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Andrés Weil: «La identidad en una construcción arquitectónica se traduce en emociones históricas» El arquitecto chileno, que diseñó la Torre Titanium, es uno de los más prestigiosos del cono sur

Andrés Weil: «La identidad en una construcción arquitectónica se traduce en emociones históricas»

Para Weil, la identidad en una construcción arquitectónica se traduce en emociones históricas, en un fenómeno identitario, porque detrás de cada edificio «hay un sustrato cultural que lo justifica». Por eso, grandes proyectos, como los últimos complejos de altos y lujosos edificios construidos en Dubai, son un fracaso, no porque arquitectónicamente no funcionen, sino porque no corresponden a un lugar y a una población y el resultado es que están vacíos, resaltó el chileno.


El chileno Andrés Weil es uno de los arquitectos más prestigiosos del cono sur y además de diseñar edificios como el popular «Titanium», es un profesor e investigador que defiende que «la arquitectura responde al lugar en el que se construye», lo que marca la diferencia entre Europa y América.

«Cuando uno quiere construir algo únicamente por capricho, la realidad comienza a resistirse», asegura Weil en una entrevista con Efe antes de participar hoy en Casa de América en una conversación con el español Carlos Rubio en el marco del ciclo «Miradas Cruzadas: Arquitectura iberoamericana».

Tras trabajar entre 1986 y 1992 en Alemania, este experto en el estudio de los edificios como símbolo de identidad nacional considera que es el lugar en el que se construye cada proyecto el que marca la arquitectura y no al contrario.

Es como el edificio «Titanium», un desafío arquitectónico que cuando se acabó en 2010 era el más alto de Santiago de Chile -un récord posteriormente superado- con sus 192 metros de altura y 52 pisos.

Para Weil lo importante de ese edificio no es su altura, su moderno diseño o los materiales utilizados, sino su relación con el entorno, las vistas que tiene «a los tremendos cerros que rodean la ciudad», precisa el arquitecto.

«Tenemos un paisaje muy potente y eso marca la arquitectura de Chile, que es mucho más efímera e informal que en Europa», explica Weill.

Y a la vez es distinta a la arquitectura que se hace en la vecina Argentina, donde los edificios son más sólidos, principalmente porque en Chile tienen que tener muy en cuenta los continuos seísmos que se producen y que condicionan toda construcción.

«Se establece un gran vínculo con el entorno natural. Los edificios modernos y altos contrastan con la enorme sensación de espacio que los rodea y hace que las personas lo vean como algo propio», explica el arquitecto, alumno del alemán Horst Rittel, uno de los primeros teóricos de la epistemología arquitectónica, que incide en el diseño y la planificación como bases de la construcción.

Para Weil es esencial enfrentarse a los desafíos estructurales y de funcionamiento de un edificio a la hora de construirlo pero sin dejar de lado el entorno, porque «la naturaleza al final siempre se impone».

«Lo que hacemos los seres humanos está en un segundo plano» y por eso, en el caso de Chile, la arquitectura está marcada por las fosas tectónicas.

Unas ideas sobre las que el arquitecto lleva más de 20 años investigando desde su puesto en la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Chile y que le ha llevado a teorizar sobre el fenómeno de la identidad nacional expresado en la arquitectura.

Esa identidad es, en su opinión, la quinta dimensión de la realidad, inseparable del espacio y el tiempo, un fenómeno cuántico que dota de sentido al mundo que habitamos.

Teorías en las que empezó a pensar al regresar de Alemania a Chile y comprar los trabajos que se hacían en ambos países.

Para Weil, la identidad en una construcción arquitectónica se traduce en emociones históricas, en un fenómeno identitario, porque detrás de cada edificio «hay un sustrato cultural que lo justifica».

Por eso, grandes proyectos, como los últimos complejos de altos y lujosos edificios construidos en Dubai, son un fracaso, no porque arquitectónicamente no funcionen, sino porque no corresponden a un lugar y a una población y el resultado es que están vacíos, resaltó el chileno.

Aunque a veces también ocurre que se ejecutan enormes trabajos que solo responden a la voluntad política y los arquitectos ponen su fantasía o sus valores éticos al servicio de los demás, se lamenta Weil

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