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«Cazadores de eclipses», el libro que quiere entusiasmar a los niños con la astronomía Los autores participaron en varias actividades en el reciente Día de la Astronomía

«Cazadores de eclipses», el libro que quiere entusiasmar a los niños con la astronomía

El texto está escrito a cuatro manos -entre el investigador Sebastián Pérez , la ilustradora Valentina Pérez , el físico Daniel Albornoz y la escritora Amanda Sepúlveda- y cuenta la historia de Violeta, quien tras recibir una invitación inesperada acompañada por un acertijo astronómico indescifrable se embarca con sus amigos en un viaje que los llevará a los confines de la Tierra.


Una invitación a los niños a interesarse por la astronomía es el libro «Cazadores de eclipses» (LOM, 2015), cuyos autores participaron recientemente en varias actividades por el Día de la Astronomía, celebrado en el mes de marzo.

El texto está escrito a cuatro manos -entre el investigador Sebastián Pérez , la ilustradora Valentina Pérez , el físico Daniel Albornoz y la escritora Amanda Sepúlveda- y cuenta la historia de Violeta, quien tras recibir una invitación inesperada acompañada por un acertijo astronómico indescifrable se embarca con sus amigos en un viaje que los llevará a los confines de la Tierra.

El proyecto fue financiado por el fondo Proyección al Medio Externo (PME) de la Iniciativa Científica Milenio y es «un esfuerzo colectivo que busca nutrir el mundo de los libros para niños, y los libros de temática científica», en palabras de Albornoz.

«En el equipo de creación, a todos nos atrajo la idea de crear un libro de astronomía para niños. El objetivo es motivar al público general a las ciencias. En específico, motivar a aquellos que no están sensibilizados con las maravillas de la
naturaleza, y con la valiente aventura humana por descubrir lo desconocido».

Además decidieron contribuir a motivar a las niñas hacia esta temática, porque identificaron la falta de mujeres en la ciencia como el resultado de la idea cultural que la ciencia es cosa de hombres, «lo que no solamente es errado, sino que es una injusticia para las mujeres y una pérdida enorme para la ciencia en sí».

Sembrar «el bichito»

Los autores se enfocaron en el público infantil y juvenil porque concluyeron que era una edad ideal para sembrar «el bichito» de la curiosidad científica.

«Esto fue el resultado de varias discusiones y de consultas con expertos. Así, buscamos dejar en niñas y niños una sensación entretenida y desafiante de la astronomía y otras ciencias, antes de que pueda siquiera crearse un trauma o rechazo hacia estas disciplinas, y antes de que los intereses se vean llevados por aspectos más propios de la pubertad y adolescencia. Sin embargo, quisimos dejar la puerta abierta para el disfrute del público adulto, en especial aquél que no está familiarizado con la astronomía, y parece resultar una buena lectura para ellos también», comenta Albornoz.

Entre los principales desafíos que enfrentaron fue que ninguno de los autores había escrito jamás un libro para niños, ni tampoco un libro colectivo.

«En ese sentido, la inexperiencia fue un bello desafío, pues tuvimos que aprender mucho, desde niveles de lenguaje, a conceptos literarios», refexiona. «Definir un estilo de narrador para un libro colectivo es todo un tema, pero fue muy entretenido pasar por ese proceso. Valentina, la ilustradora, tampoco había ilustrado libros, si bien es artista visual. Entonces también hubo búsqueda de técnicas de ilustración, y un trabajo experimental con Amanda, diseñadora y editora, en la digitalización».

Entusiasmo por la naturaleza

Para el físico el objetivo del libro es claro: dejar un mensaje de entusiasmo por saber más de la naturaleza. «Con él, la lectora o lector se va con la sensación de que todos podemos hacer algo de ciencia, que todos podemos cuestionar el por qué las cosas son como son», asegura.

«Basta con tener las ganas, e intentar seguir los procedimientos que propone la ciencia, a la vez que cuestionarse constantemente. El libro también muestra esa realidad oculta, que es la participación real de mujeres en la ciencia, cosa
que nuestra sociedad se ha encargado de opacar escandalosamente. Cazadores de Eclipses busca comunicar la ciencia como un proceso vivo, colectivo, que se alimenta de la honestidad de las investigadoras e investigadores, y que no debería saber sobre discriminaciones o género».

¿Por qué es importante acercar la ciencia y la astronomía a los niños?

«La astronomía es inspiradora, es bella, y abre muchas preguntas muy profundas. ¿Quiénes somos? ¿Por qué estamos acá? ¿Qué son las estrellas? ¿Los planetas…? Es por lo tanto una muy buena puerta de entrada para la física, y las ciencias en general», responde.

«Por su lado, la niñez es un periodo cándido donde la curiosidad bien alimentada puede abrir todo un camino de desarrollo personal. En Chile tenemos cielos privilegiados para observar el universo, tenemos un país diverso en geología, tenemos una costa muy rica en vida y de extensión enorme, tenemos volcanes, montañas, lagos, hielos, en fin, tanto qué observar y comprender. Sin embargo, no son tantos quienes eligen seguir una carrera científica: quisimos estimular esa posibilidad. Son pocos quienes se interesan en la ciencia aunque no sean científicos: quisimos sembrar la curiosidad para que toda ciudadana y ciudadano tenga alguna inquietud científica, y pueda desarrollar esa curiosidad leyendo más, o experimentando, o dialogando con otras personas».

Cosmovisión mapuche

Uno de los hitos del texto es incluir la cosmovisión mapuche.

«Tenemos la mala concepción de que la ciencia occidental es la única forma de hacer ciencia. Eso es falso. La ciencia es una actividad humana, y su desarrollo depende solamente de cómo se de esa construcción colectiva, de qué medios cuenta para resolver las preguntas científicas, de cuáles son sus paradigmas, y de cómo los confrontan con la realidad. Siempre se ha hecho ciencia, y siempre se hará. Toda cultura, por lo tanto, tiene una historia científica perfectamente legítima», destaca.

Albornoz señala que «si no valoramos esa historia científica, difícilmente vamos a poder identificarnos como sujetos de ciencia. Así, es necesario conocer las raíces de nuestro pensamiento científico, para poder superarlo, sin necesidad de negarlo, sino construyendo encima, o más profundamente. Eso es cierto también en la ciencia occidental. Sin Galileo no habría Newton, sin Newton no habría Einstein, y así».

Por otro lado, en sus palabras, la cosmovisión mapuche tiene una particularidad muy llamativa, y es que tiene un relato cosmológico muy similar al de la cosmología de última generación.

«Eso quiere decir que, fundamentalmente, muchas de las ideas más profundas de la física actual están presentes en la cosmovisión mapuche, en alguna medida, y eso es notable», resalta.

A dos años de la publicación del texto, los autores están felices con las reacciones que han podido ver entre los más pequeños.

«En general ha sido muy apreciado y por razones diversas. Al ser una novela, el libro contiene muchas temáticas entramadas. A algunos les gusta el aspecto grupal que se respira en el libro, el hecho de que los personajes son un grupo de amigos que van afiatándose en la historia. Otros disfrutan mucho del humor. Otros aprecian los conocimientos que adquirieron con el libro. Otros se enamoran de alguno de los personajes, extravagantes pero basados en personas reales, que abundan en el libro».

De hecho les han pedido que escriban más. «Las niñas quieren saber más de los personajes, qué ocurre con ellos, qué serán cuando grandes. Están ávidos de seguir en la aventura».

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