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Gestores anónimos: El subterráneo trabajo de los centros culturales independientes que están al margen de la cultura oficial Este viernes realizan un encuentro nacional en la Biblioteca de Santiago

Gestores anónimos: El subterráneo trabajo de los centros culturales independientes que están al margen de la cultura oficial

Creando Valle, Cultura Libre y Otro Arte, son tres de las cientos de organizaciones independientes que aportan día a día a la cultura desde el anonimato. Su éxito no está en la mayor o menor visibilidad o reconocimiento oficial; lo suyo es el trabajo hormiga, desde las bases, conquistando al vecino del barrio, al chico de la población, abriendo espacios para ensayos donde antes solo habían puertas cerradas.


El centro cultural Creando Valle nació para que los habitantes del valle del Huasco (Región de Atacama) tomaran conciencia del peligro que significa la instalación de la minera Pascua Lama en la zona. Cultura Libre Universidad de Chile (Cluch), en tanto, se gestó en la Facultad de Ingeniería de la Casa de Bello, a partir de un grupo de estudiantes que inicialmente impulsaban el software libre. La compañía teatral Otro Arte, por su parte, quería acercar a la gente historias que pudiera entender.

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Estas tres entidades, valen como ejemplo de las cientos de organizaciones independientes que aportan día a día a la cultura desde el anonimato. Su éxito no está en la mayor o menor visibilidad  o reconocimiento oficial; lo suyo es el trabajo hormiga, desde las bases, conquistando al vecino del barrio, al chico de la población, abriendo espacios para ensayos donde antes solo habían puertas cerradas. Estos grupos culturales independientes se dedican a actividades tan diversas como talleres de teatro comunitario, escuelas de carnaval, brigadas muralistas o festivales de música popular. Algunos de ellos participarán este viernes en el Encuentro de Cultura Viva 2014, a realizarse de 10:00 a 19:00 horas en la Biblioteca de Santiago (Matucana 151, Metro Quinta Normal).

“El propósito central (del encuentro) es el reconocimiento mutuo, el encuentro que permita ir construyendo asociación y red; creemos en el trabajo colectivo, donde puedan conjugarse la diversidad de miradas, y donde la reflexión sea abarcadora, y sobre todo propositiva”, señala Patricia Requena, miembro de Cultura Viva, el grupo organizador del evento.

Creando Valle

Creando Valle

Dirigido a creadores, animadores y gestores, habrá cuatro ejes de conversación del encuentro: cultura viva comunitaria, autogestión y sustentabilidad, redes y políticas culturales.  Ya hay más de 100 grupos inscritos de todo el país.

Entre los convocantes figuran el Grupo de emprendimiento artesanal de la Red de Economía Solidaria de Santiago, el Teatro Aéreo Dementia Precoz, la Corporación Arteduca, el Museo a Cielo Abierto de La Pincoya, el Taller Literario Andamio, el Centro de Desarrollo Humano Karukinka, Teatro ComunItario de Dudosa Procedencia, Colectivo a la Sombra y la Coordinación Cultural La Cañada Norte, entre otros.

¿Pero qué hacen estos grupos? ¿Cómo trabajan? ¿Y qué opinan de la cultura oficial?

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Contra Pascua Lama

Los grupos no sólo difieren en sus actividades, sino también en sus ámbitos de acción e incluso sus postulados ideológicos. Algunos se autogestionan a nivel económico, otros postulan a fondos concursables, y también hay quienes combinan ambas cosas. Estos se dedican a dar un mensaje, aquellos están más centrados en brindar un espectáculo. Algunos llevan trabajando una década, otros apenas unos años.

Creando Valle, por ejemplo, es una de las entidades más jóvenes (data de 2012). La actriz Valeska Urqueta, una de sus integrantes, cuenta que su creación se debe a “la necesidad de recuperar los valores humanos, de hacer cultura y resistencia a la destrucción de glaciares en el Valle del Huasco, en manos del proyecto minero Pascua Lama”.

otroarte5ompuesto por “niños y artistas comprometidos”, ya han realizado diversos encuentros, talleres y murales. Trabajan con todas aquellas personas “que quieran sumarse a esta iniciativa para sensibilizar a la población y hacerla tomar conciencia” y se financian “de manera autogestionada, con aportes voluntarios”.

Su público es la población del Valle del Huasco en general. “También tenemos página por Facebook , ahí tenemos hartos seguidores de diferentes lugares de chile y el mundo”, cuenta Urqueta.

 “Para que el público entienda”

Pero no todos los grupos están al servicio de una causa tan concreta. La compañía “Otroarte”, de 16 integrantes, por ejemplo, hace teatro, danza, circo y música en vivo, y su público es “la familia”. “Nos atrae mucho el hacer espectáculos donde todos puedan disfrutar”, explica su productor, César Guajardo.

Al fundar la compañía, el objetivo fue poder crear un espectáculo propio con un buen nivel artístico donde fluya el nuevo circo, “con historias concretas que la gente pueda entender”, agrega.

“En nuestro interior tenemos siempre presente en que tal vez algunas personas por primera vez están mirando una obra artística, entonces queremos motivarlos a que sigan explorando diferentes tipos de arte. Por eso que tratamos de que nuestras obras sean dinámicas, atractivas y con un lenguaje concreto”, explica.

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Como compañía, han otorgado sus servicios artísticos para varios tipos de eventos, festivales, y lanzamientos de productos, y presentado sus obras en lugares como los Mall Plaza.

