Publicidad
La obra que subvierte la ópera por dentro y denuncia la colonización del territorio mapuche «Ópera» se reestrena este jueves en la Sala Agustín Siré de la U. de Chile

La obra que subvierte la ópera por dentro y denuncia la colonización del territorio mapuche

El montaje de la directora Ana Luz Ormazábal combina teatro, música y humor para reflexionar sobre un género que históricamente estuvo vinculado a la élite. El objetivo fue actualizar, comentar y evidenciar una obra cuya existencia habla de la ópera en Chile y reflexionar sobre qué es lo que significa que en 1902 se haya hecho una ópera en el Teatro Municipal por un chileno titulada «Lautaro», a sólo veinte años de la ocupación de la Araucania, dice.


Una obra que subvierte la ópera como género y reflexiona sobre la colonización del territorio mapuche es «Ópera», de la directora Ana Luz Ormazábal, que se reestrena este jueves en un nuevo ciclo de funciones.

El montaje podrá desde el 20 de abril al 6 de mayo en la Sala Agustín Siré de la Universidad de Chile (Morandé 750, Metro Plaza de Armas), en el marco del ciclo Teatro Hoy de la Fundación Teatro a Mil (FITAM).

La obra se basa en un hecho real: el estreno, en 1902, de la obra «Lautaro», una ópera escrita por Eliodoro Ortiz de Zárate, a manos de la compañía lírica italiana Pantanelli. Allí se cuenta una historia de amor entre Lautaro y Guacolda hablando en italiano y usando vestimenta (plumas y conchas) ajenas a los mapuches, en un reflejo de la visión deforme que tenía la élite de la época del pueblo originario.

En este montaje, cien años después de ese estreno los sucesores de la agrupación original regresan al país con el desafío de remontar esta trágica historia a través de un lenguaje justamente en crisis en la actualidad: la ópera. Una obra que contó con excelentes críticas en 2016.


«Lautaro» es clave, pues el texto es el punto de partida para el elenco dirigido por Ana Luz Ormazábal para recrear la obra.

«Escenificamos en dos momentos de la obra y luego en tres momentos más hacemos otras escenas de nuestra autoría», explica la directora. «En el fondo, lo que hacemos no es montar un texto si no que lo utilizamos para generar una puesta en escena que hace una reflexión sobre lo que significa histórica y políticamente su existencia como obra de arte sobre el pueblo mapuche en el 1902 y a su vez, investigamos sobre la ópera como formato escénico».

El objetivo fue actualizar, comentar y evidenciar una obra cuya existencia habla de la ópera en Chile y reflexionar sobre qué es lo que significa que en 1902 se haya hecho una ópera en el Teatro Municipal por un chileno titulada «Lautaro», a sólo veinte años de la ocupación de la Araucanía, dice.

«Se llevaba esta historia al Teatro Municipal, la historia de un pueblo completamente marginado, puesta en el lugar de la élite», comenta. «El margen y la élite de alguna manera conviviendo en esa obra».

Fotografía gentileza Fundación Teatro a Mil

Un pueblo masacrado

Para el equipo de la obra, entre los principales desafíos estuvo entender que no harían una ópera, que los actores no eran cantantes de ópera y «que este formato había que subvertirlo desde adentro, a pesar que esto lo hablábamos constantemente».

«Nos metimos en el canto lírico principalmente y fracasábamos. Para todos fue una gran tarea. Es un formato que no nos pertenece. Cuando nos pusimos a jugar con las voces y a entender que en lo desafinado, en la falta de técnica y en lo feo, encontramos lo bello, lo particular, lo original y en el fondo, nuestra manera de generar lo operatico, fue que encontramos nuestra propia versión, nuestra ópera», afirma Ormazábal.

Otro gran desafío, reconoce, fue la responsabilidad que aparece al momento de hablar del pueblo mapuche, «un pueblo masacrado hasta el día de hoy, exiliado de su propia tierra».

«Entendimos que teníamos que hablar desde nosotros porque no éramos ellos y como me dijo José Ancán, el peor favor que podíamos hacerle a su pueblo era sacralizarlo, porque era otra manera de distanciarnos, de hacer una diferencia, había que hablar desde nosotros y esa opinión era la manera de entrar en diálogo y hacer una reflexión particular», dice.

«Exponer la tremenda desigualdad y a su vez, reírnos de nosotros en este intento por hacer una ópera como Lautaro. La combinación de factores: Lautaro cantado en italiano contenían lo sucedido y la colonización quedaba en evidencia».

Fotografía gentileza Fundación Teatro a Mil

Interdisciplinariedad, algo central

La interdisciplinariedad es otra de las características de la obra. Esta característica se debe al trabajo anterior de Ormazábal en las obras Concierto (2012) y Agnetha Kurtz Roca Method (2015).

Ella encabeza un grupo de bailarines, actores, diseñador y músicos ajenos a la idea cerrada del teatro como disciplina.

«Nosotros entendemos lo teatral más bien desde la idea de lo escénico, de las artes vivas y en el cruce de disciplinas aparece nuestra visión del teatro: algo abierto y dinámico», comenta. «No nos interesa el texto como hegemonía dentro de la puesta, si no que la experiencia, la acción y como los cuerpos hacen aparecer los temas, alejados de la idea de representar y cercanos a la idea de presentar: hacer aparecer las cosas».

