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“Prometeo, el origen”: El saber transformador de la especie o su ignorancia Hasta el 14 de diciembre en el Gam

“Prometeo, el origen”: El saber transformador de la especie o su ignorancia

El mito de Prometo en la propuesta de Griffero permanece intacto. El hombre que desafió a Zeus y a los dioses del Olimpo para entregarle el saber a los seres humanos, es la historia que representan los actores en Prometeo, el origen para nosotros. Andrea (Paulina Urrutia) recibe como regalo de cumpleaños un libro. Su título: Prometeo, el origen. Su contenido, el mito que la llevan apasionadamente a representarlo en el escenario. Será esa gran “bitácora” o travesía planetaria, la reescritura que entonces hiciera Griffero “2500 inviernos” después.


“Yo me pregunto por la especie de un planeta”, dice Ramón Griffero, y es que Prometeo, el origen, nos devuelve precisamente a la raíz de una reflexión profunda: ¿cuál es el estado, hoy día, de nuestra especie? Desde ahí el dramaturgo nos enfrenta a ese planeta “triangular” en el que habitamos, al planeta de Prometeo, espacio que es origen y orden para nosotros.

El director y dramaturgo nos presenta este, su último trabajo, con la compañía Teatro de Fin de Siglo. Paulina Urrutia, Taira Court, Antonia Zegers, Manuela Oyarzún, Juan Pablo Peragallo, Danny González y Omar Morán, en un despliegue escénico fiel a lo que ha sido la poética de este director durante más de tres décadas, levanta el mito de Prometeo desde las leyes que rigen su espacio escénico y su propia dramaturgia. Esto es lo que ha distinguido hasta el día de hoy, su labor teatral, como una forma de representación única donde se ubican las utopías escénicas que lo obsesionan. Su amplia trayectoria desde mediados de los años 80 (Fin del Eclipse, Sebastopol, Chile Bi 200, Tus deseos en Fragmentos, entre tantas otras) se ha desarrollado alrededor de su conocida Dramaturgia del Espacio, que reflexiona sobre “el artificio de la estructura dramática” y las valoraciones del lenguaje escénico para desarticular procedimientos teatrales puestos en crisis.

prometeo©Riolab (20)

Prometeo, el origen es la “instalación” de la pregunta por la especie humana, la geometría de un orden universal tanto de las emociones como del tiempo, las que subyacen a la propia especie.[1]

El mito de Prometo en la propuesta de Griffero permanece intacto. El hombre que desafió a Zeus y a los dioses del Olimpo para entregarle el saber a los seres humanos, es la historia que representan los actores en Prometeo, el origen para nosotros. Andrea (Paulina Urrutia) recibe como regalo de cumpleaños un libro. Su título: Prometeo, el origen. Su contenido, el mito que la llevan apasionadamente a representarlo en el escenario. Será esa gran “bitácora” o travesía planetaria, la reescritura que entonces hiciera Griffero “2500 inviernos” después.

Sobre el escenario, la disposición geométrica de los actores, la imagen a gran escala de la figura de un triángulo partido en dos, y la estética del vestuario que rememora los tiempos de la Grecia de Esquilo, afirman la idea “caleidoscópica” de este montaje, sustantivo que el propio Griffero utiliza para nominar este viaje. Las emociones, dispuestas también a gran escala, son las que se encarnan en voces y cantos para representar una “metafísica espiritual”. Con esto, el propio dramaturgo escenifica las palabras como sustancias o ideas, como objetos antes que como personajes. Porque esta es una poética del texto, al servicio de un espacio que la recibe como instalación, como materia. Porque, como dice el libro que recibe Andrea, “le entregué a la humanidad la mágica filosofía de la escena para poder construir su futuro” y es este, también, la representación que ella junto a sus compañeros de escena nos entrega.

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Siete años le llevó a Griffero finalizar este montaje. Dos años, solamente dirigirlo.

La artista visual y diseñadora Javiera Torres fue la responsable de materializar los cuestionamientos escénicos y dramatúrgicos en este proyecto. Un aspecto sin duda determinante para la puesta en escena total. Griffero, al escoger trabajar con ella, también elige subir al escenario un universo plástico en el cual traducir el mito y la interpretación de su autoría.

El saber que heredamos, y que Prometeo nos entregó, es liberado en este montaje para, precisamente, movilizar nuevas transformaciones. Javiera, en una atrevida síntesis estética, consigue convertir el escenario en recovecos dóciles para la ubicación no solo de los cuerpos, sino también de las voces. Como una gran instalación en movimiento, o la suma de varias pequeñas en secuencia indisoluble, Griffero enfatiza con su radical dirección, el desarrollo de esta obra en el espacio. Dicha plasticidad es útil para el histriónico desenvolvimiento del elenco, quienes, entre otras acciones, cantan, se desplazan en atractivas coreografías para transmitirnos un texto de fácil comprensión. Resultan llamativos, sobre todo, los momentos de comicidad alcanzados por las actrices. Un ejemplo es la interpretación de Manuela Oyarzún, quien vestida en una de las escenas con impermeable y audífonos, logra impecables momentos siendo varios los momentos más hilarantes de la obra.

Con algunos tintes de ciencia ficción, o estéticas que podrían llevarnos a imaginarios como los de Planète Sauvage de René Laloux (película de animación francesa que cuestiona al ser humano en su relación con la adquisición de conocimiento), Ramón Griffero plantea, entre otras cosas, “la incapacidad del hombre para concebir su imaginario, ya que al querer concretarlo, “aparece la especie que lo destruye”. Y entonces, ¿qué hicimos nosotros, como especie,  con ese saber heredado? Pero en Prometeo, el origen también habría un recorrido artístico, dramático y espacial–en cuanto a los procedimientos de montaje- que refieren a la biografía teatral de su director.

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La continuidad narrativa de esta obra, con la de años anteriores en el trabajo de Ramón Griffero, apuntan hacia una reflexionara que lo llevan a él a revisar su propio oficio. La imagen de los actores sujetando globos terráqueos durante la función, alude a otra, una que data de 1988: Santiago Bauhaus. Sin duda lo anterior no es casualidad, así como tampoco el que este director haya escogido el mito de Prometeo hoy, para reflexionar acerca del teatro y del hacer. Instalar al ser humano en tiempo presente pero cuestionándonos nuestra existencia como materia y objeto de conocimiento, permite acercarnos a ese saber, desde una realidad donde sí es posible la ficción.

“Prometeo, el origen”

Compañía: Teatro de Fin de Siglo.

Dramaturgia y dirección: Ramón Griffero

Elenco: Paulina Urrutia, Taira Court, Antonia Zegers, Manuela Oyarzún, Juan Pablo Peragallo, Danny González y Omar Morán.

Asistente de dirección: Ricardo Balic

Música: Alejandro Miranda

Diseño Integral: Javiera Torres

9 al 14 de Diciembre. Miércoles 21:30 Jueves a Sábado 21:00 Domingo 20:00 hrs.

Sala A 2 Centro GAM

 [1]Para ahondar aun mas en Prometeo, el origen y en la Dramaturgia del Espacio, el centro GAM ofrecerá una clase Magistral gratuita el día 3 de Diciembre a las 19 horas.

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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