Además de prestar servicios artísticos para diferentes productoras de eventos, la compañía tiene una alianza con la corporación cultural santiaguina Nuestro Espacio, donde ayudan en la parte pedagógica en talleres artísticos para escuelas vulnerables, el desarrollo del espacio para creaciones artísticas y también co-organizan el “Carnaval por el derecho a la creatividad”, que este año tendrá su cuarta jornada.

Software libre

Otro rollo tienen en Cultura Libre, nacido en 2008 en la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile, en principio un grupo fuertemente ligado a la CNSL.CL (Comunidad Nacional de Software Libre y Cultura Libre).

Allí participan estudiantes de distintas universidades (Universidad de Chile, UMCE, PUC), profesores, profesionales y trabajadores de distintas áreas.

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Cultura Libre se especializa en actividades vinculadas a las tecnologías libres, la sustentabilidad, las economías colaborativas, el cooperativismo, la universidad abierta y las licencias libres, entre otros.

 

“Hemos participado en la realización de encuentros como el FLISOL Santiago (Festival Latinoamericano de Instalación de Software Libre); Festival Libr3: Cultura, Tecnología y Sustentabilidad y la Bienal de Artes Mediales, así como también en distintos seminarios, talleres, foros, conversatorios y trabajos voluntarios”, señala uno de sus miembros, el ingeniero David Pineda.

Los miembros de Cultura Libre se oponen al proceso de apropiación de la cultura que sucede bajo el sistema actual y los discursos dominantes que determinan qué es o no es cultura, lo que repercute en la valoración de las personas y pueblos como algo válido dentro de una sociedad, en que no hay un concepto de esta como bien común, según Pineda.

Una de sus inquietudes es  “cómo el modelo de desarrollo colaborativo podía ser aplicado a distintos ámbitos culturales, en donde la limitación del acceso y producción cultural es consecuencia de la mercantilización de esta”, asegura. Por eso “el libre acceso a la cultura como elemento vivo y dinámico es una de las consignas centrales de nuestra agrupación. Es una apertura hacia otro modo de pensar y actuar”.

 

Otro Arte

Otro Arte

Cultura oficial y no oficial

Obviamente, todos estos grupos tienen una visión más o menos crítica de la cultura oficial. ¿Qué los distingue de ella? “El compromiso,  creemos en el arte para la transformación social”, dice Urqueta, rotunda, para quien en la cultura actual chilena falta más protagonismo de las bases y de los agentes que realizan cultura a nivel local y barrial.

“Estos deben ser valorados y visibilizados porque el desarrollo cultural del país en gran parte está en estas manos”, dice. Y advierte: “mientras los medios masivos de comunicación no estén interesados en transmitir o entregar verdaderos valores humanos a la sociedad chilena, será más difícil avanzar culturalmente y en temas de derechos”.

Otros, como Guajardo, son más optimistas. El productor cree que, además de un crecimiento en la cantidad y calidad artística en todas las áreas, el arte urbano y popular cada vez es mejor mirado dentro de las artes, lo que permite seguir profesionalizándolo, generar arte con identidad y “rescatar a nuestros artistas autodidactas”.  “Todo esto, según nuestra visión, nos permitirá potenciar la  cultura local que en algún minuto tendrá un sello internacionalmente reconocible”.

En Cultura Libre, en tanto, con más duros, y apuestan a un trabajo cultural en red, abierto, horizontal, desde abajo, “mientras la cultura oficial trabaja en torno a la industria, los artistas y espacios consagrados y un enfoque de consumo cultural”.

“Creemos que las políticas culturales de los gobiernos y del sector privado se concentran mayormente en la producción de espectáculos para consumidores de ‘arte’ pertenecientes a una elite con capacidad de pago, o dirigidas a entretener a espectadores masivos”, critica Pineda. “Este enfoque no considera la construcción de identidad por ejemplo, o bien favorece identidades orientadas al consumo pasivo”, aunque “dentro de nuestra visión está naciendo un fuerte movimiento de múltiples identidades en red que están revalorando lo comunitario, lo social, lo colaborativo, lo común que es en donde  apuntamos estar”.

Para Patricia Requena, de Cultura Viva, la cultura de base recoge la pertenencia y las identidades locales, propias.

“Se trabaja desde y para la comunidad, haciéndose cargo de las necesidades e inquietudes de los involucrados; no se instala ni se vende sin un contenido social, como se observa por lo general en la oferta oficial. Ella, si bien es aceptada por el aparataje comunicacional que la rodea, no transforma los entornos, ni el día a día de quienes la consumen”, dice.

“Creemos que, incluso, muchas veces enajena a las personas de sus esencias propia. En cambio, la cultura de las comunidades, al construirse en conjunto,  crea lazos y desarrolla vinculación, fortaleciendo con esto a la trama social”, destaca.

“La vida cultural en Chile es muy profunda, muestra y es producto de nuestra diversidad; se desarrolla diariamente en todas partes, sin permiso de nadie. Más allá de todo lo que es visible en la cultura, hay sectores segregados, no considerados, limitados a sus propias iniciativas y capacidades.  Si bien se realiza y está viva, esto ocurre con pocos recursos, pocos espacios permanentes, poco reconocimiento, lo que provoca que los procesos aún se deben interrumpir por estas razones, y dejar a niños en talleres, jóvenes en sus creatividades, truncos”.

Para Requena, la cultura que hace la gente en sus espacios, podría ser mucho más efectiva en términos de impacto sociocultural y artístico, patrimonial incluso, si la situación fuera mejor y su sustentabilidad estuviese asegurada. “Para ello muchos pensamos que hace falta destinar una parte del presupuesto asignado a cultura, en el presupuesto nacional, a estos procesos”.

 

 

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