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El pacto Renv, la obra dirigida por Roberto Cayuqueo que tensa los límites entre lo mapuche y lo chileno El montaje que es parte del ciclo Teatro Hoy se estrena el próximo 2 de junio

El pacto Renv, la obra dirigida por Roberto Cayuqueo que tensa los límites entre lo mapuche y lo chileno

La historia del francés Orélie Antoine de Tounens, que en 1860 llegó a territorio mapuche para fundar el Reino de la Araucanía y la Patagonia, es el punto de un montaje que reflexiona sobre la identidad de los chilenos. «¿Qué hubiese pasado en un mundo sin Chile? Lo más probable es que nada, el mundo seguiría igual. ¿Entonces quiénes somos los chilenos? ¿Cuál es nuestro real aporte al mundo como chilenos?», se pregunta su director, Roberto Cayuqueo.


La historia del francés Orélie Antoine de Tounens, que en 1860 llegó a territorio mapuche para fundar el Reino de la Araucanía y la Patagonia, es el punto de partida de la obra «El pacto de Renv», un montaje que reflexiona sobre la identidad de los chilenos, en el marco del ciclo Teatro Hoy.

En su momento, el galo se proclamó rey, en acuerdo con el lonko Quilapán, aunque el Estado chileno nunca lo reconoció. Fue en una época en que la frontera que los mapuches acordaron con los españoles por el Pacto de Quilín de 1641 aún era respetado, una era previa a la «Pacificación de la Araucanía». Tounens fue encarcelado, condenado por alterar el orden público y finalmente enviado al manicomio. Luego el gobierno de París gestionó su regreso a Francia, en 1862.

Esta obra, en cambio, imagina una ucronía, donde el reino de Tounens sí existe. Dirigida por Roberto Cayuqueo y realizada por el Colectivo Epew, la obra construye una atrevida ficción sobre esta nueva Nación y las implicancias de un Chile territorialmente disminuido para plantear una reflexión sobre los conceptos de patria e identidad.

«Quisimos ser fieles al desafío de cambiar la historia, de leerla a contrapelo, no se trata sólo de contar una historia entretenida y dar vueltas los roles entre lo chileno y lo mapuche», dice Cayuqueo.

«Buscamos encontrar a nuestros ancestros en todos los integrantes del colectivo, para mí es muy importante a la hora de hacer teatro la identidad de las personas con las que trabajo. Todos somos productos de migraciones, de guerras perdidas, de un desplazamiento del hombre sin tierra. El desafío está en ser fieles a esa historia que es universal y encontrarnos ahí con el público».

Bajo el contexto actual del “conflicto chileno-mapuche”, «El pacto de Renv» propone una mirada crítica frente a los límites imaginados que subyacen la tensión entre lo mapuche y lo chileno. La obra se exhibe en el Teatro del Puente del 2 al 25 de junio.

El equipo del montaje. Arriba, de izquierda a derecha: Jorge Ortiz, Gabriela Arroyo y Cynthia Salgado. Abajo: Vanessa Ramos, Cristian Martínez y Roberto Cayuqueo.

Lugares sin tiempo

«El pacto de Renv» es dirigida por Roberto Cayuqueo, responsable de la dramaturgia junto a Cristián Martínez. Éste último además protagoniza la obra junto a Gabriela Arroyo y Jorge Ortiz. El artista visual Simón Jara también participó en la génesis de la obra.

«Queríamos plasmar a través de una puesta en escena problemáticas transversales en torno a la identidad, la nación y la patria, poniendo en tensión lo que nos establece la historia oficial», explica Cayuqueo, un artista que ha colaborado en largometrajes como Bonsai, El Verano de los Peces Voladores, y dirigió Ayayai, premiada en el 8° Festival de Directores Teatrales, y Célula, seleccionada en Santiago a Mil (2013).

Para ello, buscaron distintos textos y materiales que surgieron a raíz de la experiencia que tuvieron como Colectivo Epew en residencias que realizaron en el sur de Chile.

El dramaturgo recordó la historia que cuentan los ancianos mapuche en torno a los «renv» o «reni», que significa «cueva» en castellano, lugares entre ríos y volcanes donde el tiempo no existe. En estos lugares, sagrados para los antiguos mapuche, cuenta el relato, que los antiguos guerreros se podían transportar en el tiempo y en el espacio.

«Eso nos gustó porque que nos permitió desarrollar una idea más amplia al cuestionarnos que el tiempo no existe, y como todo en la cosmovisión mapuche tiene dualidad, puesto al revés, es un lugar donde también cabe la posibilidad de que estén todos los tiempos contenidos», dice. «Nos instalamos entonces en un espacio que nos permite cuestionar con libertad el pasado, el presente y el futuro».

Un Reino Mapuche

¿Por qué hablar de un reino mapuche? ¿Es una provocación en un momento en que algunos reclaman autodeterminación?

Para Martínez, si bien es cierto la obra habla de la fundación de un reino franco- mapuche, también habla de un Chile transformado totalmente a raíz de la creación de este reino que a su criterio es el hilo conductor de esta historia.

«Los grandes acontecimientos de la obra están causados por chilenos más que por mapuches. Por ejemplo: luego de la creación del reino de la Araucanía y la Patagonia, Chile debe enfrentar la Guerra del Pacifico, pero en esta oportunidad territorialmente muy disminuido. ¿Qué hubiese pasado? ¿Y Chile ganaría la guerra así?», se pregunta este artista, que en teatro participó en Fiesta, dirigida por Trinidad González, y Prueba viviente, presentada en Buenos Aires.

