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Nueva polémica enfrenta a las transnacionales del libro y las pymes literarias Por ausencia de editoriales independientes en la Feria del Libro de Buenos Aires

Nueva polémica enfrenta a las transnacionales del libro y las pymes literarias

La Asociación de Editores de Chile publicó una carta pública donde lamentó que la Cámara del Libro les avisara a última hora sobre las condiciones de participación y los altos costos de la instalación, hechos que la motivaron a restarse del evento que termina hoy. La entidad que agrupa a las transnacionales delegó la responsabilidad en el estatal Consejo del Libro. La Furia del Libro habla de aparente “arreglo a puertas cerradas”.


Una dura polémica entre la Cámara Chilena del Libro, que agrupa a las grandes editoriales presentes en el país, la Asociación de Editores de Chile, principal referente de las independientes, la Furia del Libro, otra representante de autónomas, y el estatal Consejo Nacional del Libro estalló en los últimos días por la ausencia de varias pymes literarias en el stand de Chile en la Feria del Libro de Buenos Aires, que empezó el 24 de abril y termina hoy.

La Asociación, que agrupa a unas 60 editoriales, dio a conocer la semana pasada una declaración pública titulada “¿Por qué hay pocos libros y editoriales en el stand de Chile de la Feria de Buenos Aires?”, donde señala que recién el miércoles 2 de abril la Cámara les informó las condiciones para participar en la instalación de Chile, y les dio plazo hasta el lunes 7 para entregar su material, un plazo a su juicio insuficiente y a costos “prohibitivos”, según señaló la Asociación.

El stand de Chile era una iniciativa del Consejo Nacional de la Cultura las Artes, a través del Consejo del Libro, y su administración fue licitada quedó en manos de la Cámara. El Consejo destinó 30 millones de pesos a la participación de Chile, incluido el stand, que además contó con aportes de ProChile.

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Edicola, Alquimia, Hueders y La Pollera fueron algunas de las pocas editoriales independientes presentes, según señaló a Cultura + Ciudad Paolo Primavera, miembro de la primera, quien estuvo en Buenos Aires. Añadió que gracias a las becas conjuntas entre la Cámara y la Fundación El Libro viajó el editor de Hueders, Cristóbal Carrasco. En tanto, el Consejo del Libro y la Lectura invitó a los editores Bárbara Cáceres (Pehuén), Guido Arroyo (Alquimia), Dauno Tótoro (Ceibo), Alejandra Schmidt (Zig Zag), Maura Brescia (Mare Nostrum) y el propio Primavera. También estuvieron presentes los editores Simón Ergas y Nicolás Leyton, ambos de La Pollera Ediciones.

“Improvisación”

“No tuvimos información sobre quién se encargaría de atención del stand y se nos advirtió que los libros no vendidos serían donados a una institución pública”, señaló la carta pública de la Asociación, que ante estos hechos decidió no participar.

“Nos parece inaceptable que la participación de Chile en un evento tan fundamental para el libro como aquel, además financiado con fondos públicos, se haya realizado con estos niveles de improvisación, además inconsulto con los editores, y que, en la práctica, discrimine a los pequeños que editan parte substancial de la literatura chilena”, añadió el comunicado.

“La actuación de ProChile fue impecable, pero, al parecer, falló la coordinación con el Consejo del Libro y con los editores”, indicó.

La Cámara, por su parte, delegó la responsabilidad en el estatal Consejo del Libro, que “lamentablemente definió quién sería su socio estratégico días antes del inicio de la feria, el 2 de abril”.

“Una vez conocido el veredicto, la Cámara hizo de inmediato una convocatoria abierta tanto a sus asociados como a no asociados (Asociación editores independientes, Furia del Libro y autoeditados) para que remitieran los libros que quisieran promocionar en FILBA. Por tanto, las editoriales chilenas presentes en FILBA fueron las que respondieron a la convocatoria. Lamentamos que no se hayan interesado otras más”, señaló la oficina de prensa de la Cámara.

Retrasos

Según Marisol Vera, jefa de editorial Cuarto Propio y presidenta de la Asociación, efectivamente la Cámara les explicó que el retraso en la información se debió a que “el Consejo había tardado en informarles a ellos”. “Si esto fue así, quien debe dar explicaciones es el Consejo”, indicó Vera.

La presidenta de la Asociación señala que lo mismo se aplica al cobro por la participación, “dado que, según la información recibida en el escueto correo recibido de parte de la Cámara, quienes estaban a cargo de la feria eran el Consejo y Prochile”.

En la Asociación además acusan falta de participación en la convocatoria. Según Vera, el procedimiento que se había estado siguiendo para eventos similares con anterioridad contemplaba reuniones previas con las tres instituciones que agrupan a editores (Cámara, la Furia del Libro y la Asociación) para planificar la participación del sector. “Esto no ocurrió en esta oportunidad, desconocemos la razón”, dijo Vera.

Galo Ghigliotto, representante de la Furia, que agrupa a unas 30 editoriales, también criticó los hechos. “Da la impresión que fue un arreglo a puertas cerradas, y lo que es peor, no entiendo cómo una participación completamente financiada por el Estado puede tener un costo de $100.000 pesos por editorial por cada metro lineal”.

Ghigliotto además se pregunta cuánto costó la participación para los socios de la Cámara, algo imposible de saber porque la planilla de valores para «socios» ya no está en su página web, sólo la “no socios”.

“Es lamentable que en el último tiempo los organismos estatales se han asociado con empresas privadas y gremios que sólo se benefician a sí mismos, dejando fuera a los ‘no socios’ y sus autores, que son la mayoría de los actores”, dice. “Lo peor es que es algo que parece no terminar. Lo que más molesta es la prepotencia con que los comerciantes del libro se arrojan la representatividad de la cultura literaria de nuestro país, cuando en su mayoría son editores sin rol cultural, sino netamente comercial”.

¿Retrocesos?

La polémica vuelve a tensar la relación entre las transnacionales y las editoriales medianas y pequeñas. Vera señala que, tras un difícil comienzo, la relación entre la Cámara y la Asociación ha venido estrechándose en torno a los objetivos comunes, que son la promoción del libro y la lectura.

“Esperamos que este infortunado incidente no signifique un retroceso en este sentido”, advirtió. “Situaciones como esta se pueden y deben evitarse a través del diálogo respetuoso y trasparente entre las instituciones públicas y los representantes privados del sector del libro”.

El Mostrador Cultura se contactó con el Consejo, pero no fue posible obtener su versión de los hechos.

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