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Las humanidades digitales en la información falsa: una explicación científica de la posverdad Investigación del físico chileno Cristián Huepe especialista en sistemas complejos

Las humanidades digitales en la información falsa: una explicación científica de la posverdad

Las indagaciones científicas publicadas por la revista Physical Review E. demostraron que, cuando en las redes existe más de un núcleo de personas con opiniones similares, conectadas a pocas fuentes de información y muchos medios de retransmisión, se generan círculos cerrados y autorreferentes, los que pierden la capacidad de absorber otras ideas. Dicho trabajo y planteamiento no solo se aplica en la posverdad, ya que también es posible comprender la cultura a través de los fenómenos emergentes o, incluso, la actividad económica de inversionistas que se mueven en un mundo de posibles negocios.


Antes de entablar una conversación con el físico Cristián Huepe, es importante manejar ciertos conceptos. Uno de ellos es el de posverdad, idea que se define a grandes rasgos como aquello que denota circunstancias en las que los hechos objetivos son menos influyentes que las creencias personales en la creación de la opinión pública.

Dentro de la misma línea, el chileno de 46 años y experto en física no lineal, plantea que la dinámica de la posverdad se desarrolla dentro del contexto de la teoría de los sistemas complejos, acotando que “es un poco la emergencia de creencias que son completamente falsas pero que se generan en comunidades en que terminan ganándoles a otras, y estas terminan como creencias que de manera evolutiva, a pesar de no ser válidas, ganan”.

Es por esto que para este fenómeno es necesario ir más allá de la sociopolítica y la mercadotecnia tradicional, incorporando nociones de teoría de redes, humanidades digitales, modelos de agentes y dinámicas colectivas emergentes. Asimismo, es fundamental comprender los elementos que la propician.

Homofilia

El primero de ellos tiene que ver con la homofilia, es decir, la tendencia de las personas a relacionarse con sujetos que se asemejen a ellos, tanto en apariencia como en ideologías. El segundo, guarda relación con el uso de redes sociales y las creaciones de comunidades independientes, donde los integrantes no están en contacto con opiniones diferentes a las suyas. El último, en tanto, está asociado a la desconfianza en las instituciones, así como también en los medios de comunicación tradicionales.

Dicho fenómeno quedó en evidencia en febrero de este año, momento en el que Chile enfrentó la peor serie de incendios forestales de su historia, hecho que derivó en un conjunto de rumores: cadenas de WhatsApp en las que se culpaba a mapuches e inmigrantes, publicaciones en Facebook acusando a las forestales de quemar sus propios terrenos, fotografías de antorchas misteriosas en medio de la nada, anuncios de apagones eléctricos falsos y cortes de agua a lo largo de todo el país.

Dichas distorsiones informativas fueron validadas por la población, desatándose así la histeria colectiva a manos de la desinformación absoluta.

La posverdad a través de los sistemas complejos

Huepe, quien es investigador de la Universidad de Northwestern de Chicago, dirige varios estudios relacionados con los sistemas complejos, las dinámicas no lineales y física estadística. A través de ellos, aborda diversos temas, tales como superfluidos, condensados de Bose-Einstein, modelos cosmológicos, singularidades finitas, dinámicas defectuosas y ondas de Faraway. Su trabajo más reciente tiene como foco principal los sistemas complejos, específicamente, las dinámicas de movimiento colectivo y redes complejas.

En rigor, los sistemas complejos son esenciales en el mundo, pues han adquirido un rol cada vez más importante en la ciencia, en la tecnología contemporánea y la comprensión de diferentes fenómenos. Es por ello que, en términos prácticos, estos se definen como cualquier sistema de muchas partes interactuantes en las cuales el todo es más que la suma de sus componentes. Ocurre lo que se denomina como fenómenos emergentes, es decir, a partir de las interacciones se genera algo que no se podría haber predicho de la suma de los elementos.

Huepe comenta que, en el mundo de la física, quienes investigaban iniciaron hace ya más de 100 años un trabajo conjunto con otras disciplinas para poner en práctica la posibilidad de generar dinámicas emergentes que abordarían temas que irían más allá del ya conocido sistema físico, lo que finalmente permitiría considerar lo que pasa con las células en un sistema biológico e, incluso, hasta qué ocurre en una sociedad y cómo la gente, de alguna u otra manera, se organiza para generar estructuras que son más que la suma de las partes.

El investigador explica que esto es algo que nos afecta a todos, “sobre todo en tiempos en los que se piensa en aplicaciones tecnológicas. Por ejemplo, Waze, el sistema de navegación de calles, es un sistema donde la información que el conductor entrega para evitar tacos es, también, un fenómeno emergente de por sí, entonces, ya no se reduce a solo observar lo que pasa en la naturaleza y tratar de entender cómo se generan estos fenómenos, sino que también se pueden tratar de aplicar, y eso nos llega directamente”.

