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Escritor español Javier Cercas: “No hay ningún país que tenga un pasado limpio” El narrador se caracteriza por mezclar crónica, ficción y ensayo

Escritor español Javier Cercas: “No hay ningún país que tenga un pasado limpio”

El autor presentó en Chile su última novela, “El impostor”, que habla de un catalán, Enric Marco, que durante décadas se hizo pasar por sobreviviente de los campos de concentración nazis. En esta entrevista trata de explicar cómo un hombre pudo engañar a tantos durante tanto tiempo y asegura que la historia de los países está hecha de sangre y porquería. «No podemos vender que está hecho de heroísmo y buenos sentimientos, eso es falso”, dice.


Los heroísmos y el pasado son dos temas permanentes en la obra del escritor español Javier Cercas (Ibahernando, 1962), y “El impostor”, su último libro, que presentó el miércoles en Santiago, no es la excepción.

Si antes sus personajes fueron un soldado republicano que al final de la Guerra Civil española perdonó la vida a un líder falangista que debía fusilar (“Soldados de Salamina”) o un veterano de la Guerra de Vietnam, atormentado por su participación en una matanza de civiles (“La velocidad de la luz”), esta vez su objeto de estudio es Enric Marco, un catalán que tras décadas haciéndose pasar por sobreviviente de los campos de concentración nazis fue desenmascarado como un impostor.

¿Qué hizo que Marco mintiera de forma tan descarada por años? ¿Por qué el público y los medios le creyeron a pie juntillas sus inventos? ¿Qué papel juega el pasado en nuestro presente? Estas fueron preguntas que el propio Cercas intentó explicarse y responder con este libro.

Sobre héroes y antihéroes

¿Qué es un héroe? Esa es una pregunta clave en la obra de Cercas, también aquí, donde es uno falso, que finge serlo.

“Un héroe es alguien que es capaz de decir ‘no’ a tiempo”, asegura el escritor. Ya lo ejemplificó Cercas en su libro “Anatomía de un instante”, un relato sobre el fallido golpe de estado de 1981 en España.  Allí cuenta cómo, cuando un grupo de militares se toma el Congreso y uno de ellos intimida a Adolfo Suárez, entonces recién dimitido presidente de gobierno, para que se tire al suelo, éste se niega. Y se convierte así en una héroe de la democracia.

En el caso de Enric Marco, el protagonista de su último libro, es todo lo contrario. Para Cercas, es un hombre que dice “sí” a todo, “que siempre estaba con la mayoría, el ‘hombre de la multitud’, como diría Edgar Allan Poe”.

Un hombre que está “donde calienta el sol”, en buen chileno: republicano cuando había que ser republicano, antes de la Guerra Civil, franquista cuando la dictadura se impuso, a tal punto que se embarcó voluntariamente entre los trabajadores españoles que se fue a laborar a la Alemania nazi, y nuevamente republicano tras el retorno de la democracia, llegando a ser incluso un miembro importante del movimiento sindical en su país.

El mal es más interesante

¿Por qué Cercas dedicó años de investigación para escribir un libro sobre un impostor como Marco?

“Podemos prescindir de los buenos, pero no de los malos”, responde el autor. “Es más interesante y necesario entender el mal que entender el bien. Eso hace la literatura: tratar de entendernos a los seres humanos en su complejidad, permitir ponernos en la piel de un gran asesino, etc.  Cuando alguien me pregunta cómo pude escribir este libro, yo me pregunto cómo es que no se han escrito cincuenta. (Mario) Vargas Llosa dijo en un artículo que este tipo es el mayor impostor en la historia de la humanidad. Estoy de acuerdo. Es un Maradona, un Picasso de la impostura…”. Y compara su historia con la de Tania Head, la mujer que llegó a convertirse en la presidenta de la asociación de víctimas del 11-S, en Estados Unidos, cuando luego se descubrió que ni siquiera había estado en Nueva York el día de los ataques de 2001.

Con su libro, el escritor intentó responder algunas preguntas. Por ejemplo, “¿cómo es posible que alguien mienta sobre el crimen más espantoso en la historia de la humanidad?  ¿Cómo es posible que engañase a todo el mundo durante tanto tiempo?”. Y por último: “¿qué hay en nosotros de este hombre?”.

“Hay que recordar que este hombre fue el presidente de la Asociación de Deportados Españoles”, señala. “Dio centenares de conferencias, decenas de entrevistas en la radio, en la televisión, habló en los foros más notables del país, en el Congreso de los Diputados. ¿Cómo es posible que todo el mundo se dejase engañar?”.

