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«Fuera de lugar»: Inmiscuirse en la subjetividad de lo aberrante Crítica literaria

«Fuera de lugar»: Inmiscuirse en la subjetividad de lo aberrante

La nueva novela del escritor bonaerense, Martín Kohan (1967), es una exploración sobre la construcción de una normalidad y lo maligno discretamente subyace en ella. A través de una ficción sobre pornografía infantil, tratada en mercados negros transnacionales y producida en recónditos provinciales, parece disolverse la culpa, atenuarse bajo mil causas, reflexionando sobre la naturalidad apática en esta clase de prácticas y sus consecuencias dispersas y traumáticas. En una novela que se inmiscuye en el proceder de hechos repudiables, la lectura se hace comprensiva e incluso cómplice de acciones que de otra manera serían claramente aborrecibles. Una novela sumamente pedagógica que ilustra los saltos de juicio moral que pueden construir aquella normalidad tan fuera de lugar.


Un grupo que se dedica a la producción de pornografía infantil actúa de forma clandestina en la precordillera argentina. Fuera de lugar (marzo, 2016) cae laxamente en el género policial generando un recorrido de pistas esquivas a un crimen tapado frágilmente por su naturaleza insólita.

Martín Kohan, autor de Ciencias morales, Premio Herralde de Novela (2007), es profesor de teoría literaria en la Universidad de Buenos Aires y en la Universidad de Patagonia. En el pasado trabajó como profesor de secundaria y ha incursionado también en el género del ensayo y el cuento. En sus novelas ha trabajado un estilo que a partir de un narrador foráneo incursiona en la enunciación de los personajes, la manera en que estos dirían lo que se dice.

Evoca un espía empático, se envuelve en aquel que protagoniza lo que narra, generando la misma compenetración en el lector.

[cita tipo=»destaque»]Fuera de lugar es una novela que genera una reflexión sobre la normalización del mal, la manipulación de lo moral con apáticos fines egoístas, las formas de hipocresía y la fragilidad de lo oculto. Una aproximación que revela una exhaustiva investigación de las subjetividades humanas y es capaz de inmiscuir al lector en una realidad que seguramente transgrede sus principios.[/cita]

Sin aprensión particular cuenta «[…] ellos tendían a pensar que sin siquiera saberlo, la movían, la agrandaban, la agitaban, la exhibían». La construcción de este narrador que se ve guiado por diversos puntos de vista, con distintos accesos a la verdad de los hechos, es una voz confiable y por tanto manipuladora. Una construcción que espera (acertadamente) una siguiente interpretación de sus lectores, quienes a la luz de lo expuesto tendrán que fabricar lo omitido, un juicio sobre lo descrito de forma tan ligera y moralmente ambigua.

El primer capítulo, Precordillera, posee una brillante multiplicidad de puntos de vista que se columpian en un continuo magnético, por momentos no se sabe desde quién se habla: el grupo, uno de los personajes o quizás una reflexión del narrador. Comienza la narración en la mejor sección del libro y la que más merece relectura, se advierte poco a poco la orientación que dispone el autor en una trenza de acontecimientos e interpretaciones de sus personajes.
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La estrategia de seleccionar una situación repudiable y a la vez intermedia permite cargar de reflexiones morales a personajes que cometen actos viles. Este capítulo trata sobre «fotos de nenes», su producción y distribución, las dinámicas que generan sus actores y los mercados de «países del este», lejos de Argentina donde ocurre la historia. Los personajes banalizan sus propios crímenes al considerar lo que hacen los otros, ellos no son pedófilos. Aquello peor perdona lo que sí hacen, acto no menor, «la fotito juguetona» con fines comerciales y creatividad artística. Pierden cuidado del daño psicológico que provocan por la aparente indolencia de los menores, que adjudican a cualquier otra cosa, algo de lo que no son responsables. Esta transgresión enseñada como parcial podría remitir a hipocresías en ámbitos más amplios como leves.

Existe una orientación de esta apatía, la forma en que se desarrollan los hechos la entrelaza con la forma hermética en la cual cada uno ve su labor. Se describe con dulzura el desarrollo de escenas campestres que están dotadas de inocente ternura y belleza demostrando la riqueza de las decisiones del equipo. Se explican decisiones y análisis comerciales que podríamos escuchar de una empresa legal y correcta. Se da énfasis a las dinámicas de grupo, los problemas de personalidad y rol en torno al funcionamiento de un proyecto. De esta forma se conforma una máquina entusiasta, cultura grupal que opera en la discreción de no reflexionar sobre la cualidad moral de las acciones cometidas, huir de lo que no se quiere ver.

Una progresión que desencadena hechos perturbadores es interpretada bajo los códigos morales de personajes que son capaces de aceptarla y sin embargo condenarían hechos similares. Excusados por aquello peor y apáticos se aproximan con naturalidad y rutina a acciones aberrantes, seguros además de que sus actos están para siempre velados.

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Martín Koham

La particular forma en que se accede a esta historia nos hace dudar de la gravedad del crimen, nos exige salir de ella para encontrar forma de repudiarla. El ingreso que genera la narración en la subjetividad de los personajes genera compasión y piedad, manipulando al lector a ser de alguna manera cómplice.

Se plantea una conexión con la realidad histórica, externalidades mundiales y locales iniciarán el desarrollo de una narrativa policial. El autor aprovecha la caída del socialismo en Europa del Este para iniciar su historia y la invención del internet para darle un giro violento pero verosímil.

El alcance geográfico de la provincia y la conurbación de Buenos Aires sitúa la proliferación de los efectos sobre lugares diversos, aparentemente inconexos. Las peripecias de la búsqueda tangencial de un nuevo personaje acecharán la fragilidad del secreto, confrontarán la sensación que guió narraciones anteriores. La normalidad es trastocada por algo ocurrido fuera de lugar, las consecuencias traumáticas trenzan las historias de terceros sin ellos saber qué fue lo que desencadenó dicho destino. Muchas de estas historias son brillantes y complejas, dejarán un recuerdo reflexivo en el lector, otras simplemente no lo son y tienen una decepcionante relevancia en el destino de la novela.

Fuera de lugar es una novela que genera una reflexión sobre la normalización del mal, la manipulación de lo moral con apáticos fines egoístas, las formas de hipocresía y la fragilidad de lo oculto. Una aproximación que revela una exhaustiva investigación de las subjetividades humanas y es capaz de inmiscuir al lector en una realidad que seguramente transgrede sus principios.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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