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“Todos los árboles”, el singular poemario de escritura minimalista de Isabel Baboun Fue presentado por la escritora Claudia Apablaza

“Todos los árboles”, el singular poemario de escritura minimalista de Isabel Baboun

Se trata de un libro breve con poemas breve en apenas 50 páginas donde Isabel -quien además es crítica de teatro de El Mostrador- recorre temas como el amor y el viaje de un lugar a otro; algo que conoce bien, tras vivir una buena temporada en Estados Unidos. “La inspiración no es una, fueron varias”, señala la autora, entre otras “los mismos parques extensísimos que habían en plena ciudad, relaciones de amistad intensas porque cruzaban el conflicto de estar en otra tierra que no es la de uno, y también confesiones por completo abiertas, como cuando de verdad haces amistad con alguien desde lo profundo”.


Un singular poemario ha escrito Isabel Baboun (Santiago de Chile, 1984) con “Todos los árboles” (Editorial Libros del Amanecer), lanzado recientemente en el centro cultural Estudio Panal, donde fue presentado por Claudia Apablaza y la cineasta Tiziana Panizza.

Se trata de un libro breve con poemas breves en apenas 50 páginas donde recorre temas como el amor y el viaje de un lugar a otro, algo que Baboun conoce bien, tras vivir una buena temporada en Estados Unidos.

isabelbaobon“No quiso cama ni goce/no quiso ir ni volver de la mano con él/quiso calle, una casa muy cerca/el extravío fue su risa/es ahí donde se salva/porque la inventa”, puede citarse, a modo de ejemplo, para ejemplificar el tono del texto. Baboun, actriz de la Universidad Católica de Chile, realizó estudios en Escritura Creativa en Español en la Universidad de Nueva York.

Anteriormente, algunos de sus poemas aparecieron en la revista internacional de literatura Galerna de Estados Unidos y en el Periódico de Poesía de la  Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Además es autora del poemario Un cuarto un nombre (Nueva York, Pen Press, 2011). En narrativa fue finalista del concurso de cuentos Paula 2012 con el cuento Pablo

“A primera vista, la disposición del follaje de este libro de Isabel Baboun pareciera la de un bosque natural, un bosque húmedo y de hojas largas, de clima frío aunque pocas coníferas”, escribe en el prólogo del libro el escritor argentino Federico Falco.

“Pero a medida que avanza su lectura, descubrimos una mano que fue trazando senderos, dibujando caminos, creando perspectivas y blancos para que desde determinados versos la vista se abra y permita mirar no solo el plano detalle de la corteza circundante, sino también las formas enteras de cada árbol, superpuestas unas a otras, con leves diferencias de color en sus hojas, motivo y variación en la vista panorámica”, señala.

Fuentes neoyorquinas

La autora revela que escribió el libro cuando aún estudiaba en Nueva York. “La inspiración no es una, fueron varias”, señala, entre otros “los mismos parques extensísimos que habían en plena ciudad, relaciones de amistad intensas porque cruzaban el conflicto de estar en otra tierra que no es la de uno, y también confesiones por completo abiertas, como cuando de verdad haces amistad con alguien desde lo profundo”.

El mismo título, por ejemplo, “tiene que ver con la presencia de los árboles a lo largo no solo de la escritura de este libro, sino también de ellos durante mi vida, mi infancia”, explica.

“Muchas de las principales pulsiones de escritura que tuvo estos poemas llegaron desde largos paseos por parques, caminatas por bellísimos bosques e incluso por extravíos en esas rutas. Hubo veces que abrazábamos árboles con quienes daba esos paseos; otras, eran parte del cuadro de nosotros -con quienes acostumbraba caminar- y de esas conversaciones”, agrega.

“Son como contenedores de los tantos ‘ecos’ producidos en voz alta según estados emocionales, y las propias zonas de este libro”, afirma.

Los escenarios

En cuanto a los temas, Baboun prefiere hablar de «estados» o incluso “escenarios”.

“Desde ahí si hay construcciones, fricciones con el mundo”, cuenta. “Hay una pareja…o dos. La distancia, el quiebre de un país con otro. La llegada como imagen, no como relato. Porque este libro es también un compendio de imágenes, como espacios en blanco y otros a lápiz”.

“Son bosquejos de lo que vi, de lo que escuché, y de lo que vieron otros conmigo. De forma muy intensa, íntima y también violenta”, remata.

Sin duda, la escritura “mínima” o “minimalista” es otra de las características de este libro. Baboun lo vincula “a la idea de lo íntimo”.

“Porque andar por un parque o incluso por una ciudad llena de bulla como lo fue en ese entonces Nueva York, es adentrarse en uno mismo y en el que te acompaña”, reflexiona.

“Es una conversación muchas veces a ciegas pero llena de tonos, ecos, estrofas…Quise ‘enmarcar’ o ‘timbrar’ cada página con lo que vi pero con las palabras,  como testigo. Porque durante esta escritura fui testigo de árboles y de confesiones…de muchas. Y en mí se alojaban como lo breve pero a la vez como lo más vivo del mundo”, cuenta.

Influencias varias

En cuanto a sus influencias, Baboun reconoce varias.

“Me muevo según las motivaciones de cada proyecto. Pero sí decir que Herta Muller, Nicole Brosard, toda la tragedia griega y sus reescrituras, Silvia Plath, William Faulkner… aunque ahora estoy más obsesionada con lo visual, con obras que no son libros pero a la vez lo son, que están en lo híbrido, que se escriben desde la necesidad de la imagen”. En este sentido, Baboun nombra las novelas gráficas, aunque también el cine.

“Conocer la poesía de Mercedes Roffé fue muy impactante, también leer a Marosa Di Giorgio y te diría que casi todo Bolaño”, añade. “El libro ‘Lagar’ de Gabriela Mistral, muchísima música como Arvo Pärt, y también el mismo inglés, como idioma que afloraba en mí desde un lugar nuevo, y por lo mismo muy ‘ensoñado’, como una otra voz a veces irreconocible”.

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