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Escuelas Artísticas: talentos para el alma de Chile

Escuelas Artísticas: talentos para el alma de Chile

Jorge Montealegre Iturra
Por : Jorge Montealegre Iturra Escritor, Investigador Universidad de Santiago
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«A duras penas el LEA ha sobrevivido una crisis que se arrastra por más de treinta años. Cuidemos a los artistas que vienen. Son niños y niñas que el país necesita, aunque los economistas no lo recomienden», señala en esta columna el escritor y director de la Unión Nacional de Artistas (UNA).


En tiempos del “pragmatismo encéfalo craneano”, como diría Luis Weinstein, es poca la importancia que se le da a la educación artística.

La jornada escolar completa, que pudo ser un espacio para reforzar la formación artística, se ocupó finalmente para preparar las pruebas Simce o la PSU. Sabemos que se disminuyeron las horas de música, artes visuales; en fin… la apreciación del arte y la educación cívica no han caracterizado la formación de los niños y niñas de la post dictadura.

En ese contexto, la situación de las escuelas experimentales artísticas se hizo dramática. Nos olvidamos que de ellas, desde 1933, han surgido talentos y vocaciones que han enorgullecido al país y que sin esta educación dedicada y gratuita los habríamos perdido.

Pienso en dibujantes de prestigio internacional, como Hervi y José Palomo; en Luis Jiménez, historietista que yace en la nómina de detenidos desaparecidos; en músicos como el pianista Roberto Bravo. Pienso en el artista Alejandro “Mono” González que promovió las brigadas muralistas compartiendo brochas y paredes con Roberto Matta y Guillermo Núñez, entre otros artistas; y que hoy expone el mural más largo pintado en Chile en el metro Bustamante. La obra se titula “Vida y Trabajo: los ojos y las manos del esfuerzo”, título que podría sintetizar la historia de las familias que constituyen la comunidad de las escuelas experimentales artísticas.

Muchos de los artistas que somos parte de las organizaciones que están en la Unión Nacional de Artistas (UNA), se formaron en escuelas experimentales artísticas; ellas han sido el semillero de talentos. Están en el origen de la formación de los artistas y cultores nacionales, por lo que le debemos gratitud y solidaridad. Son nuestros colegas. Y no podemos hacer como si no existieran.

¿El Estado tiene algo que decir? Sabemos que en las indicaciones sustitutivas del proyecto del Ministerio de las Culturas y las Artes Nacionales, está incluida la preocupación por la formación artística. Ojalá ésta sea una vía de arreglo; aunque el caso de las escuelas artísticas parece un tema más del Mineduc, que del CNCA.

Digo “parece” porque la verdad es que cuando se terminó la División de Cultura del Mineduc, que dio origen al Consejo de la Cultura y las Artes, la educación artística y específicamente las escuelas experimentales quedaron en “ninguna parte”, sin una interlocución especializada. Dependen de un sistema de administración delegada pensada para la educación técnico profesional que se ocupa de liceos metalmecánicos, industriales o de la construcción; sin atender la excepcionalidad que significa una escuela experimental artística.

Hoy día hay gestos auspiciosos en el sentido de reforzar la formación integral de los estudiantes, lo que incluye educación artística (pienso en los establecimientos del PACE que acompaña la U. de Santiago y en los conciertos didácticos que ofrece la misma universidad); no obstante, formar artistas va más allá. Se trata de ocuparse de talentos extraordinarios en el área artística y no solamente de aportar conocimientos complementarios en el contexto de una formación general o técnica.

Las escuelas artísticas tienen un modelo educativo distinto, que ciertamente merece una mayor inversión en docencia, instrumentos (y la consiguiente reposición de cuerdas, afinación de pianos, etc.), infraestructura. Y gestiones eficientes que eviten el drama que vive el Liceo Experimental Artístico que sufre las consecuencias de una deficiente administración financiera.

A duras penas  el LEA ha sobrevivido una crisis que se arrastra por más de treinta años. Cuidemos a los artistas que vienen. Son niños y niñas que el país necesita, aunque los economistas no lo recomienden. “Lo que el alma hace por su cuerpo es lo que el artista hace por su pueblo”, nos dice Gabriela Mistral. Como ella hay talentos a lo largo de todo el país y en todos los sectores. No les demos la espalda.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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