Publicidad
Gabo, el periodista que seguiremos mirando Opinión

Gabo, el periodista que seguiremos mirando

Faride Zerán, profesora titular de la U. de Chile. Premio Nacional de Periodismo


nobel

Sobre Gabo periodista, el Premio Nobel de Literatura que definió al periodismo como el mejor oficio del mundo, se pueden escribir volúmenes completos, o ir directamente a la magnífica antología del mismo nombre publicada en noviembre del 2012 por el Fondo de Cultura Económica, la Fundación Iberoamericana del Nuevo Periodismo y Conaculta, que recoge el pensamiento y parte de los escritos del autor de Cien Años de Soledad, dedicados al ejercicio del periodismo y a la ética y estética de esta profesión que lo marcó hasta su muerte.

Porque no es casual que semanas antes de morir saliera del hospital donde había sido internado en Ciudad de México y, en un tono entre paternalista y burlón, se dirigiera a los periodistas que lo acosaban enviándolos a trabajar en serio.

[cita]Soy un periodista, fundamentalmente. Toda la vida he sido un periodista. Mis libros son libros de periodista aunque se vea poco. Pero esos libros tienen una cantidad de investigación y comprobación de datos y de rigor histórico, de fidelidad de los  hechos, que en el fondo son grandes reportajes novelados o fantásticos, pero el método de investigación y de los hechos es de periodistas[/cita]

Gabo podía perderse en el laberinto de su memoria pero ni aún ad portas de su muerte se equivocaba al momento de auscultar el trabajo de sus colegas.

–Soy un periodista, fundamentalmente. Toda la vida he sido un periodista. Mis libros son libros de periodista aunque se vea poco. Pero esos libros tienen una cantidad de investigación y comprobación de datos y de rigor histórico, de fidelidad de los  hechos, que en el fondo son grandes reportajes novelados o fantásticos, pero el método de investigación y de los hechos es de periodistas –decía García Márquez a Darío Arizmendi de Caracol Radio, en mayo de 1991.

No era solo una declaración de principios. En 1994, un año después de escribir Noticias de un secuestro, creaba en Cartagena de Indias la Fundación del Nuevo periodismo Iberoamericano, destinada a contribuir  a “la renovación urgente del mejor oficio del mundo”.

El abuso de la grabadora; la falta de formación cultural de los periodistas; la ausencia de lecturas, de rigor ético, de reporteo, de calle y de compromiso, así como el cada vez más escaso talento para relatar historias, sumergirse en la vida cotidiana o para ejercer un periodismo ciudadano determinaron su decisión de instalar sus famosos talleres tras los muros del casco antiguo de Cartagena de Indias.

Así, bajo la conducción de Jaime Abello, y  junto a maestros como Tomás Eloy Martínez, Alma Guillermoprieto, y las nuevas generaciones de periodistas-escritores, como Juan Villoro y otros tantos de todos los confines de América Latina, renovó  una vez más la crónica como el género de todos los géneros, y amplió los límites  del ejercicio periodístico  hasta enfrentarlo cara a cara con la literatura, con una sola salvedad. En el periodismo, todo vale mientras todo sea real. El límite es uno y claro: en el periodismo los hechos existen y la imaginación se mide no en la capacidad de fabular sino de narrar.

Gabo rescataba tanto la investigación como la ética. Odiaba a los periodistas que hacían de su trabajo un estrellato, disputándole el protagonismo a la notica y a la gente de a pie.

Con Gabo periodista, el mejor oficio del mundo se fortaleció levantando una línea imaginaria pero no por ello irreal que divide a los profesionales de los aprendices, cuestionando no solo la formación que entregan muchas escuelas de periodismo universitarias de América Latina, sino además la manera en que los medios informan en la actualidad.

–Los periódicos han priorizado el equipamiento material e industrial, pero han invertido muy poco en la formación de los periodistas. La calidad de la noticia se ha perdido por culpa de la competencia, la rapidez y la magnificación de la primicia –le dijo García Márquez al periodista Boris Muñoz en 1996.

Eso mismo pero podría habérselo repetido hoy, analizando la cobertura de cualquier hecho de interés en Colombia, México, Chile o algún otro país latinoamericano.

Y ese es el punto. Mientras exista el periodismo, circulen sus libros, se difundan sus palabras y los talleres de su fundación nos sigan interpelando, Gabo periodista seguirá siendo el maestro al cual seguiremos mirando.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias