Es reduccionista, porque pretende agotar las explicaciones llevando los procesos a un punto focal definitivo, disminuye la capacidad futura del pensamiento al autor, y de paso, perjudica al lector.
Alfredo Mayol, Autopsia. ¿De qué se murió la elite chilena? Catalonia, Santiago, 2016, 380 páginas.
La tesis central del libro atrae: los pactos de la elite chilena habrían fracasado y la elite habría muerto. Los políticos, empresarios, pastores, tecnócratas, académicos, militares y comunicadores que habrían construido desde el Gobierno militar una transición hacia sí mismos, habrían descuidado las condiciones básicas de supervivencia y en los últimos años, habrían gestado un proceso de disolución; hoy, su hora fatal habría llegado.
Por eso, la portada se florea en la exhibición de las imágenes de todos esos vivientes que creían gozar hasta hace poco tiempo de magnífica salud cívica, aunque también uno que otro chileno efectivamente fallecido aparece ahí.
Para explicarse, el autor va dando cuenta de lo que llama la ecuación de la elite chilena, de sus ajustes y reajustes. Sean las coordenadas y relaciones que describe las correctas o no, lo que sí es muy estimulante es el empeño de Mayol por mostrar dos etapas distintas en el pacto –para que se entienda el porqué del comienzo de la decadencia- y por ejemplificar concretamente mediante lo que denomina “escenas de la vida elitista”.
Enfrentando a unas elites supuestamente agusanadas, el autor reseña a quienes llama “los impugnadores” y muestra de entre los tres más significativos -Bachelet, Enríquez-Ominami y el movimiento estudiantil- a este último como el único con logros sustitutivos parciales, con virtualidad de construcción de una nueva y poderosa elite.
Pero junto a los méritos de este análisis, los problemas. En realidad, “el” problema: el reduccionismo.
El reduccionismo, porque pretende agotar las explicaciones llevando los procesos a un punto focal definitivo, disminuye la capacidad futura del pensamiento al autor, y de paso, perjudica al lector.
¿Dónde está el reduccionismo en este libro? Por todos lados.
En la adjudicación al empresariado de poderes casi omnímodos de dominación sobre los restantes miembros de la elite; en la explicación de todos los males de la elite chilena por sus vínculos con el lucro; en la posibilidad de configurar una nueva elite tan casta y pura que logre tener un poder del todo legitimado; en fin, en la muerte misma de la elite como si, gustándonos o no su existencia, hubiese optado ya por el suicidio colectivo; pero no vaya a ser que “los muertos que vosotros matasteis gocen de buena salud.”
Porque, ¿no hay acaso muchas motivaciones diferentes en la mayoría de los empresarios chilenos? ¿Es una característica exclusiva de la elite o es un rasgo ampliamente compartido en todas las capas sociales el querer lucrar (incluso ilegítimamente)? ¿No quiere Mayol constituirse en el elitista conductor -lo ha venido siendo en parte- de la nueva elite que postula como necesaria, a la izquierda del PC? ¿No se recomponen una y otra vez los vínculos al interior de una elite que tiene más vidas que un gato?
Interesante el texto; pero es sociología, no es más que eso.
Gonzalo Rojas Sánchez
Profesor Universitario