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Derrick de Kerckhove, sociólogo canadiense: “ Con el Bigdata la privacidad, como la conocemos, se acabó”

Derrick de Kerckhove, sociólogo canadiense: “ Con el Bigdata la privacidad, como la conocemos, se acabó”

Es uno de los invitados del festival Puerto de Ideas, donde expondrá sobre “transparencia digital” en la era de Internet. “Tus perfiles están distribuidos en innumerables bases de datos, que son capaces de afectar tu vida de forma radical y profunda. Esto implica saber sobre nuestra rastreabilidad, pero también sobre cómo eso se vincula con nuestra identidad y relación con el lenguaje”, asegura.


Una charla sobre “La nueva transparencia de la cultura digital” realizará el renombrado sociólogo canadiense Derrick de Kerckhove en la próxima edición del festival Puerto de Ideas, que se realizará el 7, 8 y 9 de noviembre.

El especialista estará el sábado 7, a las 16:30 horas, en la Escuela de Derecho de la Universidad de Valparaíso.

Kerckhove analiza el tema de la transparencia y falta de privacidad en la era del «Big Data», cuando se genera un verdadero “tsunami de datos” segundo a segundo, datos que además adquieren valor comercial y social. El académico ya está escribiendo un libro al respecto.

Derrick de Kerckhove

Pergaminos

Los pergaminos de Kerckhove hablan por sí solos. Fue director del programa “Cultura y Tecnología McLuhan” en la U. de Toronto y es miembro de la Facultad de Sociología de la U. Federico II (Italia), y director científico de la revista “Media Duemila”, que trata temas como tecnología, cultura, negocios y gobierno. Además es autor de libros traducidos a más de diez idiomas, entre los que destacan “Inteligencia en conexión” (Gedisa, 2009), y “La piel de la cultura” (Gedisa, 2009).

Director de investigación en el Instituto Interdisciplinario de Internet (IN3) de la U. Oberta de Catalunya, entre sus distinciones destacan la Papamarkou de Tecnología y Educación de la Biblioteca del Congreso en Washington, y el Premio en Comunicaciones del Laboratorio Mundial de Comunicaciones en Gemona.

No es su primera vez en nuestro país. En 2010 vino por 10 días a una serie de conferencias organizadas por la Universidad de Talca. Además vendrá en enero a Santiago a un congreso organizado por el Consejo Futuro del Senado.

El inconsciente digital

“Tanto el libro como la exposición versarán sobre el ‘inconsciente digital’, que es todo lo que se sabe sin que lo sepas”, explica. “Nuestros múltiples perfiles están distribuidos en innumerables bases de datos, que son capaces de afectar nuestra vida de forma radical y profunda. Esto implica saber sobre nuestra rastreabilidad, pero también sobre cómo eso se vincula con nuestra identidad y relación con el lenguaje”.

Para Kerckhove, hay dos preguntas claves: ¿Cómo debemos comportarnos cuando se sabe todo sobre nosotros o se puede acceder a esos datos por demanda? ¿Y qué tipo de sistema político puede garantizar un equilibrio adecuado y tolerable entre privacidad y seguridad entre la gente y aquellos que gobiernan o administran sus empresas?

Impacto no dimensionado

El experto cree que el impacto de la transparencia en Internet en nuestra vida es enorme, a pesar de que no ha sido suficientemente dimensionado por los usuarios de la red.

“Los proveedores de bienes y servicios se acercan cada vez más a nosotros a través del ‘Big Data’”, advierte. “La televisión intentó hacernos desear a todos más o menos las mismas cosas. La luz de Internet alumbra nuestras entrañas para que hablemos y revelemos lo suficiente de nosotros mismos para que el producto, los servicios y la venta se adapten ellos mismos a nuestras necesidades. Aquí Internet está en el extremo opuesto del espectro de la estrategia en comparación con los ‘medios masivos’”.

Para el especialista, esta transparencia eso no es buena ni mala. “Es el desafortunado pero irresistible efecto de la electricidad”, dice. “El lenguaje, nuestro medio masivo más importante, ha pasado recientemente desde la página impresa a nuestras pantallas. La electricidad es una, electrónica o digital, donde quiere que esté presente. Entretiene y mantiene una red global de interconectividad. Penetra todo, incluso nuestros cuerpos, y distribuye sus datos».

Cambio de comportamiento

Kerckhove estima que se trata de una tendencia incontenible hacia la transparencia, aunque matiza al señalar que el fin de la privacidad “no es el fin del mundo”.

“Hemos atravesado transiciones enormes y traumáticas antes –es decir, la humanidad- y también pasaremos por esta”, afirma. “Sin embargo, deberemos comportarnos de forma muy diferente al final”.

¿Es reversible este proceso? “No realmente, a menos que la tecnología, la economía y las leyes se combinen para defendernos”, responde. “Pero eso es improbable. Es más, de aquí en adelante la transparencia es el destino. Vamos directo para allá”.

“Es irreversible porque la capilaridad de la electricidad es infinita, por lo cual puede penetrar y regular cualquier sustancia”, argumenta.

“Tal como la gente pasó desde lo público hacia lo privado durante el Renacimiento, a medida que se alfabetizaban, estamos volviendo a la condición oral con las redes y los likes. Sin embargo, básicamente la mayoría de la gente no siente que realmente necesite otro nivel de privacidad mayor que el que requiere la gente común en la mayor parte del planeta. Temas de decencia y decoro más que temas de identidad, que es lo que son en realidad”.

Kerckhove piensa que no podemos combatir esta tendencia, pero tal vez sí adaptarnos a ella de manera satisfactoria. Pero la privacidad, tal como la conocíamos, se ha terminado.

“Podría ser adquirida a un costo enorme y nunca garantizarse plenamente”, asegura. “Tal vez un hacker dé vuelta el ‘blockchain’, el código creado para garantizar la absoluta privacidad de todas y cada una de las transacciones. Entonces recuperaríamos el control exclusivo y la posesión de nuestros datos, nuestras palabras y nuestros pensamientos. No es absolutamente improbable, pero no sintoniza con cómo van las cosas en realidad”.

Ética para la desnudez

En vista de este panorama, es tema central para el académico es qué tipo de ética se impondrá en este contexto.

“Supongo que las actitudes y comportamientos se adaptarán progresivamente a que la gente está más o menos desnuda. ¿Seremos todos nudistas? Probablemente no. Pero eventualmente responderemos a un código de conducta que asegure que nuestro “capital de reputación” –véase Swissleaks o Volkswagen- sea honorable”.

De hecho, Kerckhove cree que un sentido de honor en sí mismo, por largo tiempo perdido en el mundo alfabetizado, volverá a la fuerza. “La gente está volviendo gradualmente a la cultura de la vergüenza”, concluye.

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