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Dioses moralistas y castigadores fomentan la prosocialidad humana Convenio con Centro Interdisciplinario de Neurociencia de Valparaíso

Dioses moralistas y castigadores fomentan la prosocialidad humana

Un grupo de investigadores liderados por Benjamin Grant Purzycki, investigador del Centro para la Evolución Humana, la Cognición y la Cultura de la Universidad de Columbia Británica, estudiaron el rol de las creencias en dioses moralistas y castigadores como fomento a la cooperación entre gente completamente desconocida, separada geográficamente.


Los seres humanos han vivido la mayor parte de su historia evolutiva en pequeños grupos, en los que la reputación era importante, pero una vez que la sociedad se hace más grande, es más difícil o imposible conocer la reputación de cada persona.

Desde los inicios de la agricultura, la escala de la cooperación humana y la complejidad social se han incrementado dramáticamente. La razón por la cual la gente en comunidades más grandes debiera mantener un comportamiento prosocial con desconocidos o personas que jamás conocerán, no es evidente.

Este hecho desafía las explicaciones evolutivas de la prosocialidad, debido a que mecanismos de cooperación estudiados en profundidad basados en similitud genética y reciprocidad no logran explicar porque la gente participa en transacciones temporales con personas desconocidas, genéticamente disimilares. Para explicar la expansión de la prosocialidad, investigadores han propuestos diversos mecanismos.

Un grupo de investigadores liderados por Benjamin Grant Purzycki, investigador del Centro para la Evolución Humana, la Cognición y la Cultura de la Universidad de Columbia Británica, estudiaron el rol de las creencias en dioses moralistas y castigadores como fomento a la cooperación entre gente completamente desconocida, separada geográficamente.

En el estudio se utilizaron 591 personas, de 8 comunidades de diferentes partes del mundo: Vanuatu, Fiji, Brasil, Isla Mauricio, Rusia y Tanzania. Los participantes reportaron pertenecer a diversas religiones, entre ellas, cristianismo, hinduismo, budismo, animismo y adoración de los ancestros.

El estudio se realizó mediante un juego privado en el cual cada participante utilizó 2 contenedores, un dado con 3 caras de un color y 3 caras de otro color y 30 monedas. El juego consiste en distribuir las 30 monedas, canjeables por dinero real, en 2 contenedores, los que representan el dinero que el participante o su comunidad recibirá y el que una persona anónima de la misma religión, en un lugar geográficamente distante recibirá.

Para ello primero el participante debe asociar cada contenedor con un color del dado y luego tirar el dado 30 veces para distribuir cada una de las monedas dependiendo de los colores que se obtengan. A los participantes en ningún momento se les sugirió que podían hacer trampa, pero al realizarse los experimentos en privado y máximo anonimato, se dieron las condiciones para que fuesen deshonestos.

De esta forma los participantes deshonestos podrían distribuir las monedas de forma arbitraria para su propia conveniencia, y así maximizar el beneficio propio y de su comunidad local a costa de las personas de lugares geográficamente distantes.

Si bien los investigadores no pueden observar directamente si los participantes hacen trampa, si estos juegan bajo las reglas, se deberían distribuir en promedio 15 monedas en cada contenedor. El resultado de la distribución permitió a los investigadores medir la desviación de la distribución de las monedas en los diferentes experimentos.

Adicionalmente cada participante se le entregó un cuestionario con preguntas para evaluar que tan omnisciente, moralista y castigador era el dios en el cual creían.

Los resultados mostraron una fuerte relación entre la creencia de un dios moralista y castigador con la forma en que las monedas eran distribuidas. En especial, mientras mayor era la creencia de que su dios era omnisciente, moralista y castigador, menos trampa hacían los participantes. Esto apoya la idea de que si la persona cree en un dios que observa su comportamiento y lo castigará por comportamiento inmoral, la probabilidad de que esta extienda su comportamiento prosocial más allá de su círculo inmediato será mayor.

Estos resultados junto con resultados previos tienen importantes implicancias en la comprensión de la evolución de la cooperación a gran escala en sociedades grandes. Además, mientras mayor sea la inclinación a un comportamiento imparcial hacia otros, mayor es la probabilidad de que compartan las creencias y comportamientos que fomentan el desarrollo de instituciones, comercio, mercado y alianzas de gran escala con desconocidos.

Esto ayuda a explicar parcialmente 2 fenómenos: la evolución de grandes y complejas sociedades humanas y las características religiosas de sociedades con mayor complejidad social y la expansión de religiones con dioses moralistas y castigadores. Si bien existen varias rutas para llegar a altos niveles de cooperación necesarios para el desarrollo de sociedades complejas, el castigo sobrenatural es una solución efectiva para enfrentar el reto de la cooperación social y ha aparecido de forma repetida en múltiples ocasiones a lo largo de la historia.

Vínculo al artículo original:
http://www.nature.com/nature/journal/v530/n7590/full/nature16980.html

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