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Libro «La Constitución liberal de Guzmán»: Sin los rasgos fundamentales de lo que Guzmán difundía La crítica de libros de actualidad de Gonzalo Rojas Sánchez

Libro «La Constitución liberal de Guzmán»: Sin los rasgos fundamentales de lo que Guzmán difundía

El senador asesinado no fue un pensador original. Eso lo dijo tácitamente de sí mismo y después lo han destacado ya tantos; en ese sentido, Silva acierta en el propósito de buscar las fuentes de unas tesis que Guzmán explicó siempre de modo nuclear y sencillo. No le gustaba perderse en filigranas -lo que bien podría haber hecho- quizás porque eso lo habría desviado de su propósito eminentemente pedagógico y comunicacional.


Está bien que a Jaime Guzmán se lo estudie una y otra vez; está muy bien que se hagan esfuerzos como los que antes realizaron Renato Cristi, Belén Moncada, Hugo Herrera y Daniel Mansuy, en libros total o parcialmente dedicados a su pensamiento.

Por eso, es encomiable el empeño de interpretación del joven magíster en comunicación política, Javier Silva, quien ha participado por años en grupos de formación vinculados al legado de Jaime Guzmán.

Silva, con algo de arrogancia eso sí, nos dice que dedica su libro “a los seguidores de Jaime Guzmán que han abandonado el esfuerzo de leer su obra.” No cabe duda que ha habido admiradores de Guzmán  -no necesariamente seguidores-   que nunca han leído su obra o que se han conformado con un folleto por aquí y una columna por allá. Pero otros  -y sin problemas de conciencia, me incluyo-  sí hemos trabajado por décadas una y otra vez los mismos textos. Y desde esa experiencia, nos cuesta reconocer a Guzmán en la obra de Silva.

El senador asesinado no fue un pensador original. Eso lo dijo tácitamente de sí mismo y después lo han destacado ya tantos; en ese sentido, Silva acierta en el propósito de buscar las fuentes de unas tesis que Guzmán explicó siempre de modo nuclear y sencillo. No le gustaba perderse en filigranas -lo que bien podría haber hecho- quizás porque eso lo habría desviado de su propósito eminentemente pedagógico y comunicacional.

Y ese núcleo de la síntesis guzmaniana es conservador y no liberal; es filosóficamente cristiano y no económicamente hayekiano; está centrado en la persona con trascendencia y no en el individuo inmanente. Silva ha intentado unos vínculos de la síntesis guzmaniana con diversos liberalismos  -porque tampoco acierta en precisar a cuál de las tantas miradas liberales que cita quiere vincularlo prioritariamente-    que podría haber tenido algo de éxito si primero hubiese mostrado las relaciones de Guzmán con Aristóteles, Cicerón, Tomás de Aquino y las doctrinas pontificias, para pasar de ahí a establecer puentes entre elementos periféricos de la síntesis guzmaniana y algunas miradas liberales.

Pero no lo hizo. Y por eso le quedó un Cristi-2, un texto en que se olvidan los rasgos fundamentales de lo que Guzmán difundía: la concepción cristiana de la persona, de la familia de la sociedad, del bien común, de la subsidiariedad, del estado y del derecho.

Quizás en nuestras conversaciones personales con Javier Silva podamos retomar lo fundamental y darle a lo accidental su lugar. Así lo espero.

Javier Silva, La Constitución liberal de Guzmán, Chile 1973-1980, Ciudadano Austral y Universidad de San Sebastián, Santiago, 2017,  98 páginas.

Gonzalo  Rojas Sánchez. Profesor universitario

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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