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La historia de cuándo la banda chilena Massacre fue acusada por la CNI de querer matar al Papa Confesiones de Metal

La historia de cuándo la banda chilena Massacre fue acusada por la CNI de querer matar al Papa

Hace pocos días y como paso previo al Metal Fest 2014, que parte el próximo 26 de abril, a este autor le tocó compartir en el jurado de la «Batalla de las bandas» con Yanko Tolic, el líder de la mítica banda matalera Massacre. Entre banda y banda, Tolic fue repasando su historia, al tiempo que desarchivó algunos de los momentos más hilarantes, absurdos y esquizofrénicos que a la banda le tocó pasar cuando fueron detenidos por agentes del Estado en plena década de los 80.


Faltan pocos días para que se venga la gran fiesta del metal en Chile, el Metal Fest 2014.

A diferencia de Lollapalooza con sus extravagantes precios y el culto por el marketing, este festival es puro metal a la vena, con bandas vigentes y dos escenarios completos para que las agrupaciones chilenas puedan lucirse con un nivel de producción internacional.

Pero para poder hablar del presente, hay que hablar del pasado, de la herencia del metal chileno. Hace unos días, este autor tuvo el honor de ser parte del jurado de la “Battle of Bands” para elegir a dos bandas chilenas que participarán del Metal Fest y de compartir con un clásico, con el presidente del jurado, con el líder histórico de Massacre, Yanko Tolic.

El Metal, una verdadera Massacre

Yanko Tolic en su habitual lugar de trabajo

Yanko Tolic en su habitual lugar de trabajo

Massacre es parte de la historia sudamericana del metal. Son recordados y reconocidos en Argentina y Brasil como pioneros. Y claro, desde que  partieron en 1978 bajo el nombre de Sepulcro, siempre estuvieron preocupados del colectivo. De ayudar a otras bandas. Les prestaban los instrumentos y amplificadores, por precarios que fueran estos.

Había una especie de conciencia de pertenencia. De saber que eran parte de algo más grande.

Y eso quedó claro la noche de la batalla de bandas: el público ovacionó a Tolic más que a los ganadores.

Junto con valorar el reconocimiento, parte diciendo Yanko, también hay otras cosas que mueven a Massacre.

«Hemos trabajado la Vicaría Pastoral Juvenil donde damos clases de música para gente sin recursos, hemos trabajado con Eduardo “Lalo Baco” Vidal, con organizaciones locales y hemos mantenido la rebeldía hasta el día de hoy. Nos mueve apoyar a cuanta banda no pide ayuda, en todo el territorio nacional. Desde tocar en Chiloé para apoyar a una banda local, hasta ayudar a músicos más viejos. Aceptando, incluso, ser teloneros y en condiciones precarias», admite.

Mientras evalúa las nuevas bandas que postulan a un espacio al Metal Fest, Tolic observa los nuevos instrumentos y le vienen los recuerdos cuando todo era artesanal.

Uno de estos ocurrió durante «una noche  por allá por 1985 cuando partimos a dar un pequeño show en el mítico Samy´s Bar en Vitacura, habíamos armado un amplificador con tubos de radio y una gran caja fabricada en madera terciado. En el camino se nos desenganchó del auto en que íbamos y se hizo pedazos en la calle», recuerda, entre risas, el pasado amateur.

Yanko Tolic, transformado en el escenario

Yanko Tolic, transformado en el escenario

O de las aventuras del “Bestial Fucker”, su amigo Diego Pijoan, que partió como músico de Sepulcro, pero su exceso de entusiasmo (le quebró una guitarra en la cabeza al baterista) le significó salir de la banda. «Le pedimos apoyar los shows y se convirtió en un personaje mítico que quemaba cruces, lanzaba sangre falsa, se disfrazaba, en fin hacía sus perfomances. Pero sin ninguna medida de seguridad, lo que causaba pánico entre los asistentes y los organizadores».

Hubo otra vez -cuenta Yanko-  en que fueron bajados a patadas de la famosa “Fonda Rock” porque el “Bestial Fucker” quemaba crucifijos y terminaron con narices quebradas y sangre… ahora real. Finalmente tuvo que retirarse porque terminó estresando a los propios músicos de la banda, ya que cada vez que lo veían subir al escenario, los músicos sabían que el show no terminaría bien.

La ignorancia y la insólita persecución

Pero uno de los momentos más increíbles en la historia de la banda ocurrió en los confines de la dictadura, cuando el temor, el conservadurismo, el fanatismo religioso y la ignorancia policial dieron la nota más alta, convirtiendo momentos de alta tensión en verdaderos festivales de la risa.

«En 1986 comenzaron a seguirnos», parte contando Yanco Tolic como introducción al intento de la CNI de infiltrar el movimiento metalero en Chile.

