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«Volverse palestina»: El dedo en la tecla…el dedo en la llaga Presentación del libro de Lina Meruane

«Volverse palestina»: El dedo en la tecla…el dedo en la llaga

En las primeras 100 páginas de «Volverse Palestina» están contenidas las crónicas que van desde el proceso de mirarse y encontrarse con su impronta de ojos oscuros y melena rizada, para luego aterrizar en los territorios ocupados. Aquí se concreta este viaje sin retorno a la palestinidad, cuando la autora confronta su imaginario al ejercicio desgarrado y sin censuras de vivir la ocupación. De mirarla a la cara y desafiarla. De desnudarse en cuerpo y alma, y desnudarla.


 

volversepalestina“Ya no hay manera de volver atrás, de volverse hacia nadie en busca de refuerzos: cada palabra es un muro alto y liso que requiere ser echado abajo, aun cuando la granada que lo destruye pudiera explotar sobre la mano que escribe. El dedo sobre la tecla. El seguro que se retira antes del lanzamiento».

Así concluye este libro que en rigor son dos, uno de crónica y otro de ensayo, y que lleva como título una suerte de declaración de guerra, de principios, o una advertencia: Volverse palestina. Es decir, volverse sospechosa, terrorista, radical, oscura… ¡Peligrosa!

Lina Meruane, es una escritora chilena de origen palestino, que enseña literatura universal y cultura latinoamericana en la Universidad de Nueva York y ha escrito el libro de relatos Las Infantas; las novelas Póstuma, Cercada y Fruta Podrida; y los ensayos como Contra los hijos, o Viajes Virales. Una obra por la que ha sido reconocida nacional  e internacionalmente con el Premio Sor Juana Inés de la Cruz, en México y el Anna Seghers, en Berlín.

En las primeras 100 páginas de Volverse Palestina están contenidas las crónicas que van desde el proceso de mirarse y encontrarse con su impronta de ojos oscuros y melena rizada, para luego aterrizar en los territorios ocupados. Aquí se concreta este viaje sin retorno a la palestinidad, cuando la autora confronta su imaginario al ejercicio desgarrado y sin censuras de vivir la ocupación. De mirarla a la cara y desafiarla. De desnudarse en cuerpo y alma, y desnudarla.

Desnudarla, como diría Hanna Arendt, en su dimensión aterradoramente normal.

En esta parte del libro, en la intimidad filosa de la escritura, en sus movimientos precisos, en la primera escala de su viaje que aún no tiene escalas, léase el aeropuerto de Londres, léase personal de la línea aérea israelí, léase policías israelíes, revisiones, interrogatorios… etecétera.  Antes de aterrizar en Tel Aviv, antes de Jaffa, de Beit Yala, de la casa de su padre que no puede visitar  y a la que debe volver; antes del muro humillante que cerca y cercena en más fragmentos a la Palestina ocupada, ya Lina Meruane, ha emprendido el  cambio de piel.

Es que en este ejercicio vital también se aprende que  tanto las identidades como las certezas mutan. Porque finalmente,  nada es tan rotundo,

Desde volverse palestina a las siguientes 100 páginas de Volvernos otros, la segunda parte del libro, hay un giro. El viaje narrado en claves de crónica que la lleva a Palestina y a la palestinidad,  ese género que, como dice Jean Franco, es capaz de capturar el aire de su tiempo para luego subvertirlo, deviene en otro tan híbrido como el primero. El ensayo.

Meruane,  alejada de la nostalgia de sus ancestros y atrapada en el escenario brutal, trágico de las callejuelas de piedras que le rompen los pies; de los alambres de púas que le punzan la paciencia; de las armas apuntándola al corazón de sus orígenes emprende un nuevo gesto político:  interpelar al habla de los intelectuales.

-“Regreso a los territorios ocupados un  años más tarde -escribe Lina Meruane-  esta vez acompañada de la escritura de otros”….»hacía falta regresar a los planteamientos  del pasado y a las vicisitudes del lenguaje que sirvió para armar esta historia”, explica.

Así, bucea en las bibliotecas, en los clásicos, en los vivos y en los muertos, para continuar el diálogo desde la razón pura, batiéndose a duelo por ejemplo con Adorno y su frustrada idea que escribir el holocausto era un acto de barbarie, porque era embellecer el horror, hasta que devino la avalancha de testimonios, novelas, ensayos, y palabras que lo hicieron desdecirse.

En este diálogo cara a cara con Adorno, Bauberot, Mourid Barghouti, Amos Oz, Gandhi, Golda Meir, David Grossman,Vargas Llosa, Hobsbawm, Edward Said, Sontag, y muchos más, Meruane apunta a las palabras -holocausto- ocupación-antisemitismo- apartheid-paz-shalom… quita el seguro, teclea sobre las letras,¡ y dispara¡ porque sabe que nombrar  no es un juego sino una política.

Ella sabe que nombrar es también romper el cerco del empate. Sabe que no hay simetría en este conflicto, aunque muchos intenten disfrazar su complicidad en las masacres a los palestinos con eufemismos y chantaje como el que denuncia el propio Vargas Llosa cuando reclama: “no acepto el chantaje al que recurren muchos fanáticos, de llamar antisemita a quien denuncia los abusos y crímenes que comete Israel”.  O  bien el historiador  Eric Hobsbawm, durante la guerra contra Gaza, no la de ahora sino la del 2009, cuando escribe:

-“Permítanme que no me ande con rodeos: la crítica a Israel no implica antisemitismo, pero las acciones del Gobierno de Israel causan vergüenza entre los judíos y, sobre todo, dan pie al actual antisemitismo. Desde 1945, los judíos, dentro y fuera de Israel, se han beneficiado enormemente de la mala conciencia de un mundo occidental, que se había negado a la inmigración judía en la década de 1930, unos años antes de que se permitiera o no se opusiera al genocidio.”

Como pez en el agua Lina Meruane se sumerge en el debate de intelectuales de todas las latitudes que desde hace más de sesenta años discuten desde distintas posturas en torno a la ocupación que vive el pueblo palestino. Y lo hace esgrimiendo que hay que fracturar con el lenguaje “la asfixiante dicotomía a la que nos somete el discurso político”, porque-nos dice más adelante- “el pobre idioma de la dicotomía acaba reemplazando toda complejidad y todo pensamiento crítico”.

El libro “ Volverse Palestina” no termina con el retorno de la autora a su residencia en Nueva York. El texto de Meruane no termina. Solo se interrumpe al llegar a la página 200, cuando nuevamente se ha desatado otro conflicto, cuando una nueva asimetría explota, y una nueva masacre se pone en marcha impidiendo un nuevo viaje, ahora sí a la casa de su padre en Beit Yala, Cisjordania.

Pero Gaza está cercada, Gaza está siendo arrasada, y es que finalmente todos somos Gaza, todos somos musulmanes, todas nos tapamos el cabello, todos somos palestinos…

Y,  Lina Meruane , el dedo sobre la tecla… el dedo en la llaga!

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