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Luis Alarcón como Odlanier Mena: “El personaje tiene sentimientos de culpa”

Luis Alarcón como Odlanier Mena: “El personaje tiene sentimientos de culpa”

A dos años de cumplir seis décadas haciendo cine, acaba de renovar su contrato con TVN, recibió un homenaje por su trayectoria en la Novena Muestra de Cine Polo Sur en Punta Arenas, estará en un homenaje a Raúl Ruiz y prepara “Cordillera”, una obra de teatro inspirada en el traslado de cuatro ex militares desde el penal Cordillera hasta la cárcel de Punta Peuco, que se estrena en octubre. Todo mientras cuestiona Teatro a Mil y expresa su decepción con los políticos por los casos Penta y Caval.


El actor Luis Alarcón (Puerto Natales, 1929) no deja de trabajar. A dos años de cumplir seis décadas haciendo cine (su primera cinta fue Tres miradas a la calle, de 1957, una de las 48 en que ha participado, siendo la última “Maldito amor”, de Gonzalo Badilla, de 2014), acaba de renovar su contrato con TVN, recibió un homenaje por su trayectoria en la Novena Muestra de Cine Polo Sur en Punta Arenas, estará en un homenaje a Raúl Ruiz y prepara Cordillera, una obra de teatro inspirada en el traslado de cuatro ex militares (el ex jefe de la Dina, Manuel Contreras, el jefe de la CNI, Odlanier Mena y los ex oficiales Marcelo Moren y Miguel Krasnoff) desde el penal Cordillera- que de penal tenía bastante poco- hasta  la cárcel de Punta Peuco.

Alarcón, que actúa junto a Jaime Vadell (“Moren”), Hugo Medina (“Contreras”) y Héctor Noguera (“Krasnoff”),  interpreta a Mena, quien se suicidó poco antes del traslado. La obra se estrena en octubre en el teatro de la Universidad Mayor.

“Me llama la atención su calidad de militar”, señala Alarcón sobre su personaje. “Es un militar cien por ciento, por lo que yo he averiguado. En ese sentido recibió una misión y cumplió, lo cual es muy terrible. El personaje –no estoy hablando de la persona- tiene conciencia, tiene sentido de culpa por lo que hizo, por los crímenes”.

Con los militares en la radio

¿Cómo se prepara Alarcón para un personaje así? “La realidad es que, de acuerdo a mi experiencia, creo estar preparado para casi cualquier personaje (risas)”. “Llevo más de sesenta años en esto y he aprendido una serie de cosas para poder trabajar tranquilo como actor. He pasado por todos los métodos habidos y por haber y creo que actualmente tengo uno propio”, responde.

En este caso, Alarcón vio algunas fotografías y leyó. “Sé que se retiró del Ejército el año 75, si no me equivoco, y que posteriormente Pinochet lo nombró jefe de la CNI. También sé que fue enemigo de Contreras. Sé que se suicidó sin uniforme, no quiso comprometer al Ejército, lo cual demuestra que era muy militar. Yo diría que por eso se retiró, porque al parecer no le gustaba (lo que estaba pasando), pero como fue llamado por el comandante en jefe del Ejército, obedeció, aunque eso no lo libera”.

Para construir el personaje de Mena, Alarcón echa mano a los muchos militares que ha conocido a lo largo de su vida. Hay que recordar que a los 16 años Alarcón hacía radioteatro en una emisora que los militares crearon en Punta Arenas “para hacer soberanía”. “Me metí en la vida militar, porque eran todos militares los que trabajaban allí. Por eso los conozco bastante por dentro. En tiempos de Salvador Allende discutí mucho con mis compañeros acerca del profesionalismo de los militares chilenos. Les decía que son profesionales, sí, pero más que nada son militares”.

Recordando a Ruiz

Otra actividad próxima será un homenaje al cineasta Raúl Ruiz, uno de los directores con que trabajó (otros fueron algunos como Miguel Littin, Silvio Caiozzi y Gonzalo Justiniano). Será el 4 de septiembre en la charla «Testimonios: Dos épocas, dos actores», en el marco de una serie de eventos de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (PUCV). Alarcón y su colega Chamila Rodríguez, que mantuvieron una estrecha relación con el director, mostrarán ejemplos de sus actuaciones y  contarán en los diversos trabajos. El foco estará puesto en dos películas realizadas por Ruiz en Chile, antes y después del exilio.

Alarcón estuvo en siete películas del autor, como “Tres tristes tigres” y “Palomita blanca”, entre otras. “Yo conviví mucho con él, incluso él arrendó una casa que teníamos en la calle Portugal, el año. Lo conocí en Concepción, a mediados de los 60”, rememora.

Allí Alarcón fue parte del teatro de la universidad (TUC). “Él llegó a un taller literario y él hizo al tiro contacto con nosotros, con los actores”.

“Ahí empezamos a jugar, porque eso era lo que hacíamos, humor, todo era un juego: sentarse a tomar una copa de vino, ir a ver una película o hacer una película… era un juego”, relata.

El actor cuenta que Ruiz era genial, pero con una sencillez increíble. “Nunca decía nada para impresionar a nadie, pero uno igual se impresionaba: de su memoria, de su talento, de sus conocimientos. Un tipo que cuando le fue mal en cine se puso a hacer clases de alta matemática, que tocaba el piano con tranquilidad, sin ser músico, y que tenía una memoria de elefante. Nunca comprendí cómo podía almacenar tanto dato en su cabeza. Tenía los datos precisos siempre ahí, históricos, o versos”, rememora. “Era impresionante”.

