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Tsunami, el bisturí de Villegas Libros de actualidad en la crítica de Gonzalo Rojas Sánchez

Tsunami, el bisturí de Villegas

En el libro, el sociólogo va tomando a un títere izquierdista detrás de otro y corta sus cabezas con maestría. Es cierto que deja algunas sobre los hombros de sus portadores, pero se ve que les va a seguir la pista hasta darles certificado de alta o sentencia de muerte. No los va a dejar tranquilos, porque como él mismo dice, anota y anota en sus cuadernos


Fernando Villegas, Tsunami. Manual de supervivencia para opositores, disidentes, apóstatas, sediciosos, etc., Planeta, Santiago, 2016, 192 páginas.

Hay un momento especialmente conmovedor en este libro: en la página 45 el autor se confiesa un converso por convicción.

No sé de dónde viene exactamente Fernando Villegas, cuáles eran sus coordenadas de referencia vital hace 40 años, aunque por todo lo que él mismo ha expuesto en los últimos tiempos, su origen debe ser algo así como un sesentero izquierdozo y desfachatado. Pero sí está claro dónde está hoy el converso: ha llegado a una de las posiciones más envidiables a las que se puede aspirar, el sentido común.

Villegas no se ha convertido ni a la derecha, ni al piñerismo -aunque en el libro hay unas pocas y sutiles señales de admiración- ni al cristianismo, ni al pinochetismo. Simplemente ha llegado a una posición de equilibrio igualmente distante de las sesudas ideologías que todo lo desfiguran y de los banales lugares comunes que todo lo frivolizan. Se instaló en la sensatez.

villegas libro

Su chispeante prosa, deslenguada por momentos, parece desmentir ese equilibrio, pero no hay que olvidar que un garabato bien colocado por aquí y por allá -cada media docena de páginas aparecen las “cagadas”, las “cacas” y otras linduras- refuerza lo ridículas que son algunas de las posturas de las que Villegas se hace cargo.

Por eso la intolerancia, la violencia, la incomodidad, la incompetencia, la impunidad, el derrumbe y la impaciencia son las tendencias que conforman el tsunami descrito por Villegas. Todas esas posturas están analizadas de modo incisivo, sin remilgos, con soltura conceptual y verbal. El tipo mide como uno noventa y debe pesar de cien para arriba. No es lo suyo andar matando moscas.

¿Son sólo tendencias o posturas las que describe y fustiga Villegas?

No. El sociólogo va tomando a un títere izquierdista detrás de otro y corta sus cabezas con maestría. Es cierto que deja algunas sobre los hombros de sus portadores, pero se ve que les va a seguir la pista hasta darles certificado de alta o sentencia de muerte. No los va a dejar tranquilos, porque como él mismo dice, anota y anota en sus cuadernos.

Yo no sé qué le van a contestar Andrade, Vallejo, Quintana, Eyzaguirre, Teillier o Girardi. Quizás nada, quizás ignoren el bisturí de Villegas.

Malo, malo para todos, porque decenas de miles de chilenos se podrían quedar con las ganas de unas disputas épicas; y peor para los imputados, porque la legítima defensa a la que tienen derecho sería una ocasión formidable de evaluarlos, al verlos contrastados con uno de los mejores espadachines de la plaza.

Gonzalo Rojas Sánchez

Profesor universitario

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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