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Fuerza Aérea de EEUU financia proyecto chileno que podría combatir “hackeo mundial” Iniciativa del Centro Interdisciplinario de Neurociencia de Valparaíso

Fuerza Aérea de EEUU financia proyecto chileno que podría combatir “hackeo mundial”

Este proyecto se gesta hace cuatro años, cuando el equipo que lidera el biólogo computacional Tomás Pérez- Acle simuló lo que ocurriría durante una hipotética invasión de zombies a la capital chilena. «Ahora estudiamos cómo la información que disponen las personas es capaz de modular la forma en que se transmiten opiniones y sus respuestas ante diversos eventos», explica el científico.


La Fuerza Aérea de Estados Unidos está financiando un proyecto del Centro Interdisciplinario de Neurociencia de Valparaíso, CINV, que busca desarrollar un software cuyo diseño se basa en el funcionamiento del cerebro humano.

Algunas de las aplicaciones de esta tecnología podrían combatir episodios de hackeo mundial, como los que fueron registrados en los últimos días.

Este proyecto se gesta hace cuatro años, cuando el equipo que lidera el biólogo computacional Tomás Pérez- Acle simuló lo que ocurriría durante una hipotética invasión de zombies a la capital chilena.

Este estudio fue conocido por la oficina de Investigación Científica de la Fuerza Aérea de Estados Unidos (AFOSR), que decidió financiarla.

Tomás Pérez- Acle.

Modos de comunicación

«En el marco de este financiamiento, la iniciativa que estamos desarrollando es un eco del proyecto sobre zombies, pero con otro enfoque. Ahora estudiamos cómo la información que disponen las personas es capaz de modular la forma en que se transmiten opiniones y sus respuestas ante diversos eventos», explica el científico.

Esto implica, entender, por ejemplo, como la información modula la transmisión de una enfermedad infecciosa o la respuesta de la gente a situaciones críticas como tsunamis y terremotos, comenta Pérez-Acle.

“Durante la presentación de nuestros resultados del año pasado, desde la AFOSR nos indicaron que nuestro proyecto era interesante y compatible con su programa de Computación Neuromórfica”.

El especialista explica que a partir de este proyecto, han tenido que desarrollar algoritmos y formas de programar que permiten reconocer los patrones de sus modelos.

“El modo de hacerlo más eficientemente es mirando cómo funciona el cerebro. Este será uno de los mayores avances en el campo de la cibernética, gracias a la producción de computadores que imitan el funcionamiento del cerebro humano”, señala.

Computadores como humanos

Los algoritmos o formas de construir softwares, tratando de hacer un símil con el sistema nervioso central, se conocen desde los años 70 y 80, según comenta el investigador.

“En ese entonces nacen nuevos conceptos: las redes neuronales y los algoritmos genéticos, que son unas formas de programar tomando en cuenta el conocimiento biológico, y a partir de eso, reconocer patrones complejos”.

Pero hacia el año 2014, ha aparecido un nuevo procesador, cuya arquitectura responde a la forma en que se organiza nuestro cerebro, llamado TrueNorth (Norte Verdadero).

“Éste fue un desarrollo estratégico de IBM en conjunto con otras empresas y financiado por DARPA, la agencia de financiamiento de proyectos de la defensa norteamericana”, explica Pérez-Acle.

El investigador señala que si bien tanto él como su equipo no tienen acceso a ese dispositivo, esto no les impide trabajar en la misma dirección.

“Sí tenemos acceso a la arquitectura o forma en que está construido ese procesador. Entonces, dado que entendemos de estos temas y también de neurociencia, por nuestra participación en CINV, podemos combinar ambos conceptos para diseñar un software que adaptándose a la arquitectura de este procesador, sea capaz de recuperar la forma en que trabaja el sistema nervioso central”, dice.

Combate a hackers

Entre las aplicaciones posibles de tal adelanto están el combate de hackeos como los que recientemente se han producido a nivel mundial.

“El problema de los antivirus que hoy tenemos es que son capaces de reconocer un patrón codificado en el virus, pero cuando no tienen forma de reconocerlo, no pueden actuar y no lo pueden bloquear. Entonces, si uno toma la arquitectura del cerebro, se la traspasa a un software, y construye un antivirus, ése antivirus va a ser capaz de detectar un nuevo virus sin necesidad de que lo haya visto previamente”.

