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Eduardo Luna, miembro de festival Santiago OFF: «la precarización del trabajo del artista impide un desarrollo profesional sostenible» El evento se realizará del 18 al 27 de enero

Eduardo Luna, miembro de festival Santiago OFF: «la precarización del trabajo del artista impide un desarrollo profesional sostenible»

La programación, que contempla teatro, danza, circo, performance, música, actividades de formación y fomento a la industria estará enmarcada en las “Perspectivas de la Memoria”, propuesta temática que pone en relevancia la construcción cultural de Chile en las últimas 3 décadas. En este entrevista, el director de circulación nacional del evento habla sobre sus orígenes y también de «Painecur», su última obra, que también estará en el festival, y que recuerda el caso de un niño mapuche sacrificado en 1960 tras el terremoto de Valdivia.


A estas alturas, ya es un clásico. El festival internacional de teatro Santiago OFF, el tradicional encuentro de artes escénicas, comenzará el próximo jueves 18 de enero con una serie de actividades que se extenderán al 27 de enero no sólo en Santiago, sino 25 espacios culturales de 15 comunas en 4 regiones del país, todo gratuito o a muy bajo costo.

La programación incluye no sólo teatro, sino también danza, circo, performance, música, actividades de formación y fomento a la industria. Estará enmarcada en las “Perspectivas de la Memoria”, una propuesta temática que pone en relevancia la construcción cultural de Chile en las últimas tres décadas.

“Hay salas de teatro que están cerrando a velocidades abismantes, por eso los invitamos a apropiarse de Santiago OFF, y que entre todos sigamos construyendo este espacio y haciéndolo crecer”, señala Claudio Fuentes, director del Festival.

Lo destacado de 2018

Este año Santiago OFF invita a la reflexión, a través del concepto de las “Perspectivas de la Memoria”, para recordar el rol del Arte como expresión de la memoria social, emocional y colectiva, y así abordar el cómo se define y constituye la memoria a partir de su relación con otros temas que hacen referencia al cómo nos hemos ido definiendo como sociedad en democracia en estos 30 años.

La programación está separada en ocho ciclos temáticos que representan las diferentes perspectivas: Memoria y Sucesos, Memoria Mapuche, Memoria y Hábitat, Memoria y Familia, Memoria y Percepción, Memoria y Biografía, Clásicos Rememorados, Memoria y Trayectoria.

Algunas de las obras más destacadas son “Malén” de Ricardo Caruqueo, destacada como mejor obra de danza por el círculo de críticos de arte; “La Gran Amenaza”, obra conmemorativa de los 15 años de la compañía La Patriótico Interesante; y “Prefiero que me coman los Perros” de Carla Zúñiga y dirgida por Jesús Urqueta, destacada como mejor dramaturgia por el círculo de críticos de arte.

También estará “Los Tristísimos Veranos de la Princesa Diana”, de la compañía La Niña Horrible, «Häpe, un pueblo perdido» del Colectivo Häpe; “El Aumento” de la compañía Hija de Rosa, protagonizada por Pepe Soza, y “Medea” de la compañía La Diosa Huacha.

«Por supuesto no pueden perderse la participación de las compañías organizadoras con el homenaje a los 10 años de ‘Las Palomas de Choferillo’ de La Fulana Teatro y nuestro reciente estreno ‘Painecur’ de Lafamiliateatro», comenta Eduardo Luna, miembro de Lafamiliateatro y del director de circulación nacional de Santiago Off.

Una alternativa a Santiago a Mil

Santiago Off creó como una alternativa a Santiago a Mil en 2011 y tiene sus orígenes en La Fulana Teatro, que en una gira por Europa tuvieron la posibilidad de ver el Avignon Le Off, en Francia, según recuerda Luna.

«En ese año con Claudio Fuentes (director de La Fulana) éramos compañeros en el Magíster de Dirección Teatral en la Universidad de Chile. Rápidamente me comentó la idea y, sin dudarlo, fusionamos los recursos humanos, financieros -precarios por cierto- y de gestión con que contaban ambas compañías. Más o menos así surgió el Santiago Off. Solo con intuición en un principio… «.

Hoy se ha ganado mucha experiencia y la certeza de la necesidad de seguir existiendo como plataforma de fomento para las artes escénicas nacionales y para generar un vínculo afectuoso entre el arte y la ciudadanía.

«Particularmente mi compañía (Lafamiliateatro), previo al surgimiento de Santiago Off, había sido parte de la programación de Santiago a Mil en sus versiones 2005, 2006 y 2007. Esta experiencia, nos sirvió para generar ideas que aportaran en la construcción de un encuentro que se diferenciara, sobre todo en la relación con los artistas que convocamos. Además de transversalizar oportunidades al momento de pensar en la internacionalización de compañías nacionales».

