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Economía creativa: voluntad política y capacidades técnicas Opinión

Economía creativa: voluntad política y capacidades técnicas

Giorgio Varas
Por : Giorgio Varas Músico & Agente cultural
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El pasado foro “Candidatos con Cultura“ (octubre 2017) –liderado por el Observatorio de Políticas Culturales en conjunto con el GAM, Santiago Creativo, Ad Cultura y transmitido por El Mostrador–, se propuso incidir e instalar ese tema en los programas de las elecciones presidenciales y, aunque al encuentro solo llegaron los otrora candidatos Goic y ME-O y la actual carta al balotaje, Alejandro Guillier, el debate constituyó un primer hito en la materia.


En un país como Chile, donde prima la lógica económica basada en la explotación y exportación de materias primas, principalmente cobre, bienes y (pocos) servicios, avanzar en el reconocimiento del arte y la cultura como dimensión transversal de la economía, como una inversión socio-económica y no un gasto, es todo un desafío. Para ello es necesario – entre otros- pasar de la especulación post industrial a una lógica que dé cuenta del talento creativo como recurso primario y bien cultural con potencial exportador.

A más de 25 años de las discusión de las comisiones Garretón (1991) y Squella (2013) y a la espera de la real apertura a un Ministerio de Ciencias y Tecnologías, junto con el ya estrenado Ministerio de Las Culturas, las Artes y el Patrimonio, se ha formado un Comité Interministerial de Economía Creativa que debiera convertirse en el motor para el desarrollo del híper – sector de las industrias culturales del País.

En perspectiva global, el valor de los ámbitos cultural-creativo y científico-tecnológico son cada vez más complementarios y de un evidente paralelismo en cuanto a estrategias pro crecimiento y valor agregado.

El pasado foro “Candidatos con Cultura“ (octubre 2017) –liderado por el Observatorio de Políticas Culturales en conjunto con el GAM, Santiago Creativo, Ad Cultura y transmitido por El Mostrador–, se propuso incidir e instalar ese tema en los programas de las elecciones presidenciales y, aunque al encuentro solo llegaron los otrora candidatos Goic y ME-O y la actual carta al balotaje, Alejandro Guillier, el debate constituyó un primer hito en la materia.

El sector público está haciendo notables esfuerzos por comprender este fenómeno. El gobierno de Michelle Bachelet dejará un significativo avance en normativas de fomento y promoción de la economía creativa, elevándolo a la categoría de factor estratégico en la agenda de productividad, innovación y crecimiento del Ministerio de Economía, mientras el sector privado está absolutamente al debe pues aún parece no enterarse que existe vida más allá del Aceite de Oliva, la Mandarinas o las Avellanas como diversificación de la matriz productiva.

En lo inmediato, el panorama promete ir mejorando. El próximo Mercado CHEC, Chile Economía Creativa, agendado entre los días 13 y 14 de diciembre en el GAM organizado por CNCA y la Cámara de Comercio de Santiago ofrece ser el “primer mercado intersectorial de vinculación y concreción de negocios entre empresas de diferentes sectores productivos y empresas creativas”. No sabemos cuántos negocios se van a concretar ni si solo será una reunión de amigos, no obstante, la mera consideración de que se interpele, integre y coordine desde la vereda de la especialización inteligente al sector privado –acostumbrado a que su máxima innovación sea la buena performance exportadora de la manufactura ( 8024 M Usd ), el vino (1087 M usd) o los productos del mar ( 5401M usd)–, constituye una buena noticia.

Es evidente que necesitamos apoyar a las pymes, la formación técnico-profesional y los centros de investigación científico-tecnológicos para avanzar, pero el definitivo impulso de nuestro híper sector productivo dependerá de la voluntad política y las capacidades técnicas del próximo gobierno.

Considerando que estamos hablando de un sector industrial de objetivos temáticos y territoriales, que además basa su desarrollo en la puesta en valor, respeto y promoción de las identidades locales, hay a lo menos dos condiciones mínimas para alcanzar el éxito: la concreción de una real descentralización –con grados de autarquía económica– y un decisivo reconocimiento constitucional a los pueblos originarios. No sabemos si antes o durante un eventual proceso de plebiscito vinculante para una Asamblea Constituyente , pero lo claro es que la revolución digital y la sociedad del conocimiento nos exigen no conformarnos con el 3% proyectado del PIB 2018 y desenmarañar laberintos y dialéctica científica, praxis empírica y aparatos tecnocráticos e inter-sectoriales, avanzando hacia la cohesión e implementación de dispositivos institucionales que aún no terminan de nacer y que requerirán una solidez y actualización constitucional, desde los imaginarios del siglo XXI.

Giorgio Varas /Músico & Productor. Economista de la Cultura , Universidad de Roma.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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