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Científico advierte que falta de sueño genera mayores índices de alcoholismo y divorcios El uruguayo Pablo Torterolo expuso en Chile

Científico advierte que falta de sueño genera mayores índices de alcoholismo y divorcios

El especialista habló la semana pasada en el simposio científico internacional «NEUROSUR 2017» de la Universidad de Chile. «El tema del sueño está subvalorado», lamenta.


La falta de sueño tiene incidencia en enfermedades, accidentes de tránsito y la productividad, en una sociedad donde por el exceso de trabajo mucha gente duerme cada vez menos. Así lo advierte Pablo Torterolo (Montevideo, 1967), investigador del Laboratorio de Neurobiología del Sueño de la Facultad de Medicina de la Universidad de la República.

El especialista expuso la semana pasada en el simposio científico internacional «NEUROSUR 2017» de la Universidad de Chile. Organizado por el Instituto Milenio de Neurociencia Biomédica (BNI), allí participaron expertos de Estados Unidos, Brasil, Alemania y Chile. El objetivo era hablar de temas como la conciencia y sus estados alterados, producto de factores como la anestesia general, el sueño y las alucinaciones.

“Además de reunir a científicos destacados de América del Sur, en BNI también nos interesa mostrar cómo la investigación básica se traduce en aplicaciones que son relevantes para la comunidad, en su vida diaria”, explica José Ignacio Egaña, miembro del BNI y uno de los organizadores del encuentro.

Entre los trastornos que genera la falta crónica de sueño, Torterolo nombra «problemas inmunológicos- más infecciones-, más posibilidad de patologías oncológicas, trastornos gastrointestinales, endocrinos, cardiovasculares -como preinfartos y problemas de presión arterial-, y siquiátricos, como depresión, ansiedad y mayores índices de alcoholismo y divorcios».

«El tema del sueño está subvalorado», advierte.

Pablo Torterolo.

El peligro de los microsueños

Torterolo es médico de formación. Se graduó en la Universidad de la República, donde además realizó su maestría y doctorado, además de una experiencia de tres años en la Universidad de California.

Hace tiempo que este especialista advierte que la falta de sueño es un problema «relativamente global». Según las estadísticas, mientras en los años 60 la gente se dormía cerca de las 19.30, hoy lo hace pasadas las 23.00. También dormimos menos: el promedio de 8,5 horas diarias de los 60 cayó en 2010 a entre seis y siete horas diarias.

«Mucha gente está privada de sueño, y eso afecta en todo sentido, de manera multisistémica». Y no sólo la salud, sino la productividad y la probabilidad de accidentes, alerta.

Un ejemplo de esto último son los «microsueños», un lapso en que la persona se queda dormida brevemente, y que puede ser fatal cuando está al volante. Torterolo explica que el hombre moderno, por cuestión de trabajo y mayor luz durante la noche, ha extendido su vigilia. Por lo tanto, probablemente muchos de los hombres y mujeres tengan un pequeño déficit de sueño, especialmente trabajadores nocturnos.

«Cuando una persona está muy cansada tiende a tener lo que se llaman los ‘microsueños'», dice. «Si hay una tarea repetitiva, uno la podría hacer bien si ha tenido un buen sueño, como manejar. Pero si uno tiene sueño uno entra en lo que se llama automatismo motor. Pierde la atención. Si uno está manejando, puede seguir derecho cuando hay una curva. De esta manera, afecta la seguridad de la persona y del entorno».

Iniciativas legales

Esto ha llevado a instrumentar leyes donde la falta de sueño en caso de accidente es un agravante. Un ejemplo es el estado norteamericano de Nueva Jersey, que aprobó en 2003 la «Ley de Maggie”. Debe su nombre al accidente de Maggie McDonnell, una joven que falleció en 1997 al ser atropellada por un conductor que llevaba 30 horas sin dormir. Allí la ley establece que un conductor que está 24 horas sin dormir es considerado un conductor imprudente, igual que un conductor intoxicado.

Una iniciativa a tomar en cuenta en nuestro país, donde mueren cinco personas diarias en accidentes de tránsito. Torterolo advierte que la falta de sueño y el alcohol «se potencian».

Por el lado laboral, en tanto, en el propio país del especialista se aprobó en 2015 la Ley de Nocturnidad. Esta señala que “el trabajo nocturno supone un factor negativo para la salud de los trabajadores” y establece, entre otro, el derecho de la mujer embarazada, hasta transcurrido un año de haber dado a luz, a trabajar en horario diurno.

¿Cuanto debemos dormir?

Las horas necesarias para dormir varían según la edad. Según estudios internacionales, en los bebés es fundamental y se relaciona con el desarrollo cerebral: pueden dormir tranquilamente 12 horas. Entre los adultos deben ser entre 6 y 8 horas, y los mayores menos aún.

«La cantidad de sueño que uno necesita va bajando con la edad», cuenta el científico. Aparte de la cantidad de hora, importa la calidad. «Hay gente que necesita más horas que otros, por las características genéticas de cada uno. Se ha visto que los que necesitan dormir menos, tienen un sueño mucho más compacto. En mucho menos tiempo, ese sueño rinde mucho más».

Mientras los niños -en constante actividad durante el día- tienen un sueño profundo, los adultos tienen un sueño más ligero. «Cuando uno pasa los 70 años, fisiológicamente necesita menos cantidad de sueño. Entre los mayores, como duermen menos que cuando tenían 20 años, piensan que tienen un problema de sueño, pero es lo normal. Es la vida».

Torterolo grafica la importancia del buen dormir con la privación de sueño como método de tortura, usada en la «guerra contra el terrorismo» de Estados Unidos  contra militantes islamistas en lugares como Guantánamo.

«Hay reportes de la China milenaria donde se indica que era la peor tortura. La gente hace lo que sea para poder dormir. Prefiere morir, pero que los dejen dormir, porque es insoportable. (Sin sueño) uno tiene mucho menos control sobre sí mismo. Es como si estuviera un poco borracho. Uno podría decir cosas que no quisiera, la persona está mucho más vulnerable».

Exposición

Durante su conferencia, Torterolo se refirió al sueño como uno de los principales estados alterados de la conciencia. Y en ese contexto, abordó principalmente el rol de la actividad gama, que normalmente se produce en el cerebro durante la vigilia, pero también en algunas fases del dormir (sueño REM).

La banda gama se caracteriza por ser de baja amplitud y alta frecuencia y puede ser registrada mediante un electroencefalograma. Torterolo mostró que si bien en el sueño REM existe actividad gama, esta frecuencia es diferente a la que ocurre en el estado de vigilia.

Cuando una persona se encuentra despierta existen muchas regiones del cerebro que están en banda gama, con una actividad acoplada y coherente entre sí. Y cuando eso ocurre, se cree que las señales están participando en el desarrollo de una misma tarea, como mirar, pensar o moverse.

Sin embargo, durante el sueño hay muchas regiones que están en actividad gama pero no actúan de manera acoplada y coordinada. Y eso determinaría, entre otras cosas, esa suerte de irracionalidad del mundo onírico y las distorsiones del pensamiento que ocurren durante este estado, según explica el uruguayo.

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