Entidad creada por artistas

Para sus miembros, Santiago Off es una entidad creada por artistas, en pos de movilizar a la comunidad de creadores y a la ciudadanía para generar un encuentro pluralista y participativo, con acento en la accesibilidad, la diversidad y la generación de proyectos culturales sostenibles en el tiempo.

«Ofrecemos oportunidades de difusión, promoción, circulación nacional e internacional a través de los encuentros de programación y los circuitos de exhibición del Festival», dice Luna.

«Generamos acceso para la comunidad artística, valorando aquellos creadores y grupos cuyo trabajo no ha sido visibilizado en los circuitos oficiales de exhibición», además de aportar en la formación de nuevas audiencias, proponiendo estrategias de accesibilidad a través de costos únicos y rebajados, actividades gratuitas, actividades de extensión comunales y actividades de formación y acercamiento a las artes.

Débil política cultural

La larga experiencia en teatro hace que Luna tenga una particular lectura de las políticas culturales en Chile.

«La gran problemática es que al no expresarse una voluntad de inserción en la Constitución -tal como ocurrió en Francia a mediados del siglo XX-, cualquier ejercicio al respecto, tal como la política cultural 2017-2022, queda a merced de la aplicabilidad que el gobierno de turno establezca», asegura. «Hasta el momento, como Estado, no hemos sido capaces de dar respuesta a las carencias de los diversos sectores involucrados, para proyectar un país arraigado a su cultura».

Luna cree que aún hay mucho por hacer en términos de profesionalización disciplinar, sustentablidad de las agrupaciones («que son el combustible e identidad de las artes en Chile»), fomento de las artes, acceso a la cultura por parte de la ciudadanía, resguardo laboral de artistas y trabajadores de la cultura, internacionalización de las artes «y un largo etcétera».

«Por lo mismo, creo relevante activar la idea de reunión, la idea de conversar, de gestar, de proyectar en conjunto, para crear asociatividades que desde la sociedad civil empujen la consolidación de políticas culturales a largo plazo. Esto es precisamente lo que buscamos al interior del Santiago Off, articular un tejido social, aparentemente extraviado durante muchos años y que hoy es la base nuestra misma organización. No podemos sentarnos a esperar a las instituciones y el gobierno, debemos ser activos en la búsqueda de soluciones a las problemáticas que solo nosotros conocemos», dice con entusiasmo.

La concursabilidad y la extinción de las compañías

En el tema del teatro, Luna cree que una de las consecuencias de la situación es la falta de compañías o agrupaciones que se sostengan en el tiempo.

«Sin duda es una de las consecuencias más terribles que ha generado la concursabilidad a los fondos de cultura. Cada artista debe desdoblarse en múltiples proyectos para sobrevivir, sin embargo, esta neo naturaleza del artista, no permite que se instale en un lugar y desarrolle su trabajo al fragor de una agrupación con identidad y con la fuerza de una colectividad empujando ideas».

«La precarización del trabajo del artista en una sociedad de consumo tan descarnada como la que habitamos, impide un desarrollo profesional sostenible», agrega.

Para el actor, lo peor de la situación es que no se visualiza una intención de reformulación de la concursabilidad, pero cree que una vez identificados los síntomas de la “proyectitis”, el paso siguiente es hacer algo al respecto.

«A pesar de lo anterior, creo que Chile, en términos de calidad e impacto en la creación, goza de grandes exponentes, algunos ya constatados y otros por constatar, incluso a nivel mundial».

La experiencia de Lafamiliateatro

En su caso personal, Luna lleva 13 años en la compañía Lafamiliateatro, por lo que cuenta con una vasta experiencia en la escena del arte independiente.

«Hace unos años, fuimos parte de una investigación que publicó la agrupación chilena Pro Teatro, en relación al estado de las compañías teatrales nacionales. Los resultados fueron bien impactantes, puesto que, a pesar del grado de maduración y trayectoria de las compañías, las condiciones de funcionamiento, no varían demasiado», explica.

En el caso de Lafamiliateatro, está conformada por una gran diversidad de artistas, pero hay un grupo reducido que se mantiene desde la formación original.

«A pesar de que somos una de las compañías organizadoras del Santiago Off, no todos nuestros integrantes forman parte del festival», señala Luna. «En nuestros 13 años de trayectoria han transitado por lo menos 100 artistas, algunos no los hemos vuelto a ver y otros han vuelto para continuar escribiendo nuestra historia. Estoy seguro que varias de estas características son transversales a las compañías chilenas».

Ellos han tenido intentos de formalización, hace años con una sociedad limitada que tuvieron que cerrar y posteriormente a través de una asociación cultural que no han logrado poner en funcionamiento. Pese a estas condiciones, en la formación actual de la compañía tienen un alto grado de compromiso con el teatro en su dimensión creativa, «nos interesa la investigación escénica y dramatúrgica, es decir, pensamos, soñamos y comemos teatro».