«A pesar de no ser el hilo conductor de la obra, el reino franco-mapuche nos permite poner en palestra temas cercanos y urgentes en el dialogo país. Nos parece importante abrir dialogo en torno a la identidad cultural, las culturas ancestrales», señala.

¿Y si Chile no existe?

Cayuqueo complementa que «en la ausencia se marca una presencia, la presencia de lo que no vemos».

«En mi caso me planteo la identidad, quien soy, cuál es el teatro que hago, que me sale», señala. «Cuál es mi postura en mi presente y en mi contexto, qué rol juego y que rol decido tomar en mi tiempo y en mi sociedad».

Para él, hablar de un «Reino Mapuche» es crear de la ficción una realidad. Cayuqueo ya no quiere cuestionarse la posibilidad de una nación mapuche, para él la nación mapuche «existe y punto». «Aún en su ausencia porque en la negación del Estado nos hemos seguido levantando como pueblo y ya no somos invisibles en Chile», afirma.

La cosa es plantear la posibilidad de un «Reino Mapuche», presenta también desde lo oculto, plantearse un presente y un futuro sin Chile.

«¿Qué hubiese pasado en un mundo sin Chile? Lo más probable es que nada, el mundo seguiría igual. ¿Entonces quiénes somos los chilenos? ¿Cuál es nuestro real aporte al mundo como chilenos? ¿Qué es mi nación? ¿La bandera, el himno nacional, el límite de un mapa o mi nación es la cazuela de mi mamá, mi barrio y mis amigos? Quiero que la gente se haga la misma pregunta que nos hacemos los mapuche todos los días ¿Qué significa ser chileno? Y que esta pregunta los guíe, ojalá a sí mismos y a su historia», reflexiona.

El conflicto mapuche

La obra sin duda tiene una «actualidad», tomando en cuenta el «conflicto mapuche», un término que Martínez no reconoce ni valida.

«Imagino que es la forma de hablar de la guerra no declarada del Estado chileno con la nación mapuche… eso podría entenderlo. Cuando se habla de conflicto mapuche, se habla de un problema que afecta sólo al mapuche y que lo origina el mapuche y que si hay alguien equivocado es el mapuche. El mapuche ha sido ignorado, ridiculizando sus posturas, sus costumbres, peticiones y lo que se le ocurra. Si hoy por hoy las armas y las tanquetas son de la nación chilena, ¿de quién me dijo que era el conflicto?», plantea.

Martínez agrega que El Pacto de Renv se funda en uno de esos sucesos históricos, ridiculizados por la historia oficial de Chile.

«El francés Antoine es tratado como un loco de patio y el longko Quilapán como un ignorante e inocente. Cuando te das cuenta que Quilapán es el lonko que llevó a cabo el último levantamiento mapuche y que es un lonko importante para el mapuche, te das cuenta también de la traición histórica de la nación Chilena… la ridiculización».

«Para Quilapán, ¡por supuesto que existía una estrategia! En esos tiempos, la preocupación era evitar una invasión violenta. Quizás formando un reino se pudiese. Quizás con franceses no sería mala idea. En fin, no pasó… lo que sucedió fue la ‘Pacificación de la Araucanía’. ¿Qué actualidad tiene esta obra? Toda… mientras se siga hablando de conflicto mapuche».

Identidad

El tema central de la obra sin duda es la identidad. ¿Cuál es la postura de los artistas al respecto?

«Que es un tema urgente de tratar con profundidad. Y cuando digo profundidad, no quiero hablar de ambientes académicos; hablo de tratarlo con todos los actores sociales y en todas partes. Pienso que es el paso esencial para poder encausar y definir objetivos país, en donde todos podamos construir desde nuestras diferencias», responde Cayuqueo.

En su caso, ¿cómo se vincula con lo mapuche? ¿Y cómo lo ha marcado lo mapuche en su desarrollo como artista?

Contesta que para los antiguos que para ser mapuche se tienen que cultivar cuatro valores: norche (persona recta), kimche (sabio), newenche (persona fuerte) y kvmche (una persona buena).

«No importa si tienes sangre o no, ser mapuche se refiere a tener una postura ante la vida y con todos los seres vivientes, es un espacio de existencia más allá del cuerpo y la tierra, es una relación con el cosmos», afirma. «Este conocimiento que cultiva la sociedad mapuche pertenece a lo humano y es misión de todos cultivar y difundir estos valores que cuidan el bien común, es una posición de humildad y busco relacionarme desde ese lugar con el arte, transmitir de alguna forma este mensaje. Para mí es un honor esta herencia».

En el caso de Martínez, «he sabido de forma natural mi herencia española o europea, pero mi herencia americana la he tenido que descubrir ‘a la mala’, como si fuera un secreto que no debe ser oído.

«Estando en la escuela de teatro, me interesaron teóricos que hablaban de la ritualidad en el arte. Culturalmente, no es fácil acercarse a ritos de otros lados del mundo -que se fundan en ideas y hasta entornos ambientales que nos resultan lejanos- por lo que el aprender de la cosmovisión mapuche, no es más que el afán de aprender del pueblo que siempre recorrió esta tierra», concluye. «Mi única forma posible de tener una experiencia holística. Como chileno, así me relaciono con la cultura mapuche».

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