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Premio Ecoscience: el único premio que reconoce el aporte a la ciencia de un líder sin formación científica El reconocimiento se da en el marco de la alianza entre Fundación Ecoscience y El Mostrador

Premio Ecoscience: el único premio que reconoce el aporte a la ciencia de un líder sin formación científica

Dotado de diez mil dólares, el premio es para alguien no-científico que se haya destacado por su aporte en el área de la ciencia. «Es importante demostrar y realzar lo que se está haciendo en ciencia. ¿Por qué a un no-científico? Porque es para gente que, sin que sea su trabajo, va un poco más allá para hacer algo por la ciencia. Son todos estos no científicos los que más pueden hacer por la ciencia: un alcalde, el director de un colegio, la presidenta de una fundación», dice Eduardo Ergas, creador de la fundación homónima, sobre el galardón, que será anual y se otorga por segunda vez.


Una nueva versión del premio Ecoscience entregará el próximo 17 de agosto la fundación homónima junto al diario El Mostrador.

El galardón, dotado de diez mil dólares, está destinado a algún no-científico que se destaque por su aporte a la ciencia. El premiado de 2017 será elegido por un jurado integrado por miembros de la Fundación Ecoscience, del empresario Eduardo Ergas, el diario El Mostrador y el ganador de 2016, el jefe de la Dirección de Energía, Ciencia y Tecnología e Innovación (DECYTI) de la Cancillería, Gabriel Rodríguez García-Huidobro.

«Creo que el premio Ecoscience es distinto en varias formas», explica Ergas. «Primero, es un premio que entrega dinero, y no hay muchos que hagan eso, más allá de que diez mil dólares sea mucho o poco. Eso significa que hay un compromiso real en destacar a esa persona. Segundo, es un premio en ciencia, por todas las bondades que yo creo entrega la ciencia».

«Es importante demostrar y realzar lo que se está haciendo en ciencia. ¿Por qué a un no-científico? Porque es para gente que, sin que sea su trabajo, va un poco más allá para hacer algo por la ciencia. Son todos estos no científicos los que más pueden hacer por la ciencia: un alcalde, el director de un colegio, la presidenta de una fundación», dice el empresario sobre el galardón, que será anual y se entrega por segunda vez.

Ciencia en El Mostrador

Este medio se ha caracterizado por dar gran importancia a la difusión científica, así como por cubrir los avances y conflictos de la ciencia en Chile.

«El desarrollo de la ciencia en Chile es vital para enfrentar los desafíos del futuro, no sólo en términos de aumentar el conocimiento, sino en temas prácticos», comenta Federico Joannon, director ejecutivo de El Mostrador.

«En muchas de las decisiones económicas, relacionadas por ejemplo al futuro de la matriz productiva del país, será crucial el alcance de las investigaciones que se realicen en Chile. Por esta razón, creemos que es muy importante estimular y reconocer el aporte de quienes favorecen la ciencia, y no solo desde la investigación sino también desde la divulgación científica», dice.

Ergas, que además cuenta con una fuerte sensibilidad medioambiental, está convencido que Chile debe pasar de una economía extractivista a otra basada en el conocimiento, y pone como ejemplo a Israel, Singapur o el estado norteamericano de California, para no depender de los vaivenes de los precios de las materias primas.

Alianza virtuosa

Joannon calificó la alianza entre El Mostrador y la Fundación Ecoscience en este premio como «una alianza virtuosa, ya que por una parte la fundación estimula el desarrollo científico, la capacitación y la educación, y nosotros, por otra, como medio líder del periodismo digital, utilizamos nuestras redes para llegar a la comunidad mediante la divulgación científica».

«La relación con el diario es muy importante» para comunicar «lo importante que es la ciencia y lo que queremos hacer», así como «incentivar que la sociedad participe de nuestra idea», complementa Ergas.

«El diario es el gran socio que hemos estado esperando para llegar a hacer parte de nuestra idea al resto de la sociedad chilena. Es una tremenda alianza y me siento muy agradecido. No sólo ambos podemos salir beneficiados, sino todo el país», resalta.

Pasión por la ciencia

Ergas (Santiago, 1961) es un empresario particular. Con antepasados entre judíos macedonios y alemanes, entró a estudiar Matemática en 1979 en la U. de Santiago y egresó allí como ingeniero comercial, tras lo cual partió a Europa. Socio de Valle Nevado y el hotel San Francisco de Santiago, entre otros, su pasión por la ciencia lo movió a crear la Fundación Ecoscience en 2004, que empezó organizando tertulias con científicos, incluidos varios Premios Nobel, lanzó un libro en la Antártica y actualmente impulsa el recorrido por Chile de un bus rural que muestra la ciencia a niñas y niños.

«La Fundación nació producto de una pasión descubierta por mí tarde en la vida, que lo que realmente me apasionaba era la ciencia», cuenta Ergas en la sede de la Fundación en Vitacura. «Era algo que nunca me había imaginado, y que surgió a partir de lecturas y conversaciones con científicos. Me metí de frentón como una manera de desarrollarme intelectualmente».

«Por otra parte, aprendí y vi lo importante de la ciencia en el desarrollo de las sociedades. Si uno mira todo afuera, todo ha sido inventado o descubierto, y para eso se ha necesitado un método científico, y además ciencia. Es tan importante y, a pesar de eso, está tan ausente en nuestras vidas. Me di cuenta que había un espacio muy grande para hacer cosas, que decidí tomarlo. Así partió la Fundación».