«Por lo mismo, siempre he sostenido que la compañía es un lugar de encuentro artístico ideal para llevar a cabo nuestros propósitos individuales y colectivos. Para mí, como director y creo que es una idea compartida con los integrantes de la compañía, al final del día, siempre lo más importante es el teatro. A eso nos dedicamos, a pensar y hacer arriba de un escenario, porque somos unos convencidos de sus implicancias cuando está hecho con objetivos claros», sostiene.

Otro elemento importante para ellos es la construcción de una identidad artística. «Trabajamos fuerte en establecer una autoría, potenciarla y visibilizarla. Queremos legar lo mejor de nosotros para el futuro del teatro chileno».

La historia de la obra «Painecur»

En Santiago Off, la compañía Lafamiliateatro mostrará su último trabajo, “Painecur”. Esta obra retoma una historia ocurrida en 1960, después del terremoto de Valdivia, cuando una comunidad mapuche del Lago Budi realizó el sacrificio de un niño para calmar a la naturaleza.

A Luna la cultura mapuche no le es ajena, ya que nació en Temuco y vivió una buena parte de su infancia en Traiguén, en la Región de la Araucanía.

«Crecí viendo a los mapuche como una especie de primos, un tanto cercanos y lejanos a la vez. Compartes con ellos, pero la sociedad winka te obliga a pensarte distinto a ellos. Esa diferencia impuesta, fue la que desde niño me motivó a acercarme a ellos», dice.

Hace varios años él quería trabajar a partir de lo mapuche, pero no tenía muy claro desde qué lugar debía hacerlo. El año pasado propuso a sus alumnos de actuación trabajar con “Un Sol Amarillo” de César Brie. La obra relata las consecuencias del terremoto de Aiquile en Bolivia en el año 2006, y buscando información complementaria, llegó a un texto de 1912 titulado “Cómo se comportan los indios en las catástrofes naturales”.

Allí se reveló para Luna el sacrificio humano como una costumbre ancestral para el pueblo mapuche, y llegó así al caso del sacrificio de José Luis Painecur en el año 1960.

«Cuando me encontré con el caso, desde el primer momento pensé que esta no debía ser una obra reconstructiva de los hechos que ocurrieron en 1960, sino más bien un material de reflexión contemporánea».

La relación crítica entre chilenos y mapuche

Para el artista, uno de los elementos principales y más atractivos que arrojó la posterior investigación fue el violento juicio de la prensa de la época y de la sociedad chilena en general, en contra del mapuche. Por lo mismo, le pareció que el caso podría abrirnos a ciertas claves que dieran cuenta de la relación crítica entre lo mapuche y lo chileno.

«En la obra, a un grupo de estudiantes de derecho, en el año 2017, se les ha asignado el caso del sacrificio de José Luis Painecur en la comunidad de Collileufu a propósito del terremoto de 1960, para su examen de Clínica Jurídica, pero al carecer de fallo de referencia, deben conjeturar sobre la decisión del juez de la época, enfrentándose con sus propios prejuicios culturales y sociales», explica.

Los detalles del proceso judicial que se realizó en Nueva Imperial se presentan como un enigma, puesto que en extrañas circunstancias se perdió el fallo que dio como resultado la libertad de Juana Namuncura, la machi que llevó a cabo el nguillatún de sacrificio.

«Ese solo detalle, me condujo a pensar en una anécdota relacionada con el mundo del derecho, pero con un imaginario transversal a cada uno de nosotros, es decir quitando la idea que Hollywood nos ha impuesto, a través de una elevada producción de películas al respecto. Dicha transversalidad solo podía lograrse a través de una experiencia conocida, tal como el desarrollo de un trabajo grupal de examen, donde además se pusiera en juego una proyección del futuro del poder judicial, en su relación con pueblos originarios a través de la presentación de personajes que aún cursan la carrera de derecho, en una institución que se considera líder en la formación de abogados para el país».

Un montaje diferente

“Painecur” es, sin duda, muy distinto a sus montajes anteriores.

«Una de las sensaciones que acompañó el proceso completo, desde la investigación a la puesta en escena, fue la muerte… En un principio pensaba que era la propia, la mía… Más tarde fui asumiendo que era la muerte de una forma, de una manera de hacer teatro que ya se había envejecido para mí. ‘Painecur’ dió pie a la muerte de un ciclo creativo y el nacimiento de otro».

«Sabía muy bien que dar cuenta de las colisiones culturales propias de Chile, proponía profundos desafíos. Por lo mismo, la dirección estuvo centrada en guiar el proceso de cada área de trabajo hacia una delgada línea entre el riesgo creativo y el fracaso», dice.

«Me seducía la idea de llevar a mi equipo a ciertos límites metodológicos, fracturando ciertas ideas de cómo poner en escena un texto tan ligado a la palabra. Por lo mismo, los sueños, tal como en la cultura mapuche, tuvieron un marcado protagonismo. Es decir, esta renovada fuerza y motivación, configuraron un trabajo basado en una profunda conexión con la intuición».

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