Se trata de dotar a los computadores de facultades hasta ahora exclusivamente humanas. Así lo explica mediante un ejemplo:

“Cuando somos pequeños, vemos sólo algunos animales. Sin embargo, el cerebro es capaz de extraer ciertos patrones que definen el concepto animal, y entonces cuando vemos un reportaje de África o de India, o de las fosas submarinas y aparece un nuevo animal, nuestro cerebro lo reconoce como un ser vivo, independiente que no sepamos de qué especie se trata”.

De dominio público

El acceso al chip neuromórfico desarrollado por IBM y DARPA, puede que tarde años. Pero eso no impide que su conocimiento permita aplicaciones en la actualidad.

“Lo que hemos aprendido de ése chip es algo que podemos aplicar hoy día al construir nuestros softwares. Estamos haciendo una mezcla. Tomar lo que conocemos del cerebro y lo que sabemos de este chip para construir aplicaciones, y generar nuestros softwares con estas capacidades neuromórficas, siempre con el objetivo de detectar patrones como los que están en imágenes o en los virus informáticos”, dice el especialista.

Pérez-Acle asegura que la Fuerza Aérea de Estados Unidos les está financiando bajo condición de que los resultados sean de dominio público.

“A pesar de ser directamente financiados por ellos, todo lo que nosotros produzcamos, tiene que ser de dominio público, aún con el riesgo de que caiga en manos ‘enemigas’”.

EEUU, país ciencia

El científico explica que Estados Unidos es por lejos el país que más invierte en ciencia y tecnología en el mundo, alrededor del doble de los demás países de la OCDE. En este país, las instituciones que financian dichas áreas son, en primer lugar, el Instituto Nacional de Salud, la National Science Foundation, -equivalente a Conycit- y las FF.AA en conjunto.

“Y es sorprendente porque uno podría pensar que están enfocados en ciencia aplicada para producir misiles o proteger a sus soldados. Pero no, más del 50 por ciento de ese financiamiento, está dedicado a la ciencia fundamental, ciencia básica”, comenta.

Para el investigador, este convencimiento de hacer apuestas sustanciales y fundamentales en ciencia básica y tecnología aplicada, les lleva a desarrollar actividades de tipo filantrópicas, “o financiar ciencia en países del Tercer Mundo o acá en Sudamérica”.

El científico explica que la “superioridad” científica norteamericana se relaciona con la política de puertas abiertas a los estudiantes y científicos extranjeros desarrollada por décadas en Estados Unidos y que estaría en peligro con las reformas migratorias de Donald Trump, contrarias a las que históricamente ha sostenido ese país.

“Ellos apuestan a que sus científicos están tanto o mejor preparados que los del enemigo. Sin ir más lejos EE.UU sigue siendo una de las grandes potencias en términos científicos y tecnológicos. Es el gran ‘succionador’ de cerebros que todavía sigue funcionando en el mundo. Por otro lado, el gran volumen de ciencia que se produce en este país, proviene de inmigrantes, cerebros extranjeros que van a hacer sus doctorados y postdoctorados”.

Contra los virus y «el lado oscuro de la fuerza»

Un criterio semejante estaría detrás del proyecto que podría combatir más eficazmente los virus a nivel mundial. Ésa sería la fórmula.

«Teniendo mejor ciencia que los malos, que los que hacen los virus, y esa es la apuesta. Uno de los grandes misterios que tenemos por delante es el funcionamiento del sistema nervioso central. Y nosotros estamos tratando de entenderlo, a punta de experimentos, matemáticas, física, y una estrategia transdisciplinaria, que caracteriza al CINV», afirma el especialista.

«Ahora, desafortunadamente, el incentivo que tienen por detrás los malvados de los softwares construidos para hacer un daño, es económico, porque el hacker puro y duro no quiere hacer daño. Lo que quiere es explotar una vulnerabilidad de un sistema para demostrar que es capaz de hacerlo. Pero cuando yo quiero hacer un daño, estoy convirtiéndome en una especie de pirata y muchas veces la gente cae en esto por la tentación del incentivo económico, que es muy fuerte, y finalmente es arrastrada al lado oscuro de la fuerza», concluye.

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