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Crítica literaria: «Antología personal» de Ricardo Piglia, una mitología de las letras Narrador argentino

Crítica literaria: «Antología personal» de Ricardo Piglia, una mitología de las letras

Víctor Minué Maggiolo
Por : Víctor Minué Maggiolo Periodista, Máster en Edición. Universitat Autónoma de Barcelona.
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Piglia, es en definitiva un gran humanista y a sus 73 años, ha decidido darse el gusto y hacer un libro que reúna, seleccionados por él mismo en una antología, lo mejor de su obra de ficción y ensayo, donde se filtra esta voluntad de manera sistemática y en clave biográfica.


Ricardo Piglia es para la literatura Argentina, el más respetado narrador vivo de su generación, un magnifico escritor que sigue regalando en cada texto inédito o que republica – Princeton y Harvard son testigos de sus clases magistrales – conocimientos nuevos sobre las posibilidades de la literatura, y sus subterráneos cruces con la vida. Piglia, es en definitiva un gran humanista y a sus 73 años, ha decidido darse el gusto y hacer un libro que reúna, seleccionados por él mismo en una antología, lo mejor de su obra de ficción y ensayo, donde se filtra esta voluntad de manera sistemática y en clave biográfica. El libro se titula Antología Personal y condensa relatos, ensayos, discursos, fragmentos de diarios, en una retrospectiva esencial de su obra y uno que otro texto inédito para el gusto de sus seguidores.

La primera parte del libro, “Cuentos Morales”, junta relatos de distintas épocas y registros, como “El gaucho invisible” donde es rescatada la tradición del relato gauchesco en manifiesto embrujo borgeano. “El laucha Benitez”, lectura recurrente en las escuelas públicas de Argentina, cruza boxeo y homosexualidad con total naturalidad un tema que es tabú en estos tiempos, pero que el autor lo puso en la mesa en 1975, dando vida a un discreto peso pesado, después de alcanzar la gloria siendo sparring del campeón mundial norteamericano, Archie Moore. En “Un pez en el hielo” nos encontraremos con Emilio Renzi, su alter ego y personaje literario, viajando a Piamonte, Italia, para reconstruir el suicidio de Cesar Pavese. Vale la pena recordar que Renzi, pertenece a un arquetipo de conocida genealogía literaria emparentada con Stephen Dedalus de Joyce, el Quentin Compson de Faulkner o el Malabia de Onetti. “El joven esteta, frágil, romántico que trata de ser despiadado y lúcido, y que se enfrenta con la desilusión y el horror” dirá Piglia.
piglia

“El Laboratorio del escritor” se podría leer como continuación de su libro Crítica y ficción, y está compuesto por ensayos y teorías literarias sobre el legado de  Gombrowicz, Rodolfo Walsh y Manuel Puig, entre otros. Magnífico manual introductorio para acercarse, en primer término, al escritor como lector, siempre un tema recurrente en Piglia, y por otro lado, pesquisar el efecto del lenguaje y su resistencia en el entramado secreto de la cultura de masas, bajo la hipótesis de cómo algunos escritores tejen sociedades alternativas a través de su literatura, en una bien llamada “teoría del complot”. Luego en “Los Casos de Croce” es resucitado, en tres notables narraciones, el comisario Croce – otra marca registrada de la casa – junto con temáticas habituales: el complot, el crimen y la falsificación como esencia del poder en Argentina, ratificando su vigencia en el género policial como experto fabricante de historias de este tipo.

En el último apartado, “La forma inicial”, mezcla de géneros diversos, encontramos el discurso de aceptación del premio José Donoso, recibido en Talca, y un atrapante ensayo sobre la faceta lectora de Ernesto “Che” Guevara, y la desconocida influencia que tuvo la generación beat en él seducido por la idea de convertirse en escritor en el bautismo del viaje por Sudamérica. “Guevara busca la experiencia pura y persigue la literatura, pero encuentra la política y la guerra”, concluye Piglia. Después, esa misma generación contestataria del hipismo y la cultura rock, serán quienes lo erigirán como icono pop y lema para camisetas.

Aparecen también, fragmentos de un diario in progress, junto a otro texto alusivo al Finengans Wake, la enigmática obra de James Joyce. Lo de los diarios de vida no es menor. Piglia los escribe desde 1957, lo que hace sospechar, sumado a la intención de publicarlos, en un proyecto de proporciones mastodónticas que obligará al autor a recluirlo, posiblemente, hasta los últimos años de vida.

Tal como dijo Martín Caparrós, Piglia no es un escritor de moda que los jóvenes persigan copiar como Cesar Aira o Fabián Casas, pero es un autor para subrayar cada libro que publica, especialmente en no ficción, siempre es deslumbrante en establecer relaciones críticas y hallazgos literarios con teorías económicas y sociales. Un escritor que ‘politiza’ – en el buen sentido del término – a sus lectores con sutileza didáctica y responsabilidad moral, y esto sin contar su acabada obra en el género policial,  pues por eso y por otras cosas, Piglia es un autor de obligación, me atrevería a subrayar, para casi cualquier tipo de lector.

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