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Opinión: Valparaíso es Chile o  cuando la mala gestión del municipio se junta con desarrollo inmobiliario no regulado de barrios históricos Opinión

Opinión: Valparaíso es Chile o cuando la mala gestión del municipio se junta con desarrollo inmobiliario no regulado de barrios históricos

Alejandro Gana Núñez
Por : Alejandro Gana Núñez Sociólogo urbanista e investigador de la Universidad de Palermo.
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El puerto, ciudad de incendios, requiere un cuidado particular de los edificios patrimoniales, principalmente por su materialidad. Pero no hay evidencia de alguna acción del municipio respecto a edificios en malas condiciones, inhabitables, con daño estructural, sin daño pero en abandono, y terrenos baldíos. Todo queda al criterio de sus propietarios, algunos de los cuales ni siquiera viven en Chile.


Hoy, mientras pasaba por la famosa Plaza Echaurren buscando una cristalería pequeñita en un pasaje, uno de los pocos locales tradicionales que se mantienen en esa zona, me abordan para entrevistarme con cámara sobre el incendio y me preguntaron cuál es el problema de Valparaíso respecto a la gestión del patrimonio.

Mi respuesta inmediata fue culpar al municipio y la nula capacidad de gestión en materia de patrimonio arquitectónico de la zona patrimonial UNESCO, sumado a la concentración abismal entre los recursos asignados por el municipio al Cerro Alegre en comparación con aquellos asignados al Barrio Puerto. Ambos forman parte de la zona de conservación histórica declarada como Patrimonio de la Humanidad.

Sin embargo la reflexión posterior a la breve entrevista fue bastante más amplia y compleja.

Gestión del patrimonio arquitectónico

Valparaíso, ciudad de incendios, requiere un cuidado particular de los edificios patrimoniales, principalmente por su materialidad. Si bien la fachada de edificios posteriores a 1900 en barrios centrales (mayor escala y densidad) son de ladrillo, las paredes internas pisos y techos son de madera y adobe. Los edificios previos a esa época son en su mayoría de madera y adobe al menos a partir del segundo piso. Pero además algunos edificios y casas modernistas de la década del 30 o posteriores también fueron construidos en Valparaíso con madera y adobe.

Claramente existe nula fiscalización de las instalaciones de comercio y más específicamente de restaurantes en el Barrio Puerto para evitar que una llama destruya un edificio completo, aún teniendo como antecedentes tragedias previas.

Sumado a esto, tampoco existe en absoluto una exigencia por parte de la autoridad respecto a los propietarios de edificios patrimoniales importantes en barrios centrales de la mantención de estos edificios, de la recuperación, reconstrucción y buen uso de su infraestructura, tanto de los edificios en uso como de aquellos en abandono.

No hay evidencia de alguna acción del municipio respecto a edificios en malas condiciones, inhabitables, con daño estructural, sin daño pero en abandono, y terrenos baldíos. Todo queda al criterio de sus propietarios, algunos de los cuales ni siquiera viven en Chile.

El gran tema del patrimonio

La declaración patrimonial por UNESCO no era gratis, consideraba un importante préstamo para la gestión de dicho patrimonio. Pero un préstamo no es para gastarlo si no se tiene como devolverlo. Un préstamo se pide cuando en el futuro se planea devolverlo, y para esto es necesario generar ingresos, o sea invertir el dinero del préstamo.

Si ha habido una inversión pública en Valparaíso ha sido en el Cerro Alegre y Concepción, concentrando gran parte de sus recursos en las mejoras en infraestructura vial, gestión de residuos y pintura de fachadas. El resultado es positivo y se ha generado un polo económico basado en el turismo internacional, con oferta culinaria y hotelera de nivel global, a la cual difícilmente podrían acceder los habitantes de la ciudad. Por tanto un enclave turístico patrimonial. Un barrio Lastarria en pendiente.

Pero el Cerro Alegre y Concepción es sólo una parte de la zona patrimonial. Las otras dos son el Barrio Financiero y el Barrio Puerto. Éste último es la imagen misma del centro histórico fundacional, de ciudad puerto latinoamericana, con un fuerte componente histórico-social-identitario de sus habitantes. No obstante en términos sociales es prácticamente un gueto de pobreza y marginalidad. El carácter de gueto es evidente como son evidentes sus límites o murallas, físicas o simbólicas. Atravesar la línea de la plaza Sotomayor implica inmediatamente encontrar precios más bajos, un cambio notorio en el nivel del comercio, o no poder contratar un seguro de incendios.

Lo que pasó en Valparaíso con el puerto es similar a aquello que puede ocurrir con el cierre de la producción del carbón, de los mariscos en Chiloé, la muerte de un enclave monoproductivo, muy próspero, con fuerte aporte en términos de empleo local. Pero aquí nunca se hizo algún plan de reconversión laboral. La precariedad es importante.

Esto contrasta demasiado con la visión de algunos gestores patrimoniales cuyo ejemplo son los cascos antiguos medievales y premodernos de Europa central, plagados de tiendas, museos y comercio turístico de alto nivel; barrios donde el control de las obras, de las intervenciones y de los usos es total y se debe cumplir. Pero también contrasta con la realidad de la población local.

Valparaíso es Chile

Al quemarse o destruirse un inmueble patrimonial es costumbre escuchar en los habitantes de Valparaíso, que probablemente éste fue intencional. La especulación sobre los terrenos disponibles en barrios centrales y en zonas costeras es conocida, y sus efectos son ya visibles en el centro de Santiago. La liberalización del suelo es el antecedente de la fuerte alza que han tenido las propiedades desde 2010, lo cual conducirá a que la propiedad sobre la tierra se concentre aún más según ingreso, además considerando que la construcción de viviendas sociales se hace cada vez menos viable según estándares de calidad y localización, bajo el sistema actual.

Ser requiere que este tipo de catástrofes sociales y urbanas se investiguen y tengan responsables. Donde se inició y por qué motivo.

Uno de los afectados señalaba que las compañías de seguros no permiten contratar ese servicio en el Barrio Puerto. O sea si sólo aseguran cosas que ya están seguras, cuál es el sentido de la existencia de esas compañías de seguros, aparte de la generación de ganancias permanentes mediante las pólizas.

Los propietarios de estos grandes edificios también tienen un perfil marcadamente rentista. Aparte de cobrar sus arriendos, queda en duda si hacen las intervenciones apropiadas para el uso mixto, comercial y residencial, en esos edificios. Es evidente con posterioridad al terremoto de 2010, ver en Valparaíso reparaciones de fachada de edificios previos a 1930 con internit y madera terciada, reemplazando estuco y a veces hasta paredes sólidas.

¿Dónde están los propietarios de estos inmuebles? ¿Cuál es el nivel de mantenimiento que hacen de estos edificios, donde funcionan locales comerciales pero además hay viviendas? ¿Qué responsabilidad tienen ellos en las intervenciones de mala calidad que se realizan en sus propiedades, las cuales en cierta manera le pertenecen a todos? ¿Qué gestiones ha hecho el municipio para acordar con los propietarios de los inmuebles el correcto uso y mantenimiento de esa infraestructura en zonas de riesgo de distinto tipo?

Claramente muchos de estos temas no son propios de Valparaíso, aunque aquí se manifiesten de forma más obscena, y tienen que ver con la mala gestión de los gobiernos locales y el mal uso de sus fondos, y el desarrollo inmobiliario no regulado de barrios históricos y patrimoniales.

Alejandro Gana es licenciado en sociología de la Universidad de Chile e investigador en temas de desarrollo urbano y patrimonio inmaterial.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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