«Llevaban a sus agentes encubiertos a los conciertos. Pero eran descubiertos de inmediato, porque aparte del corte de pelo militar y los anteojos típicos de piloto de avión, en sus disfraces usaban poleras de los Beatles y John Lennon, para parecer metaleros. Un completo ridículo de caracterización», recuerda.

Otro de los momentos clave, y quizás el más elocuente de la ignorancia que existía en Chile sobre este género musical y al mismo tiempo el más esquizofrénico, fue cuando los integrantes de la banda en su totalidad fueron detenidos y trasladados a los cuarteles de Borgoño (donde operaba la PDI y algunas áreas también la CNI).

Las primeras preguntas de los agentes -acompañadas de su buena dosis de patadas y uno que otro ejemplo de buenas costumbres- tuvieron por respuestas carcajadas incontenibles de Yanko y compañía. «El tema que los preocupaba era saber si era cierto si nosotros nos estábamos organizando para matar al Papa Juan Pablo II, que vendría pronto a Chile», dice riendo.

Pero cuando la cosa realmente tomó un cariz anormal -cuenta Yanco- fue cuando entró a la sala de interrogatorios un sujeto que parecía ser el jefe. Bigotes, anteojos oscuros, chaqueta de cuero. Los hizo sentarse y les cantó “la firme”.

Lo que estaban investigando era la vinculación de la banda con un médico chileno que dirigía una supuesta secta satánica en Estados Unidos. Las preguntas apuntaban a determinar cómo se les enviaban los dineros y materiales. Yanko figuró perplejo.

«¿De qué médico estaban hablando? ¿sectas satánicas? ¿dinero? No entendía nada», dice aún con rostro de circunstancia. Después vino la revelación acompañada de otra gran risotada.

Totalmente ignorantes del fenómeno de metal en el mundo- cuenta el líder de Massacre-  los policía querían establecer la relación entre  Massacre y «Tom Araya», que en ese entonces ejercía de paramédico en Estados Unidos y que para los detectives se «trataba de un médico que dirigía una secta satánica llamada Slayer».

Problemas también tuvieron con los teocráticos, que “visitaban” la sala de ensayos y la casa familiar de Yanko, muy seguido, para exorcisarlos y salvar sus almas. Le decían a sus madres que ellos no ensayaban, sino que hacían misas negras y sacrificaban animales, que no usaban puertas sino tapas de ataúdes, que dormían dentro de sarcófagos, etc.

El Metal del pueblo

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Para Yanko, Massacre era la banda del pueblo. «Esa era la gracia de todo. Nos juntábamos a compartir, a hacer trueque, nos ayudábamos entre todos. No había mercado, era difícil traer discos e instrumentos, lo mismo con las poleras o los parches, te los tenías que hacer tú mismo», recuerda.

«Por eso yo no veo la música como algo que debe hacerse ante reyes o príncipes. Es una forma de hacer arte con compromiso de vanguardia, de llevar el arte a la gente, de transmitir las ideas en las que creemos. Es una forma de hacer revolución. De transgredir lo establecido. De ser capaces de hacer un tema con Mario Mutis de Los Jaivas aunque los thrashers odien el hipismo; de hacer música sinfónica o de jazz; de ir más allá. Y siempre el rock, el sentimiento, la emoción. Aunque no haya virtuosismo, pero habrá emoción», explica con pasión.

Massacre ha mejorado como el vino. En los 80 las tocatas eran un caos, pero los años no pasan en vano, tal y como los demostraron en el Bar Oxido junto a Darkness hace algunas semanas. La banda suena como un cañón y los músicos exudan la energía y las horas de ensayo.

«Amamos nuestra vida. Tocar en una sede sindical o en la carretera austral para cien personas o en medio del desierto de Atacama para una comunidad indígena, para nosotros es lo mismo que el Metal Fest o ser  cabeza de cartel en un concierto en Buenos Aires o San Pablo. Amamos lo que hacemos. Y claro, eso se nota y el público lo agradece», agrega entusiasmado.

Son las 04:00 AM y “La Batalla de Bandas” termina. Yanko escucha a una de las bandas que quedó eliminada y luego les da su opinión “técnica”. «No se preocupen, lo que les falta es tiempo. A nosotros nos tomó 30 años llegar a nuestro primer Metal Fest, así que ensayen».

Antes de partir, Yanko Tolic lanza una última reflexión:

«Creo que hay una par de cosas donde se puede sentir un profundo deseo de volver atrás y cambiar una experiencia en la que no has elegido conscientemente. Pero de nada sirve, si al final no se puede volver al pasado. La banda ha pasado por mucho, desde el dolor extremo hasta algunos episodios de éxtasis y alegría. Creo que hemos sido afortunados a pesar de todo y si decidiéramos arrepentirnos, seríamos unos miserables”, remata.

Luego, el sujeto que ha sido ovacionado por el público, el presidente del jurado, quien fuera acusado de satánico y de querer matar al Papa, se va tranquilo a su casa, en micro.

 

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