Las respuestas son muchas, aunque no son absolutas, agrega. Según Cercas, en cuanto a la primera interrogante, Marco mentía “porque quería ser aceptado, querido, admirado”. Algo que deriva de su biografía y su contexto, tomando en cuenta que fue un niño que se crió sin su madre (ella estaba internada en un manicomio) y que sufrió tiempos durísimos de miseria y hambre, primero con la Guerra Civil y luego con la dictadura franquista.

En segundo término, ¿qué empujó a la gente a creerle? “Una, se trata de un impostor genial, un actor comparado con el cual Laurence Olivier no vale nada (risas). Dos, todo el mundo le creía porque decía lo que todo el mundo quería escuchar”, responde el escritor.

Este punto es fundamental para Cercas. “No queremos escuchar la verdad. La verdad no vende, no interesa. La versión que este hombre daba, no sólo de los campos nazis, sino de la guerra y la posguerra, era una versión edulcorada, digerible, sentimental, heroica, en la cual había unos muy buenos, que éramos nosotros, y unos malos, sin las sombras de las que hablaba Primo Levi. Una versión sin las complejidades, las ironías atroces, los vértigos espantosos de la verdadera historia. Una memoria kitsch, totalmente falsificada, que todo el mundo estaba encantado de escuchar”.

Otro tema fundamental de la historia es lo que Cercas denomina “el chantaje del testigo, la absurda creencia de que el testigo tiene la verdad”.

“No es cierto, el testigo puede engañarse, puede no recordar bien, puede equivocarse y engañarnos, como hacía Marco. (Lo que dice el testigo) hay que cotejarlo”, dice.

Finalmente, Cercas también critica otra tendencia actual, la conversión de las víctimas en héroes. “Las víctimas del Holocausto, de la dictadura chilena, de la Guerra Civil española, del terrorismo, son víctimas y, sobra decirlo, merecen toda nuestra comprensión, nuestro apoyo, en todos los sentidos, pero no son héroes, no necesariamente. Marco era un héroe porque era una víctima, y su palabra no podía ser puesta en duda”.

Un producto de todos nosotros

Eso no es todo. Para Cercas su protagonista es producto de todos nosotros, especialmente de los medios de comunicación. Y no es algo ajeno a nosotros, al contrario.

“Marco es un reflejo monstruoso de lo que somos”, dice. Para Cercas, si la literatura, en su misión de “cartografiar lo más alto y lo más bajo del ser humano”,  funciona como hipérbole (“una exageración, para que lo veamos bien”) de nosotros como seres humanos –por ejemplo, “Romeo y Julieta” como una versión extrema del amor romántico- “La impostura” lo es respecto a la capacidad de engañar y de autoengañarnos.

“Todos somos actores, actuamos para que nos quieran, nos admiren. Todos tenemos algo de eso, nos maquillamos delante del espejo para no vernos como somos, todos llevamos una máscara”, reflexiona. “Marco lo lleva a un extremo monstruoso, hiperbólico”.

En última instancia, para Cercas su protagonista también es un reflejo de la historia de su país, España.

“Si hubiese contado su historia verdadera, hubiera contado la historia verdadera de mi país. Su verdadera historia es prosaica, sangrienta, cobarde, como la de mi país”, remata.

El pasado como tema clave

Con su fijación por la historia, “El impostor” habla de otro gran tema en la obra de Cercas, el pasado, que comenzó a abordar especialmente a partir de “Soldados de Salamina”. En esa novela, su protagonista, como ocurría en la España de comienzos del 2000, está “harto” de que le hablen de la Guerra Civil (tal como en Chile o en Argentina o en Uruguay muchos no quieren saber más de los horrores de sus dictaduras, porque piensan que no tiene nada que ver con ellos y son cosas que hay que olvidar), hasta que ese protagonista se da cuenta “de que eso es un error”.

“El pasado del que conservamos memoria, y del que existen testigos, es una dimensión del presente”, reflexiona Cercas. Y añade que sin la Guerra Civil no se entiende la España actual. (Podría agregarse: tal como sin el golpe de 1973, no se entiende el Chile actual).

“The past is never dead. It’s not even past”, decía Faulkner, y así lo cree Cercas.  Por eso sus obras son un constante diálogo entre el pasado y el presente. “Mis libros hablan de un presente más amplio, que incluye el pasado reciente”, afirma Cercas.

