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Científicos abandonados a su suerte: los nuevos exiliados chilenos Opinión sobre la realidad de investigación en ciencia

Científicos abandonados a su suerte: los nuevos exiliados chilenos

Si obtiene una plaza para investigar en Chile, prepárese a poner la mejor cara al banco para, con un contrato de dos años, pedir un crédito hipotecario. Suerte con eso. ¿A qué nos lleva esto? A que jóvenes investigadores simplemente no tienen otra alternativa que probar suerte fuera de Chile para conseguir un sueldo. ¿Es esto una maravilla? Pues no. Hacer investigación en el extranjero es volverse nómade: cada dos años postular a un nuevo trabajo, generalmente en otro país, cambiarse de casa y comenzar todo de nuevo.


La ciencia es la única herramienta que poseemos como humanidad, capaz de hacernos realmente libres. Libres de la ignorancia, del mito y la superstición que arrastramos desde que, como especie, nos ocultábamos en cavernas para sobrevivir. Cada aparato, vacuna, construcción, vehículo, y sistema de cualquier índole está basado en el conocimiento empírico demostrable (el único conocimiento real, el resto es intuición) que hemos desarrollado como especie en los últimos miles de años.

Sin embargo, aquí no hablamos de las bondades de la ciencia, esta columna es un mensaje de utilidad pública para nuestros jóvenes, es lo que no se encuentra en ningún libro, es lo que el Discovery Channel no le cuenta al espectador, es lo que los científicos omitimos las veces que damos charlas a la comunidad para acercarla a la ciencia. Esta columna habla del lado B de la ciencia, ese que no aparece en la sección de tendencias de El Mercurio. Jóvenes, muchos de ustedes tienen una historia incompleta, y el propósito de esta columna es ayudar a completar ese vacío, eso que debieran saber para tomar una decisión informada.

Para estudiar ciencia siendo chileno hay que ser valiente, estar medio loco, tener cierto grado de espíritu de mártir, o derechamente ignorar algunas cosas. Para no aburrir con cifras, me voy a enfocar en cosas tangibles para la gente en general. El estado de la ciencia en Chile es, en mi opinión, un análogo al estado del deporte. Por ejemplo, Tomás Gonzalez, un talento natural que, sin tener el apoyo de políticas públicas deportivas lo suficientemente fuertes, se ha destacado simplemente debido a la pasión que tiene por lo que hace, teniendo muchas veces que “mendigar” implementos para entrenar como corresponde, y quien, gracias a la donación de un empresario no mucho tiempo atrás, pudo comprarse los implementos que necesitaba sólo después de haber ocupado lugares importante en la élite de la gimnasia mundial, a puro pulso. Los premios nacionales de ciencia son nuestros Tomases González, ellos son nuestros Fernandos González y Nicolases Massú, son nuestras Crespitas Rodriguez, y nuestros Arturos Vidal.

Al elegir una carrera científica, cualquier joven de nuestro país se verá enfrentado al siguiente escenario. En primer lugar, los estudios universitarios terminan una vez obtenido el doctorado y no antes. Esto significa que, en promedio, estudiarán al menos la misma cantidad de años que un médico especialista (alrededor de 10 años). Para hacer ciencia, esto es el “desde”. En segundo lugar, durante los estudios de pregrado en cualquier universidad, debe ser un alumno destacado. Aquí no aplica el dicho que existía en Beaucheff (la FCFM de la U. de Chile donde estudié) de que “el 4.0 es nota y el resto el lujo”. La razón es simple: una vez terminada la licenciatura, los doctorados se pagan en base a becas en la inmensa mayoría de los casos (como con el programa Becas Chile de CONICYT), por lo que van a tener que competir con sus pares por un cupo.

En tercer lugar, una vez terminado el doctorado (con los correspondientes años de daño previsional por falta de cotizaciones), una vez pasada la celebración por la obtención del grado de Doctor, viene la cruda realidad, después de todos esos años de esfuerzo: en Chile, el sueldo promedio de los investigadores con doctorado (considerando todas las áreas científicas) es de 500 mil pesos. Sí, 500 mil pesos, después de haber estudiado, por lo bajo, 8 años (4 de licenciatura y 4 de doctorado, si es que no hay un master entre medio). Además, solo un 3.5% de todos los investigadores obtiene un contrato indefinido en alguna universidad (o sea, obtiene estabilidad laboral).

Si se adjudica una de las pocas plazas que abre CONICYT en Chile para investigadores (con respecto a la cantidad de gente que se está doctorando dentro y fuera del país), ¡felicitaciones! La pregunta es: habiendo alrededor de 7000 estudiantes de doctorado fuera de Chile, ¿cuáles son las probabilidades de encontrar una plaza de trabajo a la vuelta en un país exportador de piedras y pellets de madera, y con universidades que ni siquiera tienen recursos propios para financiar puestos de PostDoctorado?

En cuarto lugar, la estabilidad laboral es simplemente una quimera. Si tiene la suerte la obtener una plaza para investigar en Chile, prepárese para poner la mejor cara al banco para, con un contrato de dos años, pedir un crédito hipotecario y poder comprarse una casa. Suerte con eso. ¿A qué nos lleva esto?A la famosa “fuga de cerebros”: jóvenes investigadores que simplemente no tienen otra alternativa que probar suerte fuera de Chile para conseguir un sueldo. ¿Es esto una maravilla? Pues no. Hacer investigación en el extranjero se traduce simplemente en volverse nómade: cada dos años postular a un nuevo trabajo, generalmente en otro país, cambiarse de casa y comenzar de nuevo.

Ahora, imagínese que quiere tener familia: va a necesitar una pareja que esté dispuesta/o a cambiarse de país cada dos años, exponer a sus hijos a un cambio constante de ambiente y amigos, no ver a la familia y amigos en Chile por tiempos bastante prolongados, experimentar la muerte de familiares estando lejos (pasa más frecuentemente de lo que uno cree), y un largo etcétera. Un acto tan simple como tener pareja y formar familia es literalmente un lujo si se es científico. Aquí, las mujeres se ven especialmente afectadas en su maternidad, posponiéndola por varios años debido a la presión por obtener un contrato temporal (además de la discriminación salarial, claro).

Probablemente haya excepciones a este cuadro un poco pesimista, gente tan brillante que nunca se va a ver en problemas de encontrar un trabajo, la pregunta es: ¿está usted dentro de ese pequeño porcentaje de gente (casi) súper dotada, o con la inmensa mayoría restante que, siendo gente muy capaz e inteligente, no encuentra trabajo? A pesar de lo pesimista que suena lo anterior, la ciencia es una carrera apasionante, y sería injusto inhibir a los jóvenes de convertirse en hombres y mujeres de ciencia que le cambien la cara a nuestro país.

Sin embargo, aún más injusto sería ocultarles la realidad a la que se verán enfrentados una vez la Champagne se haya acabado. Chile exilia a sus científicos, literalmente. Este es el país que hemos construido y que, en mi opinión, dada nuestra clase gobernante en general, tiene muy pocas posibilidades de cambiar. Por esto, si va a ser científico, le deseo la mejor de las suertes ya que, aparte de su brillantez, la va a necesitar.

*Pablo García Fuentes Licenciado en Ciencias, mención Astronomía de la Univesidad de Chile. Magíster en Ciencias, mención Astronomía de la Univesidad de Chile. PhD in Experimental Physics en el I. Physikalisches Institut, de la Universidad de Colonia, Alemania. PostDoc en el IRAM Institut, Granada, España.

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