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David Grossman, un peso pesado de la literatura mundial: “Mis libros me dieron la sensación de que tenía un lugar en el mundo” El escritor israelí ofrecerá dos charlas en el festival “Puerto de Ideas”

David Grossman, un peso pesado de la literatura mundial: “Mis libros me dieron la sensación de que tenía un lugar en el mundo”

Uno de los eternos candidatos al Premio Nobel de Literatura visitará Chile durante dos semanas para participar en la Feria del Libro de Santiago y del festival Puerto de ideas de Valparaíso. En este artículo el escritor habla con El Mostrador Cultura+Ciudad de su último libro, de cómo abordar los traumas del pasado y da un par de consejo a los jóvenes autores.


Dos semanas vendrá a Chile el renombrado autor israelí David Grossman, en su primera visita al país.

No solo estará en el Festival Puerto de Ideas Valparaíso donde dictará dos charlas: «Esperanza y desesperanza: De la realidad a la ficción y de vuelta a la realidad», programada para el sábado 8 de noviembre y «Conocer al otro lado de lo profundo», el domingo 9, sino que también estará en la Feria del Libro de Santiago, evento en el que realizará una firma el próximo viernes 7 de noviembre en el stand de Penguin Random House Grupo Editorial, la única actividad de contacto con sus lectores en Santiago. Luego viajará a las Torres del Paine.

David Grossman

David Grossman

Grossman había venido varias veces a Sudamérica. “Mi esposa y yo tratamos de venir al menos dos veces al año y conocemos bastantes países de la región”, señala.  “Si volvemos cada año, comprenderá que nos gusta mucho estar allí”.

Nacido en 1954 en Jerusalén, Grossman empezó a trabajar en la radio israelí, conduciendo un programa para niños, pero desde 1988 se dedica exclusivamente a la escritura de novelas, que compagina con la actividad de articulista para los periódicos más prestigiosos del mundo.

Tiene en su haber ocho obras de ficción para adultos y una producción importante de novelas para adolescentes. También destacan sus ensayos que se ocupan de temas políticos y medioambientales.

Figura de gran talla intelectual y moral, Grossman forma parte de un comité que debate la posibilidad de entendimiento entre el pueblo israelí y palestino, y ni siquiera la muerte de su hijo Uri en combate en la guerra del Líbano en 2006 le ha hecho desistir de su misión. Junto a su compatriota Amos Oz, además ha sonado varias veces como candidato al Premio Nobel de Literatura.

Lectores latinos

“Cada país y cada región es un poco distinto”, señala consultado por el público lector latinoamericano. “Tengo muchas reacciones en forma de cartas o correos electrónicos desde Sudamérica, en reacción a mis libros. Debo decir que son muy apasionados”.

Para el escritor es sorprendente la conexión que logra con su público, sorteando las diferencias culturales.

“Es raro, sabes, yo escribo mis libros en Jerusalem, en un subterráneo”, explica. “Es un trabajo muy solitario, y de repente voy a un lugar como Chile o como Colombia en años anteriores, o México o Perú, y siento que mis libros tocan el corazón de gente en lugares remotos y siento que la gente es capaz de comprenderme, a pesar de toda la distancia y las diferencias de la cultura y el idioma. Probablemente algunas cosas son universales a todo ser humano”.

Último libro

Martin A. La Regina

El último libro de Grossman, “Más allá del tiempo” (2013, Lumen), habla del deseo de un padre hacia un lugar atemporal donde encontrarse con su hijo, muerto hace cinco años, en una reflexión del autor sobre la muerte de su propio hijo. En esa búsqueda el protagonista se encuentra con otros personajes con quienes comparte el luto.

“Es un libro que escribí luego de que mi familia y yo perdiéramos a nuestro hijo, que falleció en la guerra del Líbano hace ocho años”, dice. “Lo escribí porque sentía que no tenemos palabras para hablar de ello. Usualmente el lenguaje se queda corto cuando se trata de hablar de situaciones emocionales extremas, que pueden ser muy buenas y atesorables o tristes y dolorosas”.

