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El festival del graffiti que le cambió la cara a Bajos de Mena Meeting se realizó el fin de semana del 16 y 17 de julio

El festival del graffiti que le cambió la cara a Bajos de Mena

Fue un buen ejemplo de cómo el arte puede favorecer un lugar ignorado por la política y los medios. Allí los artistas no sólo compartieron entre ellos y con la comunidad, y construir confianzas, sino que además conocieron de primera mano un lugar estigmatizado que es mucho más que lo que sale en la televisión.


Un festival de graffitti, que se realizó el fin de semana del 16 y 17 de julio en el barrio Bajos de Mena de Puente Alto, es un buen ejemplo de cómo el arte puede cambiarle la cara -para bien- a un lugar ignorado por la política y los medios. Allí los artistas no sólo compartieron entre ellos y con la comunidad, sino que además conocieron de primera mano un lugar estigmatizado que es mucho más que lo que sale en la televisión.

Este sector de la comuna de Puente Alto, donde viven unas 120.000 personas en 54 barrios, es un complejo de viviendas sociales, probablemente el guetto más grande de Chile, creado a mediados de los años 90 por el gobierno de Eduardo Frei Ruiz-Tagle, sin parques ni áreas comerciales. Una muestra de cómo las autoridades pretendieron solucionar el problema habitacional de nuestro país: relegando a los más pobres hacia la periferia.

Hasta hace poco sólo aparecía en la televisión por las noticias policiales, pero eso está cambiando. Primero un vertedero fue transformado por las autoridades en el parque Juan Pablo II, inaugurado en 2014 con más de 14 hectáreas de terreno. Y el año siguiente se realizó la primera versión del «Meeting Bajos de Mena», un encuentro de grafiteros de todo el país, completamente autogestionado- que acaba de terminar su segunda versión.

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Con ayuda de la feria

Al segundo encuentro llegaron más de 300 artistas urbanos de todo Chile, de Arica a Puerto Montt, hombres y mujeres. Allí estuvieron ArteHaga (Concepción), HAM (Coquimbo), MAV (Rancagua) y  Plasmart (San Antonio), entre otros. También hubo invitados internacionales: asistieron  Freddy Filete (Argentina) y Bart (Brasil).

Se alojaron en una sede vecinal y en casa de algunos anfitriones. Además, los puesteros de la feria del barrio se pusieron con los alimentos para los almuerzos de los llegados.

No sólo se pintaron más de dos kilómetros de muros. Además hubo música a cargo de grupos como Guerrillerokulto, los locales Brk Ruidos, Area Fresh (La Granja) y Km Skuad (San Bernardo), campeonato de fútbol y «caritas pintadas» para los más pequeños.

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Encuentro abierto

Eduardo «Cubo» Soto, de 28 años, y Felipe «Seeone» Pérez, de 30, son dos de los seis organizadores del evento. Otro de ellos, Guillermo «Rotka» Ahumada, tuvo la idea de crearlo. Hablar con ellos es darse cuenta de que el graffitti les corre por las venas. Dibujan desde niños, y aunque hoy trabajen en áreas distintas -uno en una imprenta y otro en telecomunicaciones- aprovechan la ocasión que sea -un asado, un 18, un Año Nuevo- para hacer lo que más les gusta: pintar un muro.

El encuentro lo organizaron de manera abierta a través de una página de Facebook. Sólo había que inscribirse, sin concursos ni sorteos.

En la invitación al evento explicaron que la idea era dar una mano a un lugar con alto hacinamiento y sin hospitales, farmacias ni Bomberos, creado con «una despreocupación por la gente que llego a vivir al sector y de cómo se desarrollarían en su diario vivir», con un deterioro con el transcurso del tiempo que hace «que la gente se sienta olvidada, perdiendo el respeto a su entorno».

«Dentro de los objetivos principales del encuentro, es dar a conocer el sector y que la gente se sienta partícipe por un instante, demostrando que podemos ayudar y aportar en la cotidianidad del diario vivir del barrio, reflejando lo importante que es entender dónde nos encontramos ubicados y ayudar al sector con lo que sabemos hacer», decía la convocatoria.

«El ‘Meeting Bajos de Mena’ es la oportunidad de mostrar a la gente y a nuestros vecinos que uniendo el graffiti con las actividades en el barrio podemos embellecer nuestro sector, es por eso que nace este evento con el fin de aportar una mejora al sector», remataba la invitación del evento destinado a «crear una instancia donde podremos compartir entre grafiteros, muralistas, vecinos, gente del sector y las personas que quieran aportar a la comunidad, creando un círculo de confianza donde la herramienta fundamental es conocer cómo se vive el día a día en Bajos de Mena».

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Mejor en la población

«Cubo» y «Seeone» pintan desde hace más de diez años en Bajos de Mena. «El graffitti nació en la población y siempre se va a pintar en la población», dice «Cubo», entre otros porque hay menos fiscalización y «la gente es más relajada».

En esta ocasión pintaron en el perímetro de la sede vecina del sector de Sagrada Familia y en los muros del costado norte de la autopista Acceso Sur.

