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Las imágenes trepidantes de lo femenino en «Última Esperanza», el reciente libro de Alicia Salinas Reseña literaria

Las imágenes trepidantes de lo femenino en «Última Esperanza», el reciente libro de Alicia Salinas

Alejandra Carmona López
Por : Alejandra Carmona López Co-autora del libro “El negocio del agua. Cómo Chile se convirtió en tierra seca”. Docente de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Chile
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El último libro de Salinas no sólo refresca una y otra vez lo femenino, sino que también las líneas dedicadas a la injusticia social. En este concierto también toca teclas la particular voz con la que habla de las décadas en las que nació poeta, razón por la que es incluida en la generación del ’80. Como dice Óscar Hahn -que parafrasea uno de los versos del libro- en esta última apuesta está toda Alicia Salinas: “limpia y sugerente. Pero también lúcida en su visión de mundo y eficaz en el arte de la palabra”.


Los versos de Última esperanza, el más reciente libro de poesía de Alicia Salinas se precipitan en forma de imágenes trepidantes capaces de trasladar al lector desde el exilio en Moscú hasta una casa vacía o el amor.

Dividido en ejes temáticos, que -como escribe Óscar Hahn funcionan como “movimientos de una estructura musical”- el libro también está impregnado de la forma más humilde en que Alicia Salinas suma versos ante los ojos del lector. Esta vez ahondando también en la rutina de la calle, en los más invisibles gestos cotidianos que podrían pasar inadvertidos, pero que sin embargo, están grabados en el ajetreo de cualquier ciudad ciega:

“¿Qué hace un niño en la calle?/Transita con la procesión bajo la piel./No va a la escuela./No se sienta con sus queridos alrededor de una mesa./Ni conversa descaradamente lo que se le venga en ganas./Un niño de la calle no tiene mesa./Ni escuela ni casa./La vida se le escapa a prisa./Él vende, compra, roba y respira lo que sea en la calle./Para él nunca hay nada./Ni una pocilga/ni un trapo harapiento con que cubrir/su escuálido tránsito”.

En Última Esperanza están también el amor y el desamor, el encuentro y los desencuentros; y en ese vórtice, su poema Sintigo: “Contigo/ llegué a recorrer la casa/ que nunca conocí/Acepté promesas/que no creí jamás/Volamos al país/Donde nunca estuve/Sintigo/fue más fácil todo”.

El último libro de Salinas no sólo refresca una y otra vez lo femenino, sino que también las líneas dedicadas a la injusticia social. En este concierto también toca teclas la particular voz con la que habla de las décadas en las que nació poeta, razón por la que es incluida en la generación del ’80. Como dice Óscar Hahn -que parafrasea uno de los versos del libro- en esta última apuesta está toda Alicia Salinas: “limpia y sugerente. Pero también lúcida en su visión de mundo y eficaz en el arte de la palabra”.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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