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De Alfonso Leng a Joseph Haydn en el Municipal

Desde una sinfonía de Beethoven, pasando por la presentación de uno de los mejores pianistas del momento en Santiago, el francés Jean-Efflam Bavouzet, hasta llegar a una inspirada versión de la cantata «Primavera» de Sergej Rachmaninoff: estos fueron los mejores pasajes en las presentaciones del Teatro Municipal de Santiago, durante los últimos días. Acá, lo que escuchó Cultura+Ciudad, el magazine cultural de El Mostrador.


Concierto Nº 4 del Teatro Municipal de Santiago

Desmesura de románticos en claves múltiples

Orquesta Filarmónica

La cuarta función de abono de la temporada de la Filarmónica de Santiago, finalmente recayó en el titular de la agrupación, el joven maestro ruso Konstantin Chudovsky.

El programa consultó obras esencialmente de estética romántica, y con una interesante mixtura contrastante. De esta forma, y con un celebrado criterio de incluir piezas de compositores chilenos, la velada comenzó con el entrañable Andante para cuerdas de Alfonso Leng (1884-1974), un opúsculo estelar de la literatura musical criolla.

Con directa suscripción a un post romanticismo germano, esta partitura resulta posible de asociar a una estética mahleriana, fundamentalmente plasmada en el célebre Adagietto de la Quinta Sinfonía del compositor austríaco. Chudovsky brindó una versión de certera expresividad y con generoso realce de los elementos melódicos, aunque sin caer en melosidades. Estupenda respuesta de las cuerdas filarmónicas.

Prosiguiendo con el ciclo de las nueve sinfonías de Beethoven, seguidamente se ofreció la Sexta, Pastoral. Con este título se pudo ver la primera contribución de Chudovsky en este proceso. En general, pudo apreciarse un más que adecuado ajuste al carácter bucólico de esta especie de paréntesis beethoveniano, respecto a sus demás sinfonías.

Más bien con una opción de cierto “naturalismo” por sobre lo lírico propiamente tal, Chudovsky hilvanó certeramente la mayor parte del discurso del compositor alemán aquí inserto, a ratos con ciertos desarrollos indebidamente matizados y contrastados, como su enfoque monocorde de la tormenta, en donde no se pudo escuchar el radical giro de dinámicas, inherente a los requerimientos de la pieza. La respuesta de la Filarmónica, sin embargo, fue atenta y con buenos logros individuales y de conjunto.

La segunda parte consultó obras estéticamente muy distintas, inscritas también en un post romanticismo, pero esta vez ruso. Con el aparente estreno de la cantata Primavera  de Sergej Rachmaninoff (no se dispone información de haberse interpretado antes en Chile), se dio perfecta coherencia temática con la Pastoral de Beethoven. Como excelente solista se contó con el barítono ruso Rodion Pogossov, de triunfal cometido el año pasado en el rol de Fígaro, en El barbero de Sevilla, en el Municipal.

A pesar de poseer un hermoso timbre, quizás para esta obra Pogossov no cuenta con el espesor sonoro como para enfrentar una gran masa orquestal y coral, amén del carácter propio del texto —de desgarrador contenido— que quizás requiere de mayores obscuridades vocales. No obstante, se escuchó un musical desempeño, con las respuestas del coro y la orquesta, totalmente atentas al expresivo requerimiento del director.

Y del mismo Rachmaninoff, se reeditó su notable sinfonía coral Las campanas, basada en una libre traducción de las páginas homónimas del célebre escritor norteamericano Edgar Allan Poe, de la que aún se guarda gran recuerdo de su anterior versión en el Teatro, dirigida por Michelangelo Veltri. Con un enfoque radicalmente distinto al de Veltri, en esta oportunidad Chudovsky enfatizó más el carácter grueso del conjunto,  por sobre aspectos colorísticos en lo instrumental.

Por momentos, empero, se percibió un excesivo volumen del fuerte contingente vocal, sin mayores tratamientos en la sutilezas tímbricas, y un fuerte (demasiado) arrebato expresivo. Gran resultado de los solistas José Azócar, Paulina González y nuevamente Rodion Pogossov, además de un deslumbrante desempeño del Coro del Teatro Municipal. Un cuarto programa filarmónico inteligentemente programado, de resultados un tanto dispares, pero sin duda, bajo una completa entrega y profesionalismo.

Ciclo Grandes Pianistas del Teatro Municipal de Santiago

Uno de los mejores ejecutantes del mundo

Jean-Efflam Bavouzet / Chandos Records

La presentación del solista francés Jean-Efflam Bavouzet (Lannion, Francia, 1962), honró la escena artística y musical del valle del Mapocho.

Elegido el artista de 2012 por la Internacional Classical Music Awards, es considerado uno de los mejores pianistas de su generación a nivel mundial. Y en su intensa parada santiaguina interpretó hermosas piezas de Joseph Haydn, Ludwig Van Beethoven, Béla Bartók y la especialidad de la casa, su compatriota Claude Debussy.

Las ejecuciones llevadas a cabo en el escenario de la calle Agustinas, amén de evidenciar su enorme talento, dejaron en claro la versatilidad musical del solista, el que siempre mantuvo su nivel en los distintos motivos musicales que enfrentó durante ese inolvidable sábado, cualidad escasa de encontrar en otros músicos de su órbita.

Además de ser un frecuente colaborador de maestros de la estatura de Vladimir Ashkenazy, Pierre Boulez, Daniele Gatti, Valery Gergiev, Esa-Pekka Salonen —por nombrar sólo algunos— y de haber desarrollado una brillante carrera de solista e intérprete de cámara, Bavouzet cuenta con un prolífico repertorio discográfico, por el que ha recibido premios como el Diapason d’Or y el que otorga en esa línea la BBC de Londres.

Entre sus grabaciones, una versión integral de todas las obras para piano de Debussy, le valió un Gramophone Award. De este último compositor, precisamente, ejecutó en Santiago los Preludios del Libro I, resplandeciendo por su bello estilo y su exactitud en comparación a la partitura: escuchamos una lograda y cuidada estética en la elaboración de la pieza, a cargo de su mejor intérprete del momento.

Considerado el último gran descubrimiento del mítico director Sir Georg Solti, el francés estudió bajo las órdenes de Pierre Sancan en el Conservatorio de París y ha trabajado al lado de compositores como Pierre Boulez, Bruno Mantovani —quien compuso Le livre de Jeb para él— y el recientemente fallecido Maurice Ohana.

Otras estaciones temáticas del pianista en Santiago, fueron su clásica y templada visión de la Sonata Nº 33 de Joseph Haydn, y una arrebatada y tempestuosa mirada de la Waldstein, de Ludwig Van Beethoven. Nos atrevemos a decir que esta última versión fue lo mejor del programa, como si Bavouzet, bajo el influjo del temperamento y genio creativo del maestro de Bonn, hubiese limado su espíritu y talento en ese desempeño interpretativo, audaz, generoso y melancólico, enérgicamente nostálgico, para después traspasar con una autorizada tranquilidad, la cadencia melódica de Debussy al auditorio.

Finalmente, y a modo de regalo de despedida, el artista galo cerró la plácida noche con una llamativa rúbrica de su pathos musical, el que es profundo, complejo y abierto al derroche sensitivo: la Sonata, sz. 80, del autor húngaro Béla Bartók.

Jean-Efflam Bavouzet: un pianista de primera línea de estos días, que tuvimos el privilegio de oír en la capital de Chile, confín de Sudamérica.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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