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Muestra Europa Ya: Only lovers left alive de Jim Jarmusch

Muestra Europa Ya: Only lovers left alive de Jim Jarmusch

La ciudad se transforma en el escenario perfecto de lo que fue y murió, donde se desenvuelven estos vampiros hipersensibles, cargados por siglos de cultura, consientes del mundo en decadencia en que estamos inmersos. En la construcción de los personajes es posible notar otro rasgo distintivo que podemos leer entre líneas en el trabajo de Jarmusch, utilizando a estos vampiros como una excusa para mirar en qué nos hemos convertido; unos malditos zombies incapaces de despertar del letargo capitalista.


Embriagante y, por momentos, psicodélica es la última aventura de Jim Jarmusch, ambientada en Detroit, Only Lovers Left Alive.  Esta cinta nos lleva a sumergirnos en la relación de amantes de una pareja de vampiros  que  sobrevive en los extremos del mundo en el Siglo XXI. En ese sentido y temáticamente el género de vampiros ha tenido cierto revival el último tiempo, desde simplonas películas adolescentes hasta series de televisión como True Blood de HBO o interesantes apuestas como la cinta sueca Let the Right One In (2008) de Tomas Alfredson. Entendiéndose esto dentro del contexto  de cómo los géneros cinematográficos evolucionan con el tiempo,  junto con un espectador híper informado, es aquí donde el punto de vista de Jarmusch se hace necesario dentro de tanta apuesta intrascendente.

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El film se centra en  la relación de siglos que tiene un músico underground interpretado por Tom Hiddleston y su amante personificada por la espectral Tilda Swinton. Sumergidos en un mundo donde simplemente intentan sobrevivir en la modernidad aislándose del resto como si fuese una contradicción de nuestros días, Jarmusch construye esta historia en una ciudad decadente como es Detroit, cuna del capitalismo automotriz que quebró en 2003 y del sello discográfico de Motown. Esta ciudad se convierte en el escenario perfecto para la historia, donde podemos ver una localidad abandonada en la que los “zombies”, denominación de los propios personajes, sobreviven con lo que quedó de un pasado mejor. Un lugar que murió y que ha dejado vestigios de edificios abandonados, calles vacías, escasa gente y donde se deambula contemplando la muerte como si fuera  el lugar perfecto para vivir alejados del mundo consumista y atiborrado de cosas. El director utiliza con maestría este escenario para mostrarnos un EE.UU que pocas veces se puede apreciar; en consecuencia, nos muestra personajes que el sistema desechó y que en un mundo moderno ya no sirven para la sociedad, tema común que podemos ver en la filmografía del director. Logramos también apreciar la ciudad que ya no sirve en el contexto de competencia capitalista, descontextualizando la común representación de grandes ciudades como Tokio, que se muestra en muchos filmes como estéticamente resplandeciente y llena de luz, lo que representa un contraste frente a este Detroit gris y nauseabundo.

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La ciudad se transforma en el escenario perfecto de lo que fue y murió, donde se desenvuelven estos vampiros hipersensibles, cargados por siglos de cultura, consientes del mundo en decadencia en que estamos inmersos. En la construcción de los personajes es posible notar otro rasgo distintivo que podemos leer entre líneas en el trabajo de Jarmusch, utilizando a estos vampiros como una excusa para mirar en qué nos hemos convertido; unos malditos zombies incapaces de despertar del letargo capitalista, donde todo lo destruimos en pos de crecer hasta el límite de no saber si estamos peleando por petróleo o agua. De acuerdo a lo último cabe preguntarse ¿Cuál será el recurso por el que estaremos en pugna durante la próxima guerra?

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Los personajes de Jarmusch sobreviven y eso no solo lo podemos ver en esta cinta, sino en la larga filmografía de este director; ejemplo de esto sería Stranger Than Paradise (1984). Así, en Only Lovers Left Alive damos cuenta de personajes que son reconstruidos desde la mirada clásica del género. Vampiros que ya no pueden alimentarse libremente de quien se les cruce por el camino, motivo por el cual vemos a los personajes como la propia encarnación de unos vampiros decadentes, apresados en el contexto de la sociedad actual, hipervigilados por todo y por todos, pudiendo intuir que ya no se puede actuar con la misma impunidad de épocas pasadas.

Otro de los pretextos del director norteamericano es, de alguna forma, hacer una revisión de la cultura, con claros guiños a la literatura, la ciencia y, cómo no, la música, al igual que en Mystery Train (1989). En esta lógica podemos ver y escuchar todo el bagaje cultural de Jarmusch. El personaje principal  Adam es un obcecado músico que construye su mundo lo más separado del resto con continuos deseos de acabar con su vida. Sus obsesiones pasan por coleccionar instrumentos y componer música; de acuerdo con esto, la banda sonora; que incluye a “Sqürl” la propia banda del director, cumple un rol fundamental para sostener la historia y ser un complemento perfecto para construir una  estética del rock/indie.

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  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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