“En esos casos inmediatamente comenzamos a hablar en clichés de lo que sentimos, y yo sentía que los clichés no eran suficientes”, agrega. “Yo quería usar mis palabras para decir lo que sentía, expresar los matices de mis sentimientos. Y todo el libro es una especie de viaje para encontrar palabras que sirvan para hablar de ello. Es un libro sobre movimiento, que trata de significar el duelo de la persona y sobre cómo la catástrofe te define. Yo no quería que la catástrofe definiera nada, quería definirme en mis propias palabras”.

Los traumas del pasado

“Más allá del tiempo” trata de lidiar con un trauma del pasado personal del autor, tal como Israel ha lidiado con el Holocausto o Chile con el golpe militar de 1973. ¿Cómo se pueden enfrentar, para Grossman, los dolores de la historia personal y colectiva?

“El trauma puede tener dos efectos diferentes: uno es obsesionarse con ello y el otro es ignorarlo”, afirma. “Yo creo que debe haber un término medio. Hallamos palabras para hablar de lo que pasó, no lo evitamos, ni lo suprimimos, ni lo negamos. Tratamos de ponernos en esta situación para intentar comprenderlo, para saber qué nos hizo o cómo cambió nuestra vida, cómo afectó la manera en que tratamos a otras personas”.

Para Grossman, uno se puede volver más cínico después de un trauma, “porque perdemos la fe en el ser humano. Creo que cuando reflexionas acerca de ello y lo escribes en palabras, eres capaz de enfrentarlo de una manera más sana”.

Sin duda la gente debe hablar de lo ocurrido, según Grossman. “Hablar de ello con la gente, sacarlo nuevamente a la luz. No temer lo que piense el otro, ni de lo extremo de los propios sentimientos. He conocido mucha gente que ha perdido a sus seres queridos en la guerra. Veo que muchos tratan de encarcelarse a sí mismos en su agonía, y no quieren compartirlo con otros. Creo que estas personas están perdiendo algo, no están en contacto ni con su propio luto ni con la realidad”.

El escritor y un largo camino

A los 60 años, sin duda Grossman habla con la voz de la experiencia. Una larga vida que le ha permitido desarrollar además una fructífera carrera literaria, con numerosos libros, traducciones y premios. ¿Alguna vez pensó que iba a llegar tan lejos?

“Es una pregunta muy dulce”, responde. “Pued0 decirle que incluso ahora me cuesta creerlo. Escribo sobre cosas tan personales, tan íntimas, ¿cómo otra gente puede interesarse en ello? Cada vez que hay una nueva traducción de un libro mío o hay reacciones tan emotivas en países que nunca imaginé me siento muy feliz”.

“Siento que me han comprendido, algo que a veces ni siquiera sucede con gente muy cercana a uno”, reflexiona. “Mi experiencia, por los libros que he escrito y que han sido traducidos, es que a veces tal vez sea más fácil comprender un libro que a un ser humano con todas sus exigencias”.

Por lo visto, han sido, entonces, sorpresas para bien. “Contra todo lo que he creído alguna vez, que nadie iba a comprenderme, que la gente es enemiga entre sí, esto de que el hombre es el lobo del hombre, tomando que crecí en la Israel después del Holocausto, con todas las guerras y la violencia alrededor mío… No fui criado para creer en lo bueno del ser humano. Debo decir que mis libros me dieron la sensación de que tenía un lugar en el mundo, y eso es algo muy precioso”, añade.

De paso, Grossman da un par de consejos a los escritores jóvenes.  “Lean mucho. Mientras más lees, más comprendes la naturaleza de la escritura, y de la necesidad de ser muy preciso y no manipular con tu lenguaje. Escribir te pone en contacto con todas tus limitaciones, porque a cada rato ves lo difícil que es ser preciso. Como dijo Beckett, ‘intenta de nuevo, falla de nuevo, falla mejor’. Y no te rindas”.

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