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Más que ollas y sartenes: El campeón de la sopaipilla y su intento por revalidar el título Crítica culinaria de «Unocome», la página de nuestro bloggero gastronómico

Más que ollas y sartenes: El campeón de la sopaipilla y su intento por revalidar el título

El terremoto de 2010 hizo emigrar a Marcelo Vásquez bien al sur, con una receta desconocida en Coyhaique: las sopaipillas centrinas. Le fue bien. Consiguió el título nacional de la especialidad en 2012 y ahora viene a Santiago a revalidar un triunfo. Buenas razones tiene.


sopaipillas3A Marcelo Vásquez el terremoto de 2010 le dio un giro austral y radical a su vida. Sin casa ni recursos, el sur se convirtió en la oportunidad para reinventarse a través de frituras y masas. El carro de sopaipillas que de lunes a sábado instala frente al supermercado Unimarc de Coyhaique fue su puerta de entrada, su arma. Lo construyó a pulso, con sus propias manos. No así la receta que conocía en Rengo y que a la postre ha sido la base de un éxito que difícilmente sospechó antes de arribar a la Patagonia. Es que más o menos desde la VIII Región hacia el sur, las masas fritas se hacen casi al momento, uslereando una masa esponjosa y rechoncha, bien reposada, que luce de maravillas aprisionando queso blanco. No como en su pueblo natal, ni en Santiago y sus alrededores, donde es más compacta redonda y con el característico color del zapallo (ni que decir en el Norte Grande, donde aún son más planas y del diámetro casi de una sartén). Algo que le entrega un toque, digamos, más parejo, más industrial.

“Es que esas (las tortillas sureñas) no poh, son las tortas fritas, que es una masa de pan nomás y la gente está acostumbrada (a esa receta). Pero yo traje estas y soy pionero acá en la región”, contaba en una visita el año pasado.

Llegó con una novedad desde el norte y es lo que hoy le da de comer. Pero quizá por un natural afán de hacerse más espacio, y aprovechando lo largo de la temporada sopaipillera allá tan al sur, afinó la receta, la complementó con otros elementos básicos para resaltarla (aceite limpio, masa fresca, aderezos como pebre para servir y llevar) y se fue ganado reputación en la capital de Aysén. Y bastante más allá. En la santiaguina Expo Lampa de 2012, consiguió el primer puesto del concurso nacional de la especialidad. Una buena razón para convertirlo en una pequeña celebridad de las calles coyahiquinas.

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Al visitarlo por segunda vez, Marcelo Vásquez estaba a las puertas de dar otro paso más en su carrera. Vecinos de la comunidad le consiguieron a buen precio, un carro de mejor calidad en una fábrica de Estación Central, con tres ollas más profundas donde sigue friendo con el aceite impecable un producto que a $ 200 la unidad, hoy es tan cotidiano como el chamamé patagón, con una calidad que pocas veces se disfruta en las calles capitalinas, por ejemplo. «Es que uno puede limpiar a fondo todos los días pero los rastros de frituras siguen pegados, no se van nunca. Necesitaba uno nuevo», dice. Su carro incluye una oferta de empanadas de queso y una versión personal de mariscos y queso, bien dorada, grandota y de generoso relleno.

Lo que no está es su diploma y su galvano de campeón. Se lo llevó una mezcla entre la intemperie y el aceite del viejo carro. Es por eso que en agosto próximo viajará a Santiago a intentar revalidar su título, bajo un contexto distinto, porque en el ambiente hay un poco más de atención sobre preparaciones tan típicas como la callejera masa frita. Es un desafío que tiene un solo premio: más fama para sus sopaipillas y por una razón de peso: «¿Sabe? Estoy a punto de instalarme con una fábrica de masas».

Calle Lautaro, frente al 330, Coyhaique, Región de Aysén.

Para leer más críticas visite www.unocome.cl, la página de nuestro bloggero gastronómico Twitter: @unocome

 

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