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El nostálgico cine de Sebastián Brahm, en Ficvaldivia 2015

El nostálgico cine de Sebastián Brahm, en Ficvaldivia 2015

“Vida sexual de las plantas”, es el título que el periodista y realizador chileno estrenó anoche en la Aula Magna de la Universidad Austral, y que obtuvo una Mención Especial del jurado (sección “Nuevos directores”), durante el último Festival de San Sebastián, en España. El segundo crédito del autor, asimismo, encarna una bella y melancólica metáfora audiovisual, sobre el complejo mundo psicológico y amoroso de una joven mujer, y de sus patrones de conducta en ese terreno.


Salvo por su actuación protagónica en Soy mucho mejor que voh (2013), de Che Sandoval, pocos parecen conocer la faceta pública del director chileno Sebastián Brahm Gligo (42), pese a que su ópera prima, El circuito de Román (2011), obtuvo buenas críticas en la época de su estreno.

En esta ocasión, y luego de colaborar con los documentales de su esposa, la también cineasta Maite Alberdi, el periodista regresa con un drama que, además de destacar gracias a sus estimulantes nudos temáticos –cuya interpretación significan un salto artístico importante en la carrera actoral de Francisca Lewin, la protagonista-; también equivalen a un avance cualitativo en el lenguaje de expresión, tanto fílmico como audiovisual, del autor: ahora, la cámara de Brahm se manifiesta no sólo con una firma y un sello propios, sino que igualmente audaz, arrojada, segura, y en pleno diálogo con las ideas de su estructurado y contundente guión.

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El travelling del comienzo (que encuadra a Bárbara, la paisajista que estelariza la historia, inserta en una romántica escena, con la postal de un Farellones de verano), versus el foco en movimiento que emprende el camino inverso, mientras la mujer trota, por los parques de la Costanera en Providencia, en la medianía de la cinta, amén de ser estéticamente “agradables” para quien las disfruta, hablan a las claras de la compenetración entre el pensamiento cinematográfico del autor, y la sensibilidad formulada por sus tópicos dramáticos.

Pero antes de lograr aquello, y de que Sebastián Brahm se transformara en el director autodidacta que es hoy, y que consiguió detener sobre él la exigente mirada del jurado de Donostia el mes pasado, y que esta semana, disputa la competencia internacional de largometrajes, en Ficvaldivia 2015; el artista comenzó un camino ligado a la labor fílmica, primero, en su trabajo como reportero en la desaparecida revista Rocinante, que continuó en el también esfumado diario El Metropolitano, que prosiguió en el matutino La Tercera, y que ahondó, luego, en su calidad de profesor de la cátedra de guiones, en las aulas de la Facultad de Comunicaciones de la UC.

“Ahí, le hice clases a la que ahora es mi mujer (Maite Alberdi), a la Dominga Sotomayor, a Christopher Murray, a Antonio Luco, a gente que en el presente se encuentra haciendo cosas interesantes. Pero mi cercanía con el cine, creo yo, viene desde que actuaba en los talleres de mi colegio, el Saint George, desde sexto básico hasta cuarto medio, desde que participaba en la Zona de contacto, de El Mercurio, y también, en mi participación en la enorme cantidad de películas chilenas que me tienen como montajista (La once, de Alberdi, sin ir más lejos, o El poder de la palabra, de Francisco Hervé), o en otras donde figuro como productor o consultor de guiones”, explica el audiovisualista, a El Mostrador Cultura+Ciudad.  

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“Dejé las clases, entre otros motivos, porque me gané el Corfo para El circuito de Román, y porque no era tan buen profesor, como si era y soy, creo, un buen consejero técnico”, agrega.

Por eso, es que a la hora del rodaje, Brahm le concede una importancia vital -en el proceso de construir una poética cinematográfica-, al trabajo y a la redacción del guión. “Soy un convencido de que todo comienza con un libreto redondo, yo imagino los planos, inicialmente, en el texto matriz. Si aquello está bien escrito, hacer después una imaginería poética al respecto, no conlleva demasiados problemas: cuándo efectuar un corte, y qué tipo de plano realizar para grabar una escena, ya se encuentra descrito en mis apuntes originales”, afirma.

Y esa característica, se nota en la Vida sexual de las plantas. Así, la continuidad narrativa, el montaje, y los rasgos de movimientos escénicos y de rasgos psicológicos que atestiguan los actores, resultan una consecuencia de esa reflexión a la que nuestro entrevistado se refiere, pese a la inherente improvisación que conlleva todo plató o táctica de grabación.

La película se rodó entre enero y febrero del año pasado, y fue editada a medida que se iba filmando. “Enviarla al Festival de Toulouse durante el primer semestre de 2015, al working progress, constituyó un acierto en ese sentido, pues los consejos de la gente de allá, se transformaron en fundamentales para la factura del producto final. Estar en Francia, me valió, posteriormente, ir en septiembre a San Sebastián, pero en mayo también podría haber estado en Cannes”, añade Brahm.

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Sobre el argumento de la cinta, el director piensa que su idea tiene que ver con la verdadera naturaleza del deseo sexual y la afectividad de una mujer que ronda la treintena, y de cómo, un cambio físico en su pareja, afecta la proyección que Bárbara (Francisca Lewin), se ilusionaba de tener con él, de cara al futuro.

“Ella trata de seguir adelante, pero la cuestión es que hubo una fractura for ever. Y ahí, en ese despojo sentimental, por supuesto que hay algo mío. Yo perdí a mi madre cuando tenía veinticuatro años (la escritora Agata Gligo, directora de Cultura en el gobierno de Patricio Aylwin, y que falleció en 1997), y me quedé pegado, nunca he podido reponerme en verdad, todavía pienso que se fue demasiado temprano, y siento que mi labor profesional de alguna manera, es una forma de continuar lo que hizo ella, y lo que ella no pudo terminar”, se confiesa el realizador con este magazine.

“En mi cine hay algo de esa melancolía, sin duda, de esa obligación y de esa nostalgia, inculcada por mi mamá, de escribir y de crear obras artísticas en torno al tema de la pérdida afectiva, en la Vida sexual de las plantas, eso lo llevo a cabo en el planteamiento audiovisual de pensar en torno a las cosas que le interesan a una mujer al instante de amar, y eso me salió creíble, nos resultó, tanto a mí como director, y a mi elenco. Porque a las mujeres, a diferencia de los hombres, les importa algo más que la apariencia física, tiene que haber una conducta que haga la diferencia, y el sexo, a diferencia de nosotros, los varones, no sólo es un trámite de satisfacción corporal, simboliza un vínculo, que representa algo más”, medita Sebastián Brahm.

El largometraje se estrenará en las salas del país, entre marzo y mayo de 2016.    

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