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Stanley Clarke la rompió en Vitacura. Demoró un par de minutos en transformar el auditorio en una fiesta Primera jornada de Sesiones de Tolerancia. Festival de Jazz de Vitacura

Stanley Clarke la rompió en Vitacura. Demoró un par de minutos en transformar el auditorio en una fiesta

La primera jornada del Festival de Jazz de Vitacura cumplió con las altas expectativas. El certamen comenzó con Ensamble Quintessence, colectivo musical liderado por Federico Dannemann y Roberto Dañobeitía, prosiguió con Christian Gálvez y su OrganQuartet Festival Project y terminó con Stanley, quien hizo bailar al auditorio durante todo el espectáculo.


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Foto: Javier Liaño

Un despliegue de talento y virtuosismo marcó la jornada inaugural del “Festival de jazz de Vitacura” con músicos nacionales e internacionales de altísima calidad y consagradas carreras, junto a nuevos exponentes del género que por estos días inician sus andanzas al lado de verdaderas leyendas vivientes del mundo del jazz.

El certamen abrió con el Ensamble Quintessence, colectivo musical que surgió como resultado de la unión magistral de dos quintetos instrumentales liderados por los guitarristas Federico Dannemann y Roberto Dañobeitía hacia el año 2005.  Juntos interpretan composiciones propias orquestadas por los mismos integrantes del Ensamble, bajo el concepto de la  “orquesta de autor”. Su búsqueda estética viene a diferenciarse de los usuales proyectos de Big Band, que reversionan temas clásicos del swing. Quintessence va más allá, su propuesta musical está ligada a la nueva escena de compositores y arregladores del jazz, tales como Gil Evans, George Russell, Lennie Tristano o Gunthier Schuller, pero también a las propias influencias del vasto repertorio latinoamericano y ciertas inspiraciones en el floclor, la música popular chilena e inclusive del pop.

Temas como “Paz para después” de Claudio Rubio, “Con un pie en la tumba” de Alejandro Sánchez, o “Blues para Víctor” y “Chacarera Provisoria”, ambos de Federico Dannemann, demostraron la gran calidad musical de un Ensamble que poco a poco comienza a hacerse más visible en la escena jazzística chilena gracias a las presentaciones mensuales iniciadas el año pasado en Thelonius donde fueron rescatando su repertorio antiguo y compartiendo el nuevo material con vistas a grabar su tercer disco.

La jornada musical continuó con el desplante de Christian Gálvez y su OrganQuartet Festival Project, con Oscar Pizarro en el órgano hammon, Ronald Baez en la batería y Agustín Moya en saxo tenor. Galvez, considerado uno de los bajistas más extrovertidos y virtuosos del jazz nacional, compartió con la audiencia momentos de gran solidez musical logrado por un ensamble de altísimo nivel en donde cada cual iba haciendo gala de su calidad interpretativa. Armonías complejas y ritmos irregulares de gran corte y precisiones deleitaron a la audiencia, y en especial a Mike Mitchell, el joven baterista de Stanley Clarke, que mirada admirado las destrezas del chileno Baez. Todos juntos aplaudieron con creces el talento desplegado sobre el escenario.

Foto: Javier Liaño

Foto: Javier Liaño

Con todo, la noche fue coronada magistralmente por el gran maestro del bajo, Stanley Clarke, quien rodeado de jóvenes y extraordinarios nuevos talentos, dos de ellos no alcanzaban siquiera los 20 años, ofrecieron juntos un verdadero espectáculo de virtuosismo, gran goce, espontaneidad, juego, autenticidad y gran disfrute que cautivaron a todos los presentes.

De un minuto para otro, el festival se convirtió en una fiesta. La compostura clásica del auditorio de Vitacura,  Stanley la rompió con una frase: “Give me warm”, invitando a todos a traspasar las áreas de seguridad  para ponerse a bailar con la energía del jazz funk.

“Good bye pork pie hat” de Charles Mingus, evidenciaron el talento de sus músicos americanos: Mike Mitchell (batería), Beka Gochiashivili (piano) y Phil Davis, quienes tocaban gozando al máximo cada corchea y cada acorde, mientras Stanley los miraba con orgullo y gran deleite.

Stanley, se ha caracterizado por él mismo seleccionar a los miembros de su banda,  tocando con los mejores  intérpretes de todo el mundo, para ello no duda en consultar y buscar por todos los rincones y lugares que visita. Así fue como llegó a conocer a Christian Gálvez, por recomendación de su sobrino Marcos Cabeza quien le presentó a Gálvez en una de sus tantas visitas a nuestro país. El destacado bajista chileno fue miembro de su banda durante los años 2006 y 2007, tiempo en el cual compartió con el maestro giras y anécdotas por varios países de Europa y Japón. Algo similar

Foto: Javier Liaño

Foto: Javier Liaño

ocurrió con sus jóvenes acompañantes actuales. Mike Mitchell, de sólo 19 años,  fue convocado por Stanley gracias a videos subidos por youtube. El talento de Mitchell desbordaba,  no sólo al público, sino también al propio Stanley que en ocasiones dejaba su instrumento de lado, sólo para observar con los ojos brillantes al prodigio instrumentista que jugaba con total libertad con los ritmos y las heterometrías en manos y pies. Beka Gochiashivili en el piano, tampoco se quedaba atrás, armonizando rítmicamente los temas, logrando atmósferas que iban de los más sutiles matices, hasta el despliegue desbordante de su gran energía y fuerza interpretativa.

El romántico tema “Brazilian love affair” dio el pie para que Stanley compartiera con el público su especial cercanía con Chile, ya que su esposa, Sophie, como él la llama cariñosamente cada vez que menciona su nombre, es chilena, hija del cantante Antonio Prieto. “Fue amor a primera vista. La ví en el aeropuerto y supe que era ella” confesó en una cercana conversación.

“No Mistery” y el clásico ““SchoolDays” reafirmaron con creces la calidad interpretativa de Stanley Clarke, quien inventaba en el momento las más prodigiosas formas de tocar el contrabajo, pasando por su clásico “doublé thumbing”, hasta las más peculiares técnicas en las cuales el contrabajo pasaba a ser una guitarra rasgueada o un instrumento más de la percusión.

Sin duda una noche inolvidable para todos los asistentes a ese encuentro con uno de los músicos más creativo, carismático, humano y pleno de la historia del jazz.

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