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La sátira de Contadores Awards: La democratización de los reconocimientos en el teatro La instancia está dotada de humor, performatividad y baile

La sátira de Contadores Awards: La democratización de los reconocimientos en el teatro

La fiesta tiene por objetivo celebrar el esfuerzo comunitario del mundo teatral, la lucha silenciosa y rigurosa que toda compañía teatral sostiene día a día y que se declara en el leit motiv de los premios: “Hacemos un trabajo grande todo el año, trabajamos tanto que no nos miramos a veces las caras, en ocasiones nuestro trabajo no es siquiera reconocido, reconozcámonos, por eso es importante celebrar”.


Una limousina, alfombra roja, glamour, brillos y las mejores vestimentas son los elementos que le dan apertura a la fiesta de los Contadores Awards, actividad dotada de humor, performatividad, baile y en la que subyace la idea de reunir al gremio teatral y celebrar el gran trabajo que se hace en la escena chilena. Es un evento que nace desde la compañía de teatro Los Contadores Auditores, seguramente inspirado en la entrega internacional de los Oscar y que evidentemente se presenta aquí como una sátira de la premiación.

Lo interesante de esta fiesta es el fenómeno que ha provocado, debido a que en sus inicios partió como una “joda», puesto que era una instancia de premiación entre amigos, un reconocimiento cercano y cada año ha ido tomando mayor forma hasta volverse un hito imperdible en el ambiente teatral; a la gente vinculada al teatro le gusta verse, compartir, saber en qué están los otros, reunirse re- conocerse, en otras palabras, sentirse parte de un gran colectivo que está haciendo algo por la escena local. El teatro es una disciplina colectiva y, por lo mismo, cuando se habla de “gremio teatral”, no se habla exclusivamente de los actores, sino también de diseñadores, productores, iluminadores, directores y dramaturgos, etc.

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A pesar de la popularidad que ha alcanzado esta actividad en su ya octava versión, se aprecia todavía un cierto sello artesanal que se sostiene en el esfuerzo colectivo para que este evento sea posible y, sobre todo, en el factor de que “nada sea tomado tan, tan, en serio”. Si la premiación fuese académica, sin duda, esta tendría otra energía, tal vez una más competitiva, o tal vez perdería ese carácter under y delirante que hoy tiene. Además hablamos de un evento que se caracteriza por reconocer el trabajo del teatro independiente, cosa que hoy casi ninguna premiación hace -excepto tal vez en otro extremo, el círculo de críticos de Santiago, que también premia al teatro independiente, toda una paradoja-. Generalmente, en el medio teatral chileno, los premios son para compañías de trayectoria o actores consolidados, sin embargo, esta fiesta mezcla “la trayectoria con lo emergente” y eso le da un enorme valor al evento, debido a que premia de igual forma a los artistas más reconocido como a aquellos que esta recién empezando su carrera, en una democratización de los reconocimientos, muy sano para el arte en general.

Por otro lado, designa equitativamente las categorías entre los premios, por ejemplo: el premio para el mejor actor o actriz, tiene la misma lógica y valoración que el de mejor boletero; lo que manifiesta un discurso de fondo: “Todos los roles en el teatro son igual de importantes”.

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Claramente, la fiesta tiene por objetivo celebrar el trabajo de todos, el esfuerzo comunitario del mundo teatral, la lucha silenciosa y rigurosa que toda compañía teatral sostiene día a día y que se declara en el leit motiv de los premios: “Hacemos un trabajo grande todo el año, trabajamos tanto que no nos miramos a veces las caras, en ocasiones nuestro trabajo no es siquiera reconocido, reconozcámonos, por eso es importante celebrar”.

Premiación y fiesta impregnan de glamour el ámbito artístico. De todas formas deja atrás la cosmovisión del artista como alguien que viste hippie y sólo llega en bicicleta a un lugar, sino que por el contrario, esta instancia permite que los teatristas se introduzcan en la lógica de espectáculo, esta instancia accede a dignificar el trabajo y pasa por la oportunidad de vestirse elegante para una ocasión que lo amerita: reconocer el propio trabajo artístico.

El sello particular de la compañía “Los Contadores Auditores” conformada por Juan Andrés Rivera y Felipe Olivares, se distingue perfectamente en esta fiesta-performance, precisamente porque tiene la misma energía y distinción que sus obras, como Safari para divorciadas (que ahora mismo está en cartelera), por ejemplo, que es extraer elementos de la cultura pop y llevarlos al ámbito artístico, creando un vínculo entre ambos mundos.

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En Safari para divorciadas reconocemos personajes característicos de la farándula chilena, haciendo una crítica de aquello a través de la ironía y el humor, cosa que también se recoge con humor y sátira en la propia premiación. Ambas se cruzan en el mismo fenómeno de la cultura pop. Además, este vínculo es un puente no menor, porque el teatro en general es percibido como un mundo aparte del mundo cotidiano, incluso hermético, de gente que se dedica a “otras cosas”, y esto no es necesariamente cierto, hay una enorme cantidad de trabajos que, de hecho, buscan la conexión con el público y los “Contadores Auditores” son parte de ese intento por visibilizar esos distintos oficios.

La instancia está dotada de performatividad. En el escenario de premiación se presentaron múltiples espectáculos que dan cuenta de la diversidad de propuestas escénicas que hay en el año. Varias de las intervenciones expusieron el sentido y esencia de las obras de teatro a través de bailes y canciones; todo un juego visual y escénico para la premiación, por cierto, de primera línea.

Otro gran momento del evento fue la premiación a Silvio Meier Hetz “Perro Meier”, hombre que ha entregado gran parte de su vida al teatro en su labor de director de escena del Teatro Nacional Chileno. Son estos los momentos en que el reconocimiento toma su real sentido, como cuando un hombre con más de treinta años de oficio, es reconocido por sus compañeros.

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Hay que agregar la presencia diversos artistas que han influido fuertemente en el medio, como Natalia Valdebenito quien tras su destellante aparición en el Festival de Viña, compartía con su gremio teatral, presentando un show junto a su grupo de baile, en una rutina llena de ironía y humor, o la mismísima Claudia Celedón con Patricia Rivadeneira, dos mujeres fuertemente influyentes en la cultura y el teatro chileno para entregar uno de los premios o Paula Zúñiga, una actriz de trayectoria, entregando el premio a la mejor actriz, por citar algunos ejemplos.

También fue un punto alto la jugada perfoshow de Camilo Saavedra, junto a Irina Gallardo Báez y Anastasia María Benavente -dotada de gran producción y profesionalismo- en una propuesta políticamente fuerte, en virtud de la reivindicación de las minorías sexuales.

En resumen cabe destacar que “Contadores Awards” es más que una fiesta que recauda fondos, va más allá de un mero “carrete” entre gente del teatro. Esta premiación es una manifestación artística, concebida bajo la idea de hacer una fiesta, que permita celebrar lo subestimado, lo invisible, lo que no está valorado en su justa medida.

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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