Libros de actualidad en la crítica de Gonzalo Rojas Sánchez
Óscar Aguilera ha entregado un libro que en algunas dimensiones recae por momentos en el fetichismo de lo juvenil. Por una parte, en el uso reiterado de testimonios adolescentes textualmente transcritos que no pasan de ser balbuceos plagados de vacilaciones y garabatos; y, por otra, en la adjudicación a sus tres fenómenos -movidas, movilizaciones y movimientos- de una estructuración tan elaborada que, por momentos, da la impresión que se estuvieran estudiando manifestaciones y organizaciones centenarias y multitudinarias, cuando el mismo autor muestra que muchas veces no son más que pasajeras y de convocatoria mínima.
Óscar Aguilera Ruiz, Movidas, movilizaciones y movimientos, Ril Editores, Santiago, 2016, 393 páginas.
Los estudios sobre juventud pueden abordarse desde dos extremos perniciosos: el juvenilismo (todo lo que hacen los jóvenes es puro y visionario) o el viejismo (los jóvenes de hoy no tienen remedio).
Óscar Aguilera ha entregado un libro que no incurre en ninguno de esos dos defectos, aunque en algunas dimensiones recae por momentos en el fetichismo de lo juvenil. Por una parte, en el uso reiterado de testimonios adolescentes textualmente transcritos que no pasan de ser balbuceos plagados de vacilaciones y garabatos; y, por otra, en la adjudicación a sus tres fenómenos -movidas, movilizaciones y movimientos- de una estructuración tan elaborada que, por momentos, da la impresión que se estuvieran estudiando manifestaciones y organizaciones centenarias y multitudinarias, cuando el mismo autor muestra que muchas veces no son más que pasajeras y de convocatoria mínima.
Por cierto, este segundo defecto se nota especialmente en el trabajo sobre las movidas y es menos perceptible –justamente por la naturaleza del objeto de estudio- en la presentación de los movimientos, aunque algunas conclusiones dan la idea de una juventud en régimen de organización estable y creciente, cosa que el mismo autor muestra reiteradamente en su dimensión contraria: lo volátil y fragmentario de las movilizaciones y movimientos. Por momentos, los modelos teóricos que utiliza Aguilera son tan densos, que el lector tiene la sensación de que unos pocos datos han sido utilizados como soporte para darle a aquellas teorías estricta validez en el caso chileno. Mal de sociólogos y antropólogos culturales.
En todo caso, Aguilera es sincero al expresar la serie de problemas metodológicos que ha tenido su investigación, tan centrada en entrevistas y estudios de campo, pero sus conclusiones resultan en general satisfactorias y coherentes con la información que le sirve de base, así como con la numerosa y bien ponderada bibliografía que le sirve de modelo. La duda del lector es si en esa coherencia entre datos, modelos y conclusiones se expresa el panorama completo o sólo una partícula muy parcial. Me inclino por lo segundo
Además, como algunas de las investigaciones concretas están centradas en fenómenos del 2003 o del 2006, esas materias requieren de actualización en las movidas, movilizaciones o movimientos posteriores al 2011. Orgánicas como la ACES (y la paralela CONES, ausente) merecen un tratamiento más actualizado. Igual cosa con esa especial forma de movilización que han sido las numerosas tomas de establecimientos escolares, las que en el libro están magníficamente descritas con el caso Amunátegui del 2006, apasionante relato, pero algo desactualizado después de los dramáticos sucesos más recientes.
¿Libro para especialistas? No, libro para interesados en los jóvenes. ¿Libro para jóvenes? No, y mucho menos para gran parte de los entrevistados.
Gonzalo Rojas Sánchez
Profesor Universitario