«Cada uno pintó lo que quiso, era temática libre», complementa «Seeone». «Nosotros sólo les designamos un pedazo de muro con un número y les pedimos que respetara (la demarcación)». Y aunque la organización se consiguió algo de spray, muchos llevaron su propia pintura.

«Cubo» destaca que la autogestión implicó conseguir lugares donde la gente podía dejar sus cosas de forma segura, con confianza.

De hecho, uno de los objetivos del encuentro fue «perderle el miedo» al sector, según «Seeone». «Lo tienen como un lugar marginado, como una ‘zona roja’. Mucha gente en los correos preguntaba, ‘chiquillos, ¿es seguro ir para allá?’. Es tan marginal que a la gente le da miedo ir».

«Queríamos romper el mito de que allí es peligroso y mostrar que se pueden hacer cosas grandes, que vean la realidad de lo que pasa en la población, no que les cuenten algo y sólo lo repitan», continúa. «Cuando uno cuenta de donde es, por ejemplo para buscar trabajo, muchas veces hay un rechazo de la otra persona. Para mí es importante sacar el estigma que tiene la población y demostrar a la gente que se pueden hacer cosas y resultan. Este año movimos gente en gran cantidad y no pasó nada».

Además, claro está, se quería generar un encuentro para el graffitti, «pero en la población de los chiquillos, donde nos sentimos cómodos, y mostrarle a nuestros amigos, a nuestro entorno, de que el barrio es tranquilo, que no es lo que la gente piensa, lo que sale en las noticias, que la comunidad existe, que existe gente buena, que se puede pintar y hay harta calidad», complementa «Cubo».

«Bajos de Mena» ahora puede sonar «bonito» gracias a los graffittis, agrega. «Si tu vas ahora, tienes los del año pasado, que se pintaron en un sector distinto, y los de este año. Si sumas todo, tienes más de ochocientos, en un perímetro (acotado). En el circuito el barrio se puede conocer gracias a ellos. Y la gente los cuida. Los otros grafiteros no los rayan».

«Más que lo que se logra como obra final, es importante poder compartir, poder conocerse, hacer comunidad, porque si no se hace ahí, ¿donde?», agrega. «Seeone» comenta que se reencontró con amigos de regiones, que conoció en sus viajes. «Juntas a los amigos y conoces gente nueva».

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Una pasión de vida

A ellos el graffitti les ha dado todo. O casi. Gracias a su pasión han podido viajar por Chile y también conocer el exterior (fueron a San Pablo y Río de Janeiro), siempre asistiendo a eventos similares. «La pintura abre espacios, abre caminos, lo mismo que nosotros intentamos hacer aquí», comenta «Cubo», y agrega que . «La pintura es algo que une. La confianza existe gracias a la pintura. Nosotros mismos somos amigos gracias a la pintura».

Como muchos, ellos empezaron haciendo tags (firmas), primero en cuadernos y croqueras, y luego en las murallas de sus casas y los muros de los «peladeros» de su barrio. Hoy «Cubo» hace «letras» de estilo libro, abstracto, mientras «Seeone» se dedica a los personajes y las caricaturas.

«Antes pintábamos con tierra de color y cal», recuerda «Seeone». «Era lo que teníamos en aquella época, hace quince años. No me podía comprar diez spray para salir a hacer un graffitti», si cada envase sale en promedio tres mil pesos. «Yo juntaba la plata de la colación, no comía, para ir a pintar el fin de semana. A veces uno anda estresado, entonces pesco mis pinturas y mi bolso, salgo a caminar, pinto y me relajo. Es como una terapia, para muchos».

«Es como la cerveza de Homero Simpson: la causante y la solución de todos tus problemas. Si estás bien, vas a pintar. Si estás mal, vas a pintar. Si no tienes nada qué hacer, vas a pintar. Si hay un cumpleaños, te juntas además para pintar. Si quieres hacer un asado, pones la parrilla en la calle mientras pintas. Existen los clásicos, como pintar el 31 de diciembre, el 1 de enero», interviene «Cubo».

Incluso hoy pueden pedirse un día en el trabajo, sólo para ir a pintar. Los sábados casi siempre lo hacen. «A veces uno está pintando y pasa un vecino y te pide pintarle el muro. Eso es bonito. Se acercan los cabros chicos, paran al papá, y dicen, ‘mira papá, están pintando’, y te preguntan qué significa… yo valoro esas cosas. Y el ‘Meeting’ uno lo hace para que se una la población, para compartir con tu vecino», dice.

«Bajos de Mena» es «una población olvidada, dentro de la ciudad.  Si viene un artista famoso de Europa o Estados Unidos, lo vas a hacer pintar en los barrios bonitos del centro. Ahí está la discriminación. Nosotros hacemos el evento para que la gente se sienta querida, que sientan que hay alguien que se está preocupando por ellos. Por eso nos apoyó el sindicato de la Feria, porque cuando ven que alguien quiere hacer algo positivo por la población, te apoyan. Hacemos cultura en el barrio», concluye «Cubo».

«Desde cierta fecha nos empezamos a separar como sociedad, a ser más distantes. Entonces nosotros intentamos generar un vínculo, y estas son las instancias. Construimos confianza».

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