Para ella, tiene que ver con que su mirada está puesta en el cuerpo como soporte principal de la puesta en escena y cuando uno se enfoca en eso, busca todas las posibilidades de esos cuerpos, que no son sólo decir un texto, sino que aparece el canto, la danza, la performance, pues se pone el cuerpo a accionar en todas sus posibilidades. «No nos cerramos a nada», remata.

A su vez, como el canto lírico no era su fuerte y nadie tenía estudios formales en canto lírico, había que hacer aparecer lo “operático” a partir de otros lugares, «no nos bastaba con la voz. Fue nuestra manera de habitar dicho formato».

Fotografía: Diego Chabolote Sancho

Búsqueda de lo chileno

Sin duda se trata de una historia política, porque, en sus palabras, los artistas subvierten y resignifican la ópera, un formato que pertenece históricamente a la élite, tanto desde sus modos de producción, infraestructura y el edificio en donde se hace.

La elección de «Mapuche», en tanto, permite darse cuenta de que la obra está completamente alejado de la cosmovisión mapuche y en el fondo, es una mirada europea sobre los otros, los del margen, según Ormazábal.

«No tiene ninguna rigurosidad ni estudio sobre los mapuches», dice. «Por ejemplo, sale que adoraban al sol y que las mujeres eran amazonas, una estupidez que nos pareció tremendamente interesante porque da cuenta de una época y de una ideología».

Ana Luz Ormazába.

La ocupación de la Araucanía había terminado hace 20 años antes del estreno de esta ópera. La directora cree que había una dicotomía al poner esta historia en el Teatro Municipal, que para la época era lo más importante en la cultura en el país, cuando los mapuches habían sido recientemente masacrados y asaltados.

«Inferimos que como se acercaba el centenario, había un deseo por encontrar lo chileno y de hecho, Ortiz de Zárate quería hacer una trilogía: Manuel Rodriguez y La Quintrala, puras figuras que aparecen como heroicas dentro de nuestra historia y en el fondo, al tomar a estos héroes de construía la mitología de un pueblo, se construía identidad, se construía lo ‘chileno'».

El mapudungun como idioma extranjero

Lautaro, una de las primeras óperas escritas en Chile, está escrita en italiano y en español. «El mapudungun está totalmente omitido, lo que me parecía que era interesante escénicamente por la idea de desterritorialización en muchos sentidos: de un pueblo, del idioma, lo que me hacia pensar en cómo seria habitar estos idiomas», dice.

«Ese intento por habitar el idioma italiano, habitar el mapudungun era una manera de intentar habitar culturas y por lo tanto discursos y paradigmas: italiano, mapuche, los cuales no nos pertenecen pero si son significativas dentro de nuestra historia como colonizados y como colonizadores del pueblo mapuche. Nos ponían en jaque y consideramos que hacen aparecer al hibrido como somos como país».

Ante esto, Ormazábal y compañía generan una ficción basada en hechos reales, que es que la compañía lírica italiana Pantanelli vuelve a Chile tal como lo hicieron sus ancestros en 1902 a remontar Lautaro.

«Vemos como estos italianos hoy día hacen esta obra, que es lo que opinan de hacer una obra sobre los mapuches y como ellos, se relacionan con lo chileno. Nuestra obra hace una reflexión sobre la obra, no montamos ese texto, sino que hacemos obra alrededor de dicho material».

«El ejercicio que realizamos con el texto es simple, se hace el segundo acto con los textos originales de Ortiz de Zárate en su idioma original, el italiano y el tercer acto, es lo mismo pero en mapudungun. Los mandamos a traducir y los dejamos tal cual, ya que no nos importaba que se contara esa historia escrita por Zárate, sino que a través del intento por habitar idiomas extranjeros quedara lamentablemente en evidencia la cercanía que tenemos con el italiano y la lejanía que tenemos con el mapudungun, finalmente era el idioma más extranjero dentro de la obra y eso responde a como el estado chileno ha tratado a los mapuches: como extranjeros en su propia tierra. Esta reflexión había que hacerla y nuestra manera fue ejecutar ese texto en ambos idiomas», asegura.

Fotografía gentileza NAVE

El «antimétodo»

Todo este ejercicio se realiza a través del «antimétodo», el mismo que Ormazábal usó para las obras anteriores.

«Es una practica escénica de investigación, creación y formación. Es lo que hacemos y eso que hacemos nos define», explica. «Ponemos énfasis en la acción, porque creemos que en el teatro las cosas deben suceder, por esto nos interesa una escena mirada desde la acción más que la representación».

«La idea de antimétodo nace de manera intuitiva leyendo sobre modelos de educación y sobre diseños de investigación, ahí se repetía la palabra antimétodo como concepto que desde diversas miradas permitía el error como manera de aprendizaje», señala.

«Eso fue bien significativo, pues nosotros al intentar habitar otras disciplinar siempre aparece el fracaso, el cual hoy lo entendemos como una posibilidad, como aquello, original y propio. También porque se propone como un modelo que cuando inicia una investigación olvida lo anteriormente aprendido, para aprender todo de nuevo y esto me hacia mucho sentido al hacer teatro, partir desde cero, entendiendo la imposibilidad de esto, pero preguntarnos las cosas más básicas: ¿como se dice un texto? ¿Qué es el texto? ¿Que es el cuerpo? No asumir nada, sino que tener que crearlo nuevamente para cada proyecto, no tener prejuicios ni juicios si no que encontrarlos en el hacer».

 

 

Publicidad

Tendencias