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Cuatro décadas después, inauguran exposición de muralistas mexicanos que iba a abrir el 13 de septiembre de 1973

Cuatro décadas después, inauguran exposición de muralistas mexicanos que iba a abrir el 13 de septiembre de 1973

Las 76 obras de Diego Rivera, David Siquieros y José Orozco se podrán ver desde mañana en el Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA). Tras el Golpe Militar y el ataque de tanques al edificio, regresaron al país azteca en el mismo avión en que salía al exilio la familia del presidente Salvador Allende. La exposición además incluye numerosas actividades anexas, como charlas y debates.


Algunas historias del golpe militar de 1973 comienzan a cerrarse. Mañana el Museo Nacional de Bellas Artes de Santiago (MNBA, Metro Bellas Artes) inaugura una muestra de muralistas mexicanos que iba a abrirse el 13 de septiembre de ese año, pero que nunca pudo ser vista por el público chileno.

Se trata de 76 piezas de los artistas Diego Rivera, David Siqueiros y José Orozco, máximos representante de esa corriente, pertenecientes al Museo de Arte Carrillo Gil de México, que organizó la muestra junto a la DIBAM, la embajada de México y Hoja Blanca (Cultura + Gestión). La exposición, que logró montarse tras varios intentos frustrados por falta de recursos, además incluye numerosas actividades anexas, como charlas y debates.

"Retrato de José Clemente Orozco" de Siqueiro

«Retrato de José Clemente Orozco» de David Siqueiro

“El muralismo mexicano representa una forma de construir la historia, de relatar los hechos y de hacerlo visualmente, algo bastante significativo para América Latina”, destaca Roberto Farriol, director del MNBA. “De ahí que influyó a toda la vanguardia y todos los artistas vinculados con movimientos políticos y de reivindicación social, entre otros lo que aquí ocurrió, tiempo después, con el muralismo, caso Brigada Ramona Parra”.

Las obras

Se presenta al público una cuidada selección de la obra cubista de Rivera, con piezas clave de dicho periodo, como “El arquitecto” (1915-1916) o “Maternidad” (1916).

En el caso de Siqueiros, se exhiben 21 obras, entre pinturas, litografías y croquis. Entre las primeras destacan las célebres “Zapata, estudio para el mural del castillo de Chapultepec” (1966), “Torso femenino” (1945) o el “Retrato de José Clemente Orozco” (1947).

"Los Centauros" de David Siqueiros

«Los Centauros» de David Siqueiros

La exposición ahonda en la relación de Siqueiros con Chile, presentando por ejemplo los grabados realizados para ilustrar el libro “Canto General” de Pablo Neruda. No hay que olvidar que una obra maestra suya, el mural “Muerte al invasor”, se encuentra en la escuela México de Chillán.

Finalmente, la curatoría de Orozco (la más numerosa, con 50 obras) presenta gran parte de su trabajo previo a los murales (óleos y grabados), igualmente de gran contenido político. En esta selección, el público podrá apreciar obras emblemáticas como “El fusilado” (1926-28), “El réquiem” (1928), “Pancho Villa” (1931), “Cristo destruye su cruz” (1943) o “Los teules IV” (1947).

La muestra está a cargo del venezolano Carlos Palacios, curador del Museo Carrillo Gil. “Es una colección que da cuenta de un momento muy importante de la modernidad mexicana, que se alza desde principios del siglo XX hasta los años 60”, destaca. “Son obras muy notables que constituyen hitos en el arte latinoamericano, que si las vemos en relación a su tiempo suponen unos ejercicios absolutamente notables de transgresión a las tradiciones artísticas del momento”.

"Cadáver" de Orozco

«Cadáver» de José Orozco

Esta exposición se enmarca en el aniversario 25 del restablecimiento de relaciones diplomáticas entre México y Chile, países cuyos gobiernos han realizado un esfuerzo conjunto para reeditar esta muestra, que estará abierta hasta fines de febrero.

