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Una mirada a la fotografía surrealista de Eugene Atget Opinión

Una mirada a la fotografía surrealista de Eugene Atget

La fotografía será entonces la técnica privilegiada de la creación surrealista, ya que da origen a una nueva imagen visual que participa de la naturaleza, creando una alucinación verdadera. Dicho de otro modo, el surrealismo es y será definido por lo visual.


El surrealismo fue un movimiento artístico revolucionario surgido en Francia a principios del siglo XX, que tuvo como uno de sus principales objetivos abrir las puertas de la conciencia humana a lo irracional e imaginario.

En tal sentido, el máximo representante de dicho movimiento, André Bretón, definió el surrealismo, en el manifiesto del año 1924, como: “Puro automatismo psíquico por el cual se intenta expresar bien verbalmente, por escrito o de cualquier otro modo la verdadera función del pensamiento. Dictado verdadero en ausencia de todo control ejercido por la razón y por fuera de toda preocupación estética o moral”.

Generalmente se asocia al movimiento surrealista el trabajo artístico de connotados pintores, tales como Salvador Dalí o René Magritte, así como también, a la obra literaria desarrollada principalmente por André Bretón y Paul Éluard. No obstante, el movimiento surrealista abarcó también muchas otras expresiones artísticas y estéticas, siendo la fotografía una de las más destacadas.

Es el propio André Bretón, quien sitúa en un lugar de importancia, dentro del movimiento surrealista a la fotografía, planteando la siguiente pregunta: “¿Cuándo dejaran de estar ilustrados con dibujos todos los libros valiosos para ser publicados sólo con fotografías?

Eugene Atget

Nombres como Max Ernst, Man Ray, Maurice Tabard, Boiffard y Brassi, destacan entre los fotógrafos surrealistas más reconocidos durante la primera mitad del siglo XX. Sin ir más lejos, muchos de los trabajos literarios publicados por el propio Bretón están ilustrados con fotografías de Man Ray y Boiffard.

Pero, ¿Qué idea de la fotografía tenían los surrealistas?

Para contestar dicha pregunta, primero hay que tener en claro la importancia que daba el movimiento surrealista a lo visual. Para André Bretón la visualidad era lo más importante, por cuanto no estaba contaminada con la razón. “El ojo existe en estado salvaje”, enfatiza el autor de Nadja. En otras palabras, Bretón señala que la inmediatez de la visión, entendida ésta como automatismo de la percepción, idea fuerza del surrealismo, es positiva, puesto que escapa al pensamiento consiente y a los cálculos de la razón.

La fotografía será entonces la técnica privilegiada de la creación surrealista, ya que da origen a una nueva imagen visual que participa de la naturaleza, creando una alucinación verdadera. Dicho de otro modo, el surrealismo es y será definido por lo visual.

Contestando la pregunta anteriormente planteada, respecto de ¿Qué idea de la fotografía tenían los surrealistas?, se podría decir entonces, que para los surrealistas la idea de fotografía no es una mera representación o copia de la realidad, sino que muy por el contrario, la fotografía es una huella digital de lo real y verdadero, una huella libre de toda razón y pensamiento consciente.

En palabras de André Bazin, los surrealistas intuyeron tempranamente que las virtudes estéticas de la fotografía residían en su poder de revelar lo real.

Según Walter Benjamin, un buen ejemplo de lo anterior, sería la extensa obra fotográfica realizada por Eugene Atget, como precursor de la fotografía surrealista.

Atget comenzó su oficio de fotógrafo como una manera de documentar y retratar la realidad, tanto es así, que el cartel que publicitaba su humilde estudio fotográfico en las calles de París, decía escuetamente: “Documentos para artistas”. Sin embargo, con el correr del tiempo y producto de la constante práctica de su oficio como fotógrafo, Atget empezó a descubrir su propia manera de capturar imágenes, derivando finalmente en lo que se conocería más tarde, como fotografía surrealista.

A partir de los logros de la fotografía surrealista de Eugene Atget, señala Benjamin, se prepara un saludable extrañamiento del entorno para el hombre. Asimismo, continúa Walter Benjamnin, Atget buscó lo desaparecido y lo extraviado en sus fotografías, liberando de convencionalismo al decadente género del retrato.

Las imágenes de la ciudad, retratadas por la cámara de Atget, carecen de una atmósfera saturada, son imágenes fantasmagóricas y extrañas, como sacadas de un sueño o de otra realidad. En las fotografías de Atget todo es surreal, lo común se vuelve único y la cotidianeidad deja paso a lo oculto, silenciado y onírico. Basta con observar detenidamente la serie de fotografías de vitrinas que el lente de Atget retrata. El efecto visual del reflejo sobre las vitrinas le da a la composición de la fotografía surrealista de Atget una estética propia y singular, nunca antes vista.

Seguramente André Bazin pensaba en la fotografía surrealista de Atget, cuando señaló que la fotografía es al acontecimiento más importante de las artes en el siglo XX, por cuanto liberó el arte y lo llevó a recobrar su autonomía estética.

En palabras del investigador y sociólogo Jonh Berger, toda imagen encarna un modo de ver, por lo tanto, la obra fotográfica de Atget encarna en gran medida el modo de ver de los surrealistas, un modo de ver, evidentemente influenciado por un contexto histórico, político y social muy particular. La primera guerra mundial, la gran depresión, los adelantos tecnológicos, los movimientos migratorios, etc. Dichos acontecimientos y las sensaciones que produjeron en los hombres de principios del siglo XX, se plasman de una u otra forma en las fotos surrealistas de Eugene Atget.

El modo de ver del fotógrafo, dice Jonh Berger en su libro Modos de Ver, se refleja en su elección del tema, es decir, en el encuadre. La elección del encubre es primordial para la creación de significado en la fotografía. En el caso de las fotografías de Atget el encuadre busca producir un efecto extraño y misterios, especialmente, en las fotografías de vitrinas. El espacio fotográfico se convierte así en un espacio enigmático y distanciado.

A pesar de que el fotomontaje fue una técnica raramente utilizada por los surrealistas, Atget se dio maña, tempranamente, para experimentar mucho con dicha técnica. En algunas de sus fotografías, en especial en las imágenes de vitrinas y escaparates, el fotomontaje es utilizado con la intención de trastocar las relaciones lógicas del espacio visual, mediante la incrustación de fragmentos de otros espacios en el espacio fotográfico visible o encuadre, con el objeto de crear o descubrir nuevas realidades.

En consecuencia, la obra fotográfica de Eugene Atget materializó en gran medida el discurso surrealista de su tiempo. Eugene Atget se apropió de la realidad, transformándola, redescubriéndola y manipulándola, con el lente de su cámara, para darle una nueva significación, cuestión que a la larga lo transformó en el precursor de la fotografía surrealista hasta nuestros días.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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