“Trabajar con él era una gloria, en todo sentido, como persona, no era gritón, nunca le escuché una mala palabra, como a otros”, asegura. “Siempre preguntando si uno estaba en condiciones de trabajar, y si no era así, decía ‘lo dejamos para mañana’, así de taxativo y de preocupado por la gente. Un genio, pero de verdad, sin ínfulas”.

Los personajes favoritos

Con Ruiz hizo uno de sus personajes favoritos para el cine, en “Tres tristes tigres”, donde interpreta a Luis Ubeda, un maestro de provincia que se gasta la plata de un club de fútbol. Fue un invento absoluto de él y Ruiz, ya que no estaba en el guión.

Por otros personajes también guarda especial cariño. En la televisión recuerda a “Roberto Betancourt”, de la teleserie “La represa” (1984), un malvado patrón de fundo, y por supuesto a “Pedro Chamorro”, el “nuevo rico” de la teleserie “La fiera” (1999).

En el teatro destaca al “abogado Alfieri”, en la obra “Panorama desde el puente”, del dramaturgo estadounidense Arthur Miller, que estrenó en Concepción en 1958, y con la cual recorrió todo el país e incluso actuó en Montevideo.

Teatro actual y dictadura

Con esta obra volvió en 2006, en el Mori Parque Arauco, aunque sólo por una breve temporada, una discontinuidad que aún le duele porque no pudieron seguir a pesar de actuar a sala llena. Un episodio que considera característico del teatro actual: “las obras no duran”.

“Se explotan poco, a mi gusto”, reflexiona. “Siempre que hice teatro no fue con el propósito de hacer un estreno y un par de funciones, no, sino de ver que dure la obra, porque en la medida que dura, se puede recoger más sus beneficios, que pueden ser económicos por un lado, y también artísticos. Si la obra está bien hecha y le va bien, uno va recogiendo experiencias para mejorarlas. Al menos a mí en la universidad Pedro de la Barra me enseñó eso”.

“Actualmente no hay grupo que duren mucho tiempo. Se juntan para hacer una obra. Hacen seis, ocho funciones, no duran nada. Siempre tienen un límite. ¿Cómo pueden ensayar tres meses para darla sólo dos meses? Mal. Si una obra puede durar dos años, hay que tenerla dos años. Así lo hacen los grandes teatros en otras partes, en Argentina, para no ir más lejos”, sentencia.

En cuanto al panorama actoral general, Alarcón cree que “vamos madurando”, aunque es bien crítico. Piensa que si bien la dictadura fue un retroceso, incluso entonces se hicieron cosas “bien interesantes”, con críticas veladas al régimen, aunque efectivamente hubo censura como ocurrió con “Lo crudo, lo cocido y lo podrido”, de Marco Antonio de la Parra, que aborda el tema del exilio interno: en 1978 su estreno fue cancelado por el vicerrector de Comunicaciones de la UC de esa época, el actual senador UDI, Hernán Larraín.

Alarcón la pasó mal en aquellos tiempos. Era militante comunista y tras el golpe militar su casa fue allanada. Padre de dos hijos y casado con una profesora, pasó largos periodos cesante y tras estar largo tiempo vetado en la televisión recién pudo volver a la pantalla chica en 1981, en la teleserie “Casagrande” de Canal 13. En 1984 volvió a TVN (con “La represa”). También lo salvó el teatro de la UC.

“Cuando se terminó la dictadura, si es que se ha terminado, el teatro empezó a dar bandazos. Aunque teatros como la Universidad Católica mantuvieron una calidad, luego cambió y pasó a ser una compañía más, una compañía que contrata actores. Antes era un movimiento teatral, y eso es lo que me hace falta, los movimientos teatrales, que tienen un estilo, un compromiso con el teatro, como fue el Ictus”, fundado en 1955 y que desapareció durante la transición. “Los grupos antes hacían una declaración de principios. Ahora no, se hace teatro nomás”.

“No quiero decir que todas las compañías tengan que ser iguales, todo lo contrario, pero sí deberían tener un cuerpo. Las universidades a nosotros nos dieron esa posibilidad”, estima. Hoy “hay cosas que son notables, pero como conjunto… Si el teatro chileno es lo que hace Teatro a Mil, es respetable, pero no sé muy bien si es teatro. No sé si el teatro es lo más importante ahí, en un gran espectáculo de muñecos o fuegos artificiales. Puede ser entretenido. Lo bueno es que en esa temporada la gente va al teatro. Pero a mí no me gusta el teatro que se está haciendo. He ido a ver algunas obra, pero siempre salgo con la sensación de que no están bien preparadas, bien hilvanadas. Hay un afán de impresionar al público. Si yo me pongo solo en el escenario llego de fuegos artificiales y petardos, impresiono, pero eso no es teatro”.

Decepcionado de los políticos

Una época en que su decepción se extiende a la política, en el contexto de los casos Penta y Caval. “Estoy abismado con la situación. Nunca pensé que se iba a ver tanta falsedad, tanto doble estándar, tanta traición, por un lado. Y tanta incapacidad, por el otro, para que las cosas marchen más o menos decentemente. Estoy muy desilusionado de los políticos”, señala Alarcón, que estuvo en el Congreso para abogar con éxito por los derechos de propiedad intelectual de los actores.

“Pero ahí me he podido dar cuenta, al estar adentro del Congreso, que todo esto es un arreglín monumental entre unos y otros, y que todo se hace por intereses personales.  Eso está reventando, por eso hemos sabido tantos escándalos. Eso es bueno por un lado, pero malo por la imagen de la política. La política no es venal, pero muchos políticos sí lo son, y creo que éste es el mal. No sé en qué va a desembocar eso. Todas las reformas… para atrás. Me queda la sensación de vacío total”.

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