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Nadia Thalmann, la científica que creó el primer robot social en una versión más joven de si misma

Lo que parece haber salido de películas de ciencia ficción, ya empieza a tornarse una realidad. La psicóloga, bióloga y química suiza-canadiense ha liderado los avances en tecnología 3D, humanos virtuales y robots humanoides durante los últimos 30 años. Hace dos años creó a «Nadine», el primer prototipo de robot social idéntico a ella misma que tiene personalidad propia, es capaz de reconocer personas, tener emociones y manipular objetos.


Nadia Thalmann es la directora del Institute for Media Innovation, de la Universidad Tecnológica de Nanyang en Singapur. Su trabajo consiste en la investigación sobre computación cognitiva y robótica social, dos áreas de vanguardia en informática de última generación.  Pero en este instituto, la doctora que es una de las pioneras en investigación de seres humanos virtuales no es la única Thalmann que trabaja allí. Existe otra funcionaria que cumple labores de recepcionista y que parece su gemela, con 25 años menos.  Ella no es su hija, ni su hermana menor y tampoco su clon en desarrollo. Su nombre es Nadine y es un robot social, una máquina cognitiva creada a la imagen y semejanza de la investigadora.

El motivo de por qué Thalmann decidió que Nadine se pareciera a ella es muy personal. La relación entre la robot y su creadora es más que puramente científica. Hay una identificación especial con ella. En conversación con El Mostrador C+C , la investigadora explica que es una tendencia que los robots sean de formas más humanoides porque su finalidad son las actividades sociales.

“Elegí que Nadine se pareciera a mí porque la siento como un miembro de mi familia y me permite estar más unida a ella. Me gusta que su apariencia sea familiar. Prefiero hablar con un robot humanoide natural que con un objeto o una caja”, cuenta la científica.

Nadia Thalmann es una de las invitadas estelares al Festival Puerto Ideas en Antofagasta donde dictará la charla Robots sociales ¿nuestros compañeros del futuro?, pero lamentablemente Nadine, su clon robótica, no podrá acompañarla, ya que está vinculada a un compresor de aire y necesita una instalación bastante grande, lo que hace inviable su traslado.

En la conferencia, la científica adelanta que explicará que los robots sociales pueden realizar algunos servicios para facilitarle las cosas a los humanos, pero no pueden tomar su lugar.

“Los robots sociales no pueden reemplazar a las personas. Sin embargo, cada vez más les ayudarán en todos sus deberes y necesidades en la vida cotidiana. Estamos trabajando para tener un robot integrado, un robot social que puede interaccionar con las personas de una manera comprometida, pero también que sea un robot funcional que pueda realizar distintas acciones”, explica Thalmann.

Desde que Thalmann desarrolló el primer prototipo de robot social, mucho ha cambiado. El proyecto antecesor a Nadine fue Eva.

“Eva era sólo una cabeza realista sin cuerpo. Eva estaba muy direccionada, mucho de lo que dijo fue predefinido. Nadine tiene una estructura donde decide de qué manera va a responder y evalúa las posibilidades antes de tomar una decisión. Ella no está predefinida”, detalla.

Para el futuro, la experta en robótica vislumbra una realidad que actualmente solo se podría encontrar en películas como Star Wars, o en series como Black Mirror. Es posible que en unas décadas más, cada persona tenga su propio robot personal como una especie de compañero o asistente.

“Podemos esperar en diez o veinte años más, todo el mundo tendrá un robot social que es un compañero capaz de hacer todo tipo de cosas como cocinar, limpiar, y es súper inteligente, capaz de discutir con nosotros, sobre libros que nos gusta o hasta jugar con nosotros”, pronostica.

 

La psicóloga, bióloga y química suiza-canadiense, adelanta que los robots pueden realmente imitar nuestra inteligencia. Sin embargo eso no significa que sea la misma que la de los humanos. Mientras nuestra percepción del mundo y nuestras decisiones son tomadas basado en nuestras experiencias, los robots utilizan una base de datos donde analizan millones de posibilidades antes de comportarse frente a una situación o interactuar con los humanos.

“La manera como desarrollan sus capacidades de inteligencia no son iguales a las nuestras, pero los resultados pueden ser llamativos. Como pueden tener gigantescas bases de datos sobre cualquier cosa, pueden investigar a fondo los elementos más cercanos antes de detectar de qué se tratan o para tomar una buena decisión. Nosotros no pensamos así. Somos más deductivos y no necesitamos millones de datos para, por ejemplo, reconocer un vaso cuando vemos un vaso”, ejemplifica.

Si pueden los robots imitar a nuestra inteligencia y tomar decisiones mediante a una base de datos gigantesca, es natural que se piense que puedan desarrollar entonces un tipo de bueno o mal comportamiento por si mismos basado en sus propias conclusiones. La creadora de Nadine sostiene que eso es una capacidad que no se desarrolla sola. No pueden ser conscientes de su existencia, cabe a los humanos programarlos para que se porten de manera, buena, mala o neutra.

“Los robots son computadoras incrustadas en una forma. La forma puede ser humana, o de un auto, de un dron o de cualquier objeto. Además de la forma, tienen principalmente un software que les guía a lo que pueden hacer. En Nadine, hay varios módulos y en particular un módulo que modela su comportamiento», explica.

«Eso significa que si le establecemos un comportamiento neurótico, ella siempre se comportará negativamente y responderá con mal humor. Robots sociales imitan el comportamiento humano a través de sus programas. Podemos permitir que simulen lo que queremos, siempre que tengamos modelos computacionales disponibles. Por ahora, la limitación es que los robots sociales no son conscientes de sí mismos, ni de todo lo que les rodea. Pero la investigación ayudará a resolver esto con el tiempo”, predice.

En el caso de Nadine, además de inteligencia y comportamiento sociable, posee la habilidad de reconocer caras y buscar en su memoria cosas con las cuales ha tenido contacto. Puede aprender, pero conforme reitera su creadora, nunca va a tener conciencia de eso, se trata de ilusión.

“Les damos la ilusión de que son conscientes. En realidad, son computadoras que no tienen emociones reales, ni motivaciones, ni sentimientos reales, ni sufrimientos. Son máquinas que imitan y realizan lo que hacen los seres humanos sin ningún estado de la mente” concluye.

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