y mucho, sobre todo por su simpleza, que es a la vez muy diversa y rica, expresión de esa mezcla africana colonial. No por nada, dice, es un fenómeno musical que abarca toda América Latina (con la excepción de Brasil). Por entonces no tenía claro el momento histórico ni el alcance que podía tener, sí entendía que era muy compatible con la electrónica. De hecho esos discos cayeron en el vacío, no hubo mucho destino, más bien cree que fue una idea loca.

Admite que su interés por los ritmos latinos por esos años fue más bien muy abstracto y que había comenzado por 1992. Tenía que ver con el impacto de la música en sí, con el código, independiente del territorio o del contexto cultural.

“Empecé a escuchar la música, me gustó mucho y sentí que era un buen lenguaje para aprender. Era como aprender un idioma básicamente”, dice. “Trato de ver la música desde un punto de vista orbital. No vinculo mucho lo que estoy haciendo con los lugares en que estoy. Tiene que ver mucho más con mi lugar interno, quizás”, explica.

 El acitón (acid+reggaetón)

En 2001 descubrió el reggaetón, música que sólo existía en Puerto Rico, Colombia y Ecuador. Comenzó a coleccionarlo y le interesó mucho porque era música electrónica. “Existió mucho reggaetón muy diverso. Lo único en común era la base rítmica”. Cuenta que era “muy experimental, muy abstracto, sin letras, con experimentaciones rítmicas, ruidos, sampleos, y eso fue lo interesante porque era una música nueva, fresca en ese momento y sin muchas fórmulas”.

En 2003 le nació la idea del acitón, mezclando el acid o el tecno con el reggaetón, e hizo un disco con Vicente Sanfuentes, el que no fue muy bien entendido. Más bien resultó ser un experimento social porque en todos los países que lo presentaron nunca sabían cómo iba a reaccionar la gente al escucharlo.

“Me interesó tomar esta música muy cruda y muy poco definida y mezclarla con otras cosas y darle otro rumbo, y más que una crítica fue un experimento que nació de una idea puramente musical, no era un mensaje social ni nada de eso, era sólo musical. Me di cuenta de que más que una propuesta era un experimento social en tiempo real”, explica.

Según Atom, ahora el reggaetón se ha transformado en “una máquina de un sistema muy cliché”, lo que es hoy es justamente lo que no vio cuando lo descubrió.

 Su influencia en la electrónica chilena

Actualmente músicos como Ricardo Villalobos o Matías Aguayo, entre otros, son muy respetados en el concierto internacional. Algo de eso tiene que ver con Atom.

“La idea de los chilenos en el extranjero y la idea de los chilenos en la música electrónica para mí son biografías muy distintas, que tienen algo en común el tema de la dictadura, porque todos son hijos de exiliados que nacieron en Chile, pero vivieron toda su vida en el extranjero”, dice.

“En esto hay mucho de casualidad y coincidencia también. Hay otros chilenos que vienen mucho después, que nunca han vivido en Alemania o en Europa y decidieron mudarse en otra época. Para mí todas estas personas son muy diferentes, con música muy diferente e históricamente diferentes, y obviamente cuando yo llegué a Chile conocí a casi todos”.

Le es difícil admitir su influencia, aunque modestamente reconoce su vínculo con todas estas personas y consecuentemente este boom en el 2000 de la música electrónica en Chile. Cuenta que se generó una pequeña ola en la que no quería participar, porque justamente se había marchado de Frankfurt porque no quería formar parte de una escena.“Eso me molestó mucho en Frankfurt y eso me pilló acá nuevamente de otro modo”.

El tema de las escenas y las modas y ese tipo de olas y calificaciones le producen rechazo. “Aunque sé que tengo que ver con ciertos momentos, lo veo como una trampa, creo que hay un cierto peligro en vincularse con la escena, con la moda o lo que esté pasando en cierto momento. Siempre traté de separarme y no quedar como incorporado en estas ideas un poco abstractas para mí”, afirma.

 La electrónica, ¿un género musical en abstracto, sin contenido social ni político?

Por muchos años tuvo la opinión de que meterse con contenidos políticos o sociales que se encuentran en un ámbito distinto al arte era algo un poco banal y peligroso también. Ésa fue su sensación durante los 90 y para él el gran logro de la música electrónica, como el tecno y el acid de los 90, era justamente la ausencia de un discurso político.

Comenta que durante los 80 la electrónica estaba claramente en fricción con la política, con letras y con una actitud que se hacían cargo de este tema. “Era muy política la música industrial, la música electrónica de los 80”. Para él la gran virtud del tecno en los 90 fue negar toda conexión con lo social, aunque este discurso apolítico contrariamente era muy político.