La primera actividad fueron las tertulias, donde se congregaban miembros de los mundos de la ciencia, el gobierno y los negocios, donde se reunían unas 15 o 20 personas. Fueron más de un centenar de reuniones.

Los expositores eran de lujo. Entre otros estuvieron Bruce Alberts, presidente de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos desde 1993 hasta 2005​ y editor jefe de la revista Science; el astrofísico Brian Schmidt, Premio Nobel de la Física; y Tim Hunt, el bioquímico británico y Premio Nobel de Medicina.

Otro de los hitos fue el lanzamiento de la quinta edición del libro «La célula» en 2008 de mano de Alberts en la Antártica, una obra que desde sus inicios -en la década de los 80- ha vendido más de un millón de ejemplares. Ergas ideó y organizó el evento, entre otros con ayuda de las Fuerza Aérea de Chile.

«Tener una fundación científica, ecológica, no era mainstream, era de nicho», comenta. «Ningún empresario hacía eso, era chiquitito dentro de la realidad nacional. Con el tiempo ha ido creciendo. la gente se ha dado cuenta de la necesidad de cuidar nuestro medio ambiente y lo importante de la ciencia en nuestras vidas».

«Para mí es importante no solamente por todo lo que nos enseña y podemos aprender, sino porque la ciencia es el antídoto a las creencias. El cuestionarse es la base de poder vivir una vida plena. Tu tienes que cuestionar las cosas que te han enseñado, que crees, que sientes. Desde ese punto uno puede partir construyendo».

El empresario Eduardo Ergas.

La parte social

Esta postura además tiene un costado social. Ergas recuerda hasta hoy que Alberts le mostró un estudio según el cual un niño que estudia ciencias tiene más posibilidades de salir de la pobreza o de terminar un posgrado, aunque no sea en ciencias.

«Es decir, es un catalizador de la educación», resume. «Entonces me di cuenta que esto no sólo era un hobby, sino que podía ser un aporte en la vida de nuestro país».

Es en este aspecto que surgió el bus en 2013 que recorre Chile enseñando ciencia en los sectores rurales, una iniciativa de Ecoscience junto a la Fundación Ciencia y Vida, especialmente el bioquímico y empresario Pablo Valenzuela, Premio Nacional de Ciencias, y la bióloga Bernardita Méndez. Ergas comenta orgulloso que «ya ha tocado la vida de 19.000 niños y 600 profesores. La idea ahora es pasar de un laboratorio móvil a 18, en cuatro años».

«Lo que me gusta del bus son las caritas de los niños cuando ven desarrollarse un experimento. Hace que todo valga la pena», dice.

Comunidad y desarrollo

Este compartir revela otro concepto clave para Ergas: la comunidad.

«La comunidad es lo que te hace feliz, es la que sale adelante. Es el lugar que más felicidad te puede dar. Y eso no se puede hacer si no hay individuos que estén dispuestos a formar parte de esto, y a entregar y recibir, a cooperar. La ciencia está basada en la cooperación. No puedes descubrir de algo solo, necesitas un team».

«Pero además como desarrollo económico, no quiero un país que sea extractivo. Deberíamos aspirar a a ser un país que usa su cerebro como materia prima, como Singapur, Israel, Japón, que pueden funcionar a largo plazo sin depender de las materias primas».

Ergas apunta especialmente a la ciencia básica, más que la ciencia aplicada. «Toma más tiempo, pero cuando empiezas a entenderla, los inventos y demás vienen por añadidura», entendiendo ciencia básica -como la matemática o la astronomía- como aquella que se hace por hacer, no por un objetivo específico, como la cura del cáncer.

La ciencia en Chile

Consultado sobre el estado de la ciencia en Chile, a nivel país, Ergas destaca el nivel de los emprendedores en ciencia, «que es lo que me toca ver».

Hace 17 años tiene un fondo de inversiones tecnológicas. «Los primeros 14 años, los proyectos chilenos eran muy básicos, más allá que uno y otro. Pero lo que he estado viendo ahora es de primer nivel mundial».

El empresario lo atribuye a varias cosas, como la especialización en el exterior y la llegaba de científicos extranjeros para trabajar en Chile.

«Estamos mucho mejor parados que antes y también relativamente mejor» que otros países de similar tamaño, resume, al tiempo que cree necesario aprovechar las ventajas comparativas que implican la astronomía o la extensa costa marítima. «Creo que de a poco vamos a empezar a notar muchos cambios».

En cuanto a sus desafíos, los ve en la ciencia «como catalizador en la educación», «usándola para que más gente quiera saber más». Ergas hace un énfasis especial en la enseñanza del método científico «para enfrentar la realidad, y no basarse en creencias».

«Nuestro modelo de enseñanza es del siglo XIX y ha sido difícil cambiarlo, pero están empezando a aparecer formas. Nuestra manera es con el bus… además está una fantástica herramienta como es Internet que realmente va a hacer que las cosas pasen».

Eso sin olvidar «que nadie puede enseñar ciencia tan bien como un profesor al que le apasione la ciencia. Nada puede competir con la pasión. Con gente apasionada vas a lograr milagros en la sociedad».

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