Esperanza hasta el final

En su momento, la muestra  –que en 1973 contemplaba 169 obras, e incluía además varios libros y artesanías mexicanas- había sido gestada por el entonces director del MNBA, Nemesio Antúnez, junto al curador de la muestra, el museógrafo mexicano Fernando Gamboa, y la sede diplomática azteca.

La colección, originalmente de propiedad del coleccionista de arte mexicano más relevante del siglo XX, Álvar Carrillo Gil, había sido donado al Estado mexicano en 1972, tras lo cual comenzó una serie de itinerancias a nivel mundial, siendo Santiago de Chile el primer destino escogido para ello.

MATERNIDAD_RIVERA BARRIENTOS DIEGO MARÍA

«Maternidad» de Diego Rivera

A pesar de la convulsión que vivía el país, en septiembre de 1973 Gamboa aún esperaba que la exposición pudiera realizarse sin contratiempos. El mismo 10 de septiembre asistió a una reunión en La Moneda, tras lo cual volvió inmediatamente al Museo para afinar los últimos detalles pendientes. La reunión para discutir el programa de las propuestas mexicanas se pospuso para las 9 de la mañana del día siguiente en el mismo Palacio de Gobierno.

De regreso al museo, Gamboa señala que “el aire que cobraba la exposición era imponente, la obra de los tres grandes artistas se veía espléndida”, y que “no hay duda de que hubiera tenido gran éxito”.

El día del golpe

Sin embargo, como se sabe, el mismo día del golpe la reunión de La Moneda fue imposible. A Gamboa, alojado en el Hotel Carrera, el ambiente le recordaba “el Bogotazo” de 1948, los sangrientos días de violencia que estallaron en Colombia tras el asesinato del caudillo Jorge Eliécer Gaitán. “Para mí lo más importante era la colección que ya estaba instalada en el Museo de Bellas Artes”, recordó posteriormente.

Aunque intentó dirigirse ese día al museo, un carabinero lo paró al salir del hotel y le dijo que no podía seguir. Gamboa señaló ser diplomático, pero el policía lo obligó a empujones a volver a su residencia.

Ya en su edición del 12 de septiembre, el diario mexicano “Excelsior” destacó que las obras estaban en peligro, y que “no se tienen noticias sobre dónde y en qué condiciones se encuentran”.

Por desgracia, la angustia de Gamboa no sería infundada. El propio Museo fue ametrallado por cuatro tanques la tarde del 15 de septiembre. “Todas son obras de valor imponderable para la historia y el patrimonio cultural de México”, lamentó. “Ellas están empacadas en sus 27 cajas en el Museo Nacional, un sitio que debería ser seguro y sagrado para los chilenos por lo que representa pero no lo es. Tengo la esperanza de que no les habrá sucedido nada ni a nuestras pinturas ni a ninguna otra”.

Finalmente, las obras serían salvadas. Fueron llevadas en avión a México, en el mismo aparato que llevaba al exilio a la familia del presidente Salvador Allende. El embajador azteca, Gonzalo Martínez Corbalá, envió el siguiente telegrama antes de subir al avión:

“La ruta a México es: Antofagasta, Lima, Panamá, México y escala técnica en esos lugares. Comuníquenlo al canciller (Emilio) Rabasa y díganle que cruce los dedos”.

Chile paga una deuda

De acuerdo a Ángel Cabeza, director de Bibliotecas, Archivos y Museos (Dibam), “la obra de estos tres artistas es parte del patrimonio artístico latinoamericano, y es en ese contexto que el gobierno de Chile, a través de sus instituciones involucradas, asume esta verdadera deuda cultural de más de 40 años con Chile y también con México. Esta exposición es muy importante, en tanto retoma una fluida relación cultural que se vio violentamente interrumpida”.

En la versión 2015 de esta exposición, las obras dialogan en forma constante con documentación histórica, que alude a los esfuerzos realizados para realizar la muestra en 1973 y para su posterior retorno a salvo. En ella destacan los testimonios de puño y letra de Gamboa, quien vivió el golpe de Estado y los hitos que le sucedieron mientras se encontraba resguardado en el HotelCarrera.