De hecho, el escritor apunta a unos de los problemas de la civilización occidental actual: “vivimos es una especie de dictadura del presente, fruto en gran medida del predominio de los medios de comunicación”.

“Este predominio tiene cosas muy buenas, pero también efectos colaterales. Para la televisión, para la radio, para los periódicos, lo que ocurrió ayer es pasado, pero lo que ocurrió hace una semana es la prehistoria. Esto crea la ilusión de que el pasado no tiene nada que ver con nosotros, de que está en los archivos, en las bibliotecas, de que es algo ajeno a nosotros. Y eso es un enorme error. Crea una enorme distorsión en nuestra percepción de la realidad, nos impide verla”, advierte.

“El pasado es una dimensión del presente. No es que sea el origen del presente, no, es una parte del presente. Si tú mutilas el presente de esa parte, el presente no se entiende, el presente político, personal, moral, todos los presentes”, señala.

“Mis libros hablan de ese presente que incluye el pasado, establecen un diálogo permanente entre el pasado y el presente, hablan de cómo el pasado perdura en el presente, de cómo el pasado actúa en el presente, cómo el pasado nos fabrica, nos hace, nos amasa. Estamos hechos de pasado”, asegura.

Cuando Cercas habla de ese pasado, no sólo habla a nivel de las personas, sino también de los países. Y más: “del mismo modo que el pasado es una dimensión del presente, lo colectivo es una dimensión de lo individual. Y no puedo entenderme sin los otros, ni a mí  mismo sin los demás”. Por eso “la política no es algo que le interesa a alguien o no, la política forma parte de nuestra vida, porque es la dimensión colectiva”.

“Sin el pasado no se entiende el presente, ni desde el punto de vista del individuo ni de las colectividades. Estamos hechos de tiempo, no de otra cosa”.

… y la memoria histórica

De ahí al tema de la memoria histórica, hay un paso. Por eso, Cercas de pregunta: “¿hay algún país que no tenga un pasado de muerte, de asesinatos?”.

Y prosigue: “Como el pasado es el presente, arreglar nuestra relación con el pasado es arreglar nuestra relación con el presente. Para los españoles, ahora mismo el pasado es un freno, porque es un asunto sobre el cual no hay acuerdo, que reaparece permanentemente, y que además es usado políticamente por parte de todos. Tiene que haber un mínimo acuerdo sobre el pasado para poder hacer algo en el futuro. Si no estás de acuerdo con el pasado, no puedes estar de acuerdo con el futuro”.

E insiste, apuntando al protagonista de “El impostor”:

“No hemos hecho las paces con el pasado. Hay que hacer las paces con el pasado, hay que digerirlo, ser consciente de él, sea como sea, sin edulcorarlo, como hacía Marco, sin volverlo bonito, digerible, heroico, sentimental. Hay que saber lo que ha pasado y plantarse a ello, mirarlo a la cara, decir ‘esto es lo que hicimos, no vamos a volver a repetirlo’. Pero para eso hace falta coraje, que es algo de lo que carecemos los seres humanos en general”.

“La Guerra Civil española no tuvo nada de sentimental, ni de bonito, ni nada. La dictadura chilena, tampoco. No vale ahora pintarnos todos como héroes, eso no sirve para nada”, afirma.

Como ejemplo de cómo hacer las cosas en este tema, Cercas nombra a Alemania, “aunque los alemanes no están de acuerdo”.  “Los alemanes son quienes mejor lo han hecho, no tengo ninguna duda.  En parte por obligación, perdieron una guerra. En la primera (guerra) no hicieron lo que debían hacer, por eso repitieron, corregido y aumentado. Lo han hecho al cabo de muchos años, pero lo han hecho, mejor que nadie”.

¿Cómo lo han hecho? “Miranda a la cara a la realidad, y teniéndolo siempre presente, para que no se repita. Tardaron mucho en hacerlo, no lo hicieron enseguida, recién en los 60. Tienen una relación nada complaciente con el pasado, siendo brutalmente autocríticos –porque la crítica empieza por la autocrítica, como la ironía comienza por la autoironía- y lo han hecho bastante bien”.

Por desgracia, el mundo parece estar atrasado en esta materia, no sólo Chile. Estados Unidos, por ejemplo, “tiene un genocidio impresionante detrás, con los indígenas. Lo de España fue una broma”.

“No hay ningún país que tenga un pasado limpio. No existe eso, porque la historia está hecha de sangre y de porquería. No podemos vender que está hecho de heroísmo y buenos sentimientos, eso es falso”.

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