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«Batallas por la Alameda» el libro que discurre entre la visión mediática del caos y la reivindicación social Será lanzado hoy por el Premio Nacional Gabriel Salazar y la presidenta de la Fech

«Batallas por la Alameda» el libro que discurre entre la visión mediática del caos y la reivindicación social

La investigación del periodista Francisco Marín concluye que la principal avenida de Santiago es el lugar simbólico en el cual “se concretiza y expresa el malestar de las muchedumbres», mientras que esta visión, contrastaría con el imaginario ficticio de la realidad que «instauran los dos grandes conglomerados mediáticos nacionales, que presentan la arteria como la promesa del modelo neoliberal, una ilusión liberada del caos y de las multitudes”, denuncia el académico.


El periodista y magíster en comunicación política de la Universidad de Chile, Francisco Marín Naritelli (1986), se encerró durante casi dos años en la Biblioteca Nacional, a leer y a estudiar los recortes de prensa que los diarios El Mercurio y La Tercera publicaron acerca de las históricas marchas estudiantiles que removieron el país el 2011.

Marín seleccionó lo que afirmaron los editoriales de dichos matutinos, también los artículos informativos y reportajes de interpretación que se editaron al respecto, y los comparó con las innumerables declaraciones que a esos mismos medios de prensa otorgaron los principales líderes universitarios y secundarios que lideraron ese emblemático movimiento de protesta.

Luego, este profesor de semiótica analizó los datos a la luz de una diversa bibliografía en el campo de las ciencias sociales. Revisó gráficos y estadísticas, y entrevistó a historiadores, sociólogos y antropólogos, entre otros investigadores afines.

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Marcha estudiantil del 2011

El resultado fue el ensayo Las batallas por la Alameda. Arteria del Chile demoliberal (2014), un libro que profundiza en cómo los distintos sujetos visualizan a la Alameda como lugar simbólico y la manera en que las apreciaciones de los estudiantes y los medios se contraponen, y que Ceibo Ediciones lanza esta tarde, en un evento a realizarse en el Café Literario del Parque Bustamante. El lanzamiento contará con la participación de Gabriel Salazar, Premio Nacional de Historia; la presidenta de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (FECh), Melissa Sepúlveda; y la ex vocera de la Asamblea Coordinadora de Estudiantes Secundarios (ACES), Eloísa González.

La Alameda, un espacio simbólico

Francisco Marín

Francisco Marín

En el ensayo, Marín describe –haciendo uso desde la literatura clásica de ficción hasta los grandes estudios del canon histórico– la manera en que, a lo largo de la trayectoria de Chile, la principal avenida de la capital se ha constituido, de una forma material y metafórica, en el epicentro de las luchas protagonizadas por los movimientos sociales.

«El libro habla del espacio de la Alameda para discutir, en definitiva, de la democracia», dice el autor, para quien la pregunta sobre «¿qué democracia es la que fue puesta en tensión?» no tiene otra respuesta sino la «democracia del consenso, la erigida desde 1990. El movimiento estudiantil del 2011, precisamente, en esta avenida –y no en otra– recusa de esa democracia protegida, de baja intensidad, y devuelve al ciudadano la capacidad de dirigirse al país desde la calle”.

Y si bien las marchas estudiantiles de 2011 resultan el punto de llegada de este esfuerzo interpretativo –situado a medio camino entre la monografía y el ensayo que se mueve por los límites de la teoría de la comunicación–, Marín persigue encontrar, en una revisión que comienza con la instauración de la República en el siglo XIX, los orígenes de este imaginario. Es decir, el del uso de ese espacio público, la Alameda del Libertador Bernardo O’Higgins, en tanto conducto de anhelos colectivos de redención y de justicia por parte de la mayoría ciudadana.

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«Las batallas por la Alameda aporta a la discusión, con respecto a los espacios públicos en Chile y a su relación con los movimientos sociales actualmente en boga. De cierta forma, es un escrito contrapuesto: por una parte busca explorar qué fabulas de la principal arteria de la capital y del país detentan los estudiantes (en específico, los secundarios) y, por otra, con una visión contraria a la de estos, los dos medios del periodismo escrito de mayor difusión en el país», cuenta el periodista.

Los imaginarios de orden y castigo

En efecto, parte del núcleo de esta investigación se sitúa en las informaciones editorializadas que El Mercurio y La Tercera hicieron de las marchas y las contrasta con la visión simbólica de los estudiantes, que ellos mismos dieron a conocer en diferentes artículos a estos medios.

«Los estudiantes ven el espacio de la Alameda como un lugar simbólico, el espacio material y natural de la marcha, es ahí donde se materializa el descontento y su papel de ciudadanos en tanto que reclaman», asegura Marín.

En cambio –analiza el autor– «los medios como La Tercera y El Mercurio, ven ese espacio como un lugar privativo, donde ocurre el tránsito de bienes y servicios, la marcha imperturbable hacia el futuro, promesa del modelo neoliberal, pues se entiende que la calle, más aún esta avenida, debe ser liberada de la ‘excepción’, del ‘caos’, ‘de las multitudes’”.

En la investigación, el autor concluye que para instalar una versión oficial de los hechos «El Mercurio en concreto no duda en movilizar los imaginarios de orden y castigo».

La protesta y el poder

Parte del análisis del periodista, sin embargo, es también una definición semiótica del acto de la protesta. En donde el tema de la educación se exhibe como el principal “estandarte discursivo” y en que no falta también la confrontación política del propio movimiento estudiantil.

«El movimiento no es homogéneo: la misma distinción entre la ACES y la CONES, y también entre los universitarios, son diferentes formas de concebir la estrategia de movilización por la Alameda. Como composición heterogénea, el movimiento presenta ‘muchas almas. Entonces, es en la calle…, en la Alameda, donde se notan las diferencias. Una cosa es el discurso ‘hacia fuera’ y otra la evidente tensión entre las diferentes organizaciones”, explica el autor.

En resumen, en Las Batallas por la Alameda, el autor hace hincapié en que indefectiblemente, así como todos los caminos llegan a Roma, «todos los senderos se dirigen a la Alameda».

«Hay una vinculación simbólica  y geográfica, entre la visibilidad social con esta avenida. El éxito, las postales del triunfo, se encuentran cuando el movimiento pudo ocupar la principal arteria de la capital, que no es algo nuevo. Precisamente, se reitera lo que sabemos: históricamente, ‘tomarse’ la Alameda es tomarse un poco el poder, aunque ello sea simbólicamente», concluye.

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