“Esta exposición, junto con presentar obras valiosísimas de los tres maestros muralistas, es también un ejercicio de relectura de estas mismas desde una visión crítica. Por ello, y con el objetivo de contextualizar un momento histórico de incuestionable importancia, se ha trabajado en la investigación y documentación, a cargo de Carlos Palacios, curador del Museo de ArteCarrillo Gil y en forma colaborativa, con Gloria Cortés, curadora del Museo Nacional de Bellas Artes, realizando un trabajo entre ambas instituciones”, destaca por su parte Farriol.

El director del MNBA señala que “hubo varios intentos” para traer la exposición de vuelta. “Hace tres o cuatro años lo intentamos, había mucha voluntad, pero faltaron recursos, pero en esta ocasión sí lo logramos con la ayuda de todas las instituciones y auspiciadores. El (entonces) embajador (mexicano) Otto Granados impulsó con mucha fuerza esta iniciativa hace un año atrás”.

El valor simbólico sin duda es importante. ¿Qué se puede decir del valor artístico? “El muralismo mexicano está visto dentro de la historia del arte como parte de la historia de la representación del punto de vista ideológico”, señala Farriol. “En ese sentido, el muralismo mexicano recoge muy bien toda la influencia del relato renacentista, por una parte, y por otra la influencia impresionista europea, y en algún casos cubista”.

Farriol resalta que no se trae un mural, sino obras preparatorias, que dan cuenta de algunos aspectos tanto iconográficos como plásticos sobre los recursos que posteriormente usarían en los murales. “Son los tres pilares más importantes del muralismo mexicano. Desde allí se construye toda la idea que tenemos del arte social e histórico mexicano”, remata.

La exposición se exhibirá en los mismos espacios que Antúnez y Gamboa destinaron a la muestra original (alas norte y sur del primer piso del Museo), utilizándose en esta ocasión las rotondas de dichas salas como espacios para el despliegue de documentos y testimonios de época.

Actividades anexas

Con motivo de esta exposición, la DIBAM y el MNBA además han preparado un Programa Público de Vinculación con el Medio, con el objetivo de relevar temas anexos a la muestra que permitan dialogar y observar esta exposición desde distintas miradas y temáticas, que van desde los imaginarios populares, o los feminismos indigenistas, hasta la influencia de la cultura mexicana en Chile, incluyendo además una jornada de reflexión sobre la política y los museos.

Este programa incluye el seminario de reflexión “Arte, política y museos. Disidencias, residuos y construcciones sociales de la memoria”, a realizarse los días 20 y 21 de noviembre, y entre cuyos invitados destacan la historiadora mexicana Esther Acevedo y el curador del Museo de Arte Carrillo Gil y de La exposición pendiente 1973 – 2015. Orozco, Rivera y Siqueiros, el especialista Palacios.

Esta actividad se desarrollará en el contexto del coloquio internacional sobre colecciones y museos universitarios de arte en Latinoamérica organizado por el Museo de Arte Contemporáneo de la Universidad de Chile, constituyendo lo anterior un hito en las colaboraciones entre el MNBA y el MAC.

También tendrá lugar un ciclo de conversaciones abiertas al público, que invitan a reflexionar sobre temas complementarios a la exposición, como el indigenismo en femenino y las brigadas muralistas de los años 70. Las conversaciones tendrán lugar el 17 y 18 de diciembre, y el 7 y 21 de enero a las 18.30 horas en el Salón Blanco del MNBA.

Finalmente, entre el 24 de noviembre de 2015 al 19 de enero de 2016, en el MNBA, el Museo Histórico Nacional y el Museo Nacional Benjamín Vicuña Mackenna se desarrollará el curso “La cultura mexicana en la memoria del pueblo chileno y Latinoamérica”, organizado en conjunto por la DIBAM, el MNBA  y el Instituto de Estudios Avanzados (IDEA) de la Universidad de Santiago, con el apoyo de la Embajada de México.

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