A lo anterior añade que, para tratar de entender los sistemas celulares o sociales, los datos poseen un carácter esencial. “Yo hago teoría en general, la que se alimenta mucho de datos. Entonces, en un mundo contemporáneo en el que la sociedad deja una gran traza de antecedentes, a través del uso de tarjetas de crédito o de las interacciones en redes sociales, se podría generar una gran base, lo que permitiría analizar esos fenómenos emergentes de manera mucho más concreta”, detalla.

Una de las ideas en las que debe existir claridad al hablar sobre sistemas complejos, es la que está asociada al proceso de la autorregulación, hecho que se podría considerar casi mágico al analizar los patrones que parecen ordenados, a pesar de que esto no esté realmente ocurriendo. El estudio de tales sucesos se realiza mediante un programa computacional, utilizando los denominados “autómatas celulares”, con los que se ejecuta una pequeña simulación de una colonia.

“El desafío está en entender cómo pasa esto. No hay una gran teoría que permita comprender cómo se autoorganizan los sistemas, pero se podría asociar a la combinación de procesos evolutivos y de supervivencia”, manifiesta.

El trabajo de los autómatas celulares

En términos estrictamente académicos, un autómata celular es un modelo matemático utilizado en sistemas dinámicos que evoluciona progresivamente. Su uso adecuado permite modelar sistemas que se puedan describir como una colección multitudinaria de objetos simples que interactúan localmente entre ellos.

En palabras sencillas, los autómatas celulares son, en esencia, un programa computacional en el cual se tienen ciertas reglas muy simples que dependen del estado local y de los vecinos.

Huepe, quien obtuvo su doctorado en física en la École Normale Supérieure de París, ejemplifica su trabajo con este modelo a través de un conjunto de células vivas dentro de un cultivo celular, ubicadas una al lado de otra, señalando que, a fin de cuentas, si la célula sobrevive o no, depende de su estado anterior y del estado de los vecinos.

“Finalmente, las reglas de supervivencia se pueden explorar, al igual que las distintas combinaciones. Por ejemplo, si la célula de un lado está viva, la principal muere, mientras que si la célula del otro lado está viva, sobrevive. Se puede explorar toda una serie de reglas posibles y así, de manera sistemática, entender qué tipo de dinámicas de autoorganización pueden existir”.

También detalla que los enjambres y su teoría son un arquetipo de sistemas típicos que se autoorganizan, los que son encontrados en bandadas o cardúmenes.

“Hay algunas bandadas que son muy ordenadas, sin embargo, se pueden encontrar otras que se mueven casi como una nube, en la que claramente no hay un líder o una estructura específica. A pesar de ello, el enjambre completo logra autoorganizarse para tomar decisiones colectivas, moverse en la misma dirección o encontrar soluciones a problemas complejos de supervivencia”, dice.

En los últimos años la teoría de los enjambres se ha transformado en un estudio de carácter interdisciplinario, debido a que se puede aplicar tanto en la biología como en la comprensión de grupos de gente moviéndose en masa.

“Se pueden considerar como enjambres grupos que se mueven en un espacio abstracto: una serie de inversionistas que se mueven en un mundo de posibles negocios y que se siguen los unos a los otros o, incluso, una serie de músicos de jazz que se siguen en el espacio de armonías musicales”, ejemplifica.

El objetivo de estos planteamientos

Los estudios más tradicionales consideran que lo más importante, para comprender el universo, es tener noción de los elementos más pequeños y el universo más grande. Sin embargo, se empezó a entender, a partir de la física estadística, que no basta con el entendimiento de las partes, sino que también se produce una serie de fenómenos colectivos que generan dinámicas físicas completamente nuevas, y que son imposibles de entender teniendo en cuenta solo los elementos.

“Un ejemplo muy impresionante es la vida en general, o sea, uno puede entender las partículas subatómicas, pero nunca, con solo esa información, se podría entender la emergencia de la vida o incluso la de la conciencia. Todo esto son fenómenos colectivos”, señala.

El físico, que ha estado trabajando desde el 2006 como investigador independiente financiado por el US National Science Foundation, relaciona la asociación de los fenómenos complejos con el proceso de la creación artística.

“Algunos artistas están tratando de explotar este concepto y, quizás, dar vuelta la tortilla, para así observar hasta qué punto ellos pueden generar arte a partir de un sistema complejo, y en eso entra la tradición de las disciplinas generativas”, comenta.

Actualmente, el paradigma cultural ha cambiado mucho, pues de algo que posee varias generaciones y que hoy se entiende cada vez más, se pueden crear programas computacionales o analizar datos que más tarde se podrían interpretar y generar algo de carácter artístico.

“Lo que sucede es que la analogía más común de muchos de los sistemas que nos rodean es que se clasifican como vivos. La sociedad, la banca y el mercado también funcionan de esta forma, entonces, a los artistas les interesa interpretar eso, mediante diagramas de redes complejas, herramienta que se utiliza mucho en los sistemas complejos para modelar a través de una imagen gráfica”, indica.

Finalmente, el científico agrega que lo anterior constituye una expresión artística que cumple con el objetivo del arte, es decir, entregar algo fundamental que los espectadores o el público no podrían entender de manera directa, racional o escrita.

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