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Catalina Siles, «Los invisibles. Por qué la pobreza y la exclusión social dejaron de ser prioridad» Libros de actualidad en la crítica de Gonzalo Rojas Sánchez

Catalina Siles, «Los invisibles. Por qué la pobreza y la exclusión social dejaron de ser prioridad»

Los artículos son disparejos, algunos textos son notables en su trabajo de campo, mientras que, en otros, lo llamativo es la conceptualización antropológica y social. De todos se aprende; de todos se desprende que hay todavía tanto que hacer en vulnerabilidad, previsión, inmigración, discriminaciones arbitrarias, delincuencia y cárcel, allegados, situación de calle y empleabilidad. Y justamente para mostrar lo que está pendiente, varios de los investigadores dejan en claro lo que ya se está haciendo, o sea parte de aquello que impide afirmar que la pobreza y la exclusión ya no son prioridad (por lo tanto, mejor habría sido un subtítulo así: “qué se hace y qué falta en pobreza y exclusiones”).


Catalina Siles (ed.), Los invisibles. Por qué la pobreza y la exclusión social dejaron de ser prioridad, Instituto de estudios de la Sociedad, Santiago, 2016, 297 páginas.

Integrado por diez trabajos más el prólogo, el libro en realidad no responde a la pregunta que le sirve de subtítulo.

Afortunadamente es así, porque no nos encontramos con diez explicaciones in extenso sobre las causas de la supuesta postergación de la pobreza y la exclusión, sino con diez variadas aportaciones sobre las condiciones que expresan esas lacras y algunos modos de superarlas. Sólo en el prólogo -y quizás porque lo escribe la editora, eso la condicionó para el subtítulo- se hacen reflexiones sobre la afirmación comentada.

los invisibles

Los artículos mismos son efectivamente disparejos, porque algunos textos son notables en su trabajo de campo, mientras que, en otros, lo llamativo es la conceptualización antropológica y social. De todos se aprende; de todos se desprende que hay todavía tanto que hacer en vulnerabilidad, previsión, inmigración, discriminaciones arbitrarias, delincuencia y cárcel, allegados, situación de calle y empleabilidad. Y justamente para mostrar lo que está pendiente, varios de los investigadores dejan en claro lo que ya se está haciendo, o sea parte de aquello que impide afirmar que la pobreza y la exclusión ya no son prioridad (por lo tanto, mejor habría sido un subtítulo así: “qué se hace y qué falta en pobreza y exclusiones”).

Como trabajo de campo resulta muy útil el de Pilar Larroulet sobre Cárcel, marginalidad y delito, mientras que en el plano conceptual destacan especialmente la aportación de Pablo Beytía sobre La estructura interna de la pobreza multidimensional y el texto de Sergio Micco sobre los casos Machuca y Zamudio, reflexión que termina con magníficas consideraciones sobre Estado y mercados.

Llama la atención, eso sí, que algunas pobrezas aparezcan mencionadas sólo de paso y en relación con otros tópicos, sin que se haya requerido desde la mirada editorial un texto específico para cada una de ellas: drogas, violencia, embarazo juvenil, promiscuidad sexual, abandono escolar, ruptura familiar, asilos de ancianos, obesidad infantil, analfabetismo funcional, etc. No deja de ser paradojal que cada una de esas terribles dimensiones de nuestras pobrezas hayan sido invisibles para el proyecto del IES.

Quizás merezcan un segundo tomo; así podría completarse adecuadamente una mirada mucho más realista al delicado estado de nuestra sociedad.

Gonzalo Rojas Sánchez

Profesor universitario

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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