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Andras Schiff: cada vez más cerca de Dios Crítica musical

Andras Schiff: cada vez más cerca de Dios

Gran parte del público, tanto músicos como melómanos asistieron con sus partituras, algunos con las versiones que contenían las indicaciones precisas del propio Schiff acerca del dedaje y con la ilusión de obtener la preciada firma del maestro tras el recital.


La cita convocó a una audiencia de culto. El único recital del afamado pianista húngaro realizado el sábado 26 de agosto en el Municipal, por segunda vez en Chile, ofrecía una sola obra: El Clave bien temperado, Libro I de Juan Sebastian Bach.

Escrita en 1722 con el objeto de dar una estructura a la composición y comprensión de la ejecución del clave (órgano, clavecín, clavicordio y hoy piano), contiene 24 preludios y fugas en las diferentes tonalidades en los modo mayor, sostenido, bemol y menor. El músico que le escribía a Dios, creó la estructura de cómo organizar las notas en un pentagrama, y por eso se le considera el Padre de la Música. Este punto de partida es estudiado en los conservatorios y los músicos tanto del mundo clásico como popular que han tenido formación musical la conocen. Y es más…. siempre regresan.

Gran parte del público, tanto músicos como melómanos asistieron con sus partituras, algunos con las versiones que contenían las indicaciones precisas del propio Schiff acerca del dedaje y con la ilusión de obtener la preciada firma del maestro tras el recital. Con mi compañero de asiento, un joven de 19 años estudiante de Ingieneria Civil conversamos sobre la fascinante relación de la música y las matemáticas, las lógicas que convergen en dos mundos tan diferentes.Diálogos que no ocurren por casualidad….

Schiff fue contundente, ejecutando esta obra cumbre no tiene rival hoy en el mundo. Una obra sin interrupciones que convocó a una audiencia ávida por escuchar cada nota, cada acorde y seguirla en las páginas. Realmente una experiencia fascinante ya que es similar a escuchar a una actor declamar la Comedia del Dante. Son entregas superiores, sublimes y únicas.
Pocas veces un artista invita a su público a una reflexión tan profunda y aún menos esto sucede en nuestras latitudes. Es probable que en Chile El clave bien temperado nunca se haya ejecutado en concierto.

Y jamás alguien podría alcanzar este perfecto equilibrio interpretativo entre la expresividad y la sutileza, entre el sonido y los silencios. Un público inmovilizado. Tras la ejecución que duró una hora cuarenta y cinco minutos, transcurridas sin darnos cuenta. Los primeros aplausos lo hicieron sobresaltar. Es que Schiff dejó su persona para traernos al Bach más resuelto que podamos recordar. La compleja obra deja preguntas abiertas y problemas musicales que han llenado bibliotecas de literatura y tesis. Schiff da certezas, tiene claro cómo se van desarrollando las ideas musicales detrás de cada compás. Esto sólo lo hacen los grandes maestros, eso es lo apabullante de su propuesta, lo grandioso, lo que nos deja sin palabras. La interminable ovación permitió que el artista nos regalara el Aria de la Variaciones Goldberg y el Concierto Italiano.

Schiff es también grande fuera del escenario. Un artista judío, el mejor pianista del músico de Dios, el hombre que ha reflexionado profundamente sobre su identidad no toca en su país natal Hungría. La razón: el gobierno antisemita que impera. Consecuente hasta el final, Schiff nos regaló en su único recital un camino a Dios…incluso para los no creyentes.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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