Ese discurso en su opinión perturbaba porque generaba la pregunta: “¿qué pasa con esta gente?, ¿por qué no quieren ser parte de la política y la sociedad?”.

Esa postura la ve como muy fuerte y muy poderosa en ese momento, pero pasaron los años, específicamente durante la primera década del 2000, la música electrónica se había convertido en “algo muy vacío”. Ya no era una afirmación claramente política sino “algo muy hueco”.

“La música electrónica de esa época era como pintada de rosa, muy chic, tenía que ver con el light style, sobre todo en Chile era una cosa muy upper class (muy de clase alta) y eso me perturbaba también”. En su opinión la música electrónica había tomado un rumbo equivocado del 2000 hasta el 2010, no estaba muy conforme con lo que representaba. Sintió en forma muy concreta, cuando hablaba con otros músicos, la decadencia de la música electrónica, sobre todo relacionada con el business.

“La situación actual es muy diferente a las décadas de los 80 y 90. Hoy hay una crisis política muy grande en casi todos los países. Hay manifestaciones, hay problemas sociales y esto pasa también en el arte. Este vacío de valores que estamos viviendo es muy diferente de los 90 y por todo esto yo tomé la decisión de volver a una especie de música que tiene más fricción y que incorporaba un statement, con algo político y social”, afirma.

Su intención es generar un discurso que puede ser un poco confuso incluso, pero en el que es importante la fricción, crear algo que tenga más fuerza que lo que era la música electrónica del 2000 hasta el 2010, “que era una cosa muy blanda. Yo quería volver a lo básico de la música electrónica que es el sonido, la fricción y la energía, ésa es un poco mi inspiración de los últimos cinco o seis años”.

Atom TM cree que estamos viviendo en un momento histórico en el que muchas cosas van muy mal (ve eso sí diferencias entre los problemas que hay en Europa y los de Asia o Sudamérica).

“De repente nos estamos enfrentando con problemas tan grandes; por ejemplo, el tema de los bancos, con países o ciudades quebrando. Un país como Estados Unidos que esté a punto de la quiebra es una cosa increíble. Son problemas realmente masivos que pasan por todos los ámbitos sociales, y cuando ves manifestaciones en todo el mundo por diferentes problemas te preguntas, ¿dónde esta el plan B? Y no hay ninguno y la cultura en general se ha conformado con esto y se ha convertido en un mundo muy blando”.

Compara la actitud de la música de los 70 o los 80, como el punk, por ejemplo, o la música industrial, que eran muy provocadores y tenían un alto grado de fricción. “Eso extraño en la música y creo que es necesario. Estamos viviendo un momento en que la sociedad está exigiendo cambios, es un momento muy interesante y no quiero que la música y el arte en general esté como durmiendo”, asevera.

En su opinión, hoy la música está muy confortable en su ámbito. “Hay muchos clichés y funciona de forma muy mecánica y todo eso lo encuentro muy fome y de eso trato de escapar, trato de hacer cosas que cambien las cosas. Como dicen por ahí: “Change the game”, cambiar el juego y probar cosas diferentes y nuevas que pueden funcionar o no. Tampoco soy muy dogmático en eso, lo importante es que el músico juegue con lo que tiene. Encuentro que hoy todos están jugando de manera muy segura y eso no me interesa”.

-¿Consideras que algunos DJs, que sólo vienen a pinchar discos a megafiestas y son tratados como estrellas mundiales, son sobrevalorados?

 Depende bajo qué perspectiva. Claramente hay que distinguir qué es qué. Para mí el DJ no es un servicio, tampoco es un músico, pero en este mundo hoy en día es lo que se necesita. Es como económicamente más viable que ser músico o creador. A mí me molesta que se metan las cosas en un mismo saco. Es como mezclar un diseñador gráfico con un pintor. Hay obviamente momentos en que se mezclan los dos, pero uno nunca diría es un artista, sino claramente éste es un diseñador.

El diseñador provee un servicio para un uso muy específico, para el marketing de algo, mientras que el pintor crea su arte independiente del uso, lo crea por su gusto, por su interés. Lo veo casi idéntico entre lo que es un DJ y un músico.

El DJ está llamado para hacer bailar a la gente en una fiesta porque la gente va a la barra y toma alcohol; da como un servicio, mientras que el músico es otro asunto. Se ha mezclado un poco todo esto y a mí no me gusta compartir la misma definición. Si es sobrevalorado no lo sé. Hoy en día hay muchas cosas sobrevaloradas.

 

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