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Las tensiones en la discusión final del Ministerio de Ciencia en el Parlamento: Nadie dice lo que piensa

Las tensiones en la discusión final del Ministerio de Ciencia en el Parlamento: Nadie dice lo que piensa

En el ambiente científico hay dos posiciones, que son transversales a los sectores involucrados, e incluso los colores políticos. Una parte quiere que el Ministerio salga como sea, porque creen que es mejor algo que nada. El otro bando prefiere a pelear por sus intereses con el próximo gobierno de Piñera. A la luz de la evidencia, el cambio de administración podría ser parte del problema que de la solución.


Tensión hay en el mundo científico por el nuevo Ministerio de Ciencia y Tecnología. El proyecto, actualmente en el Parlamento, ha sumado a las presiones sectoriales -científicos, la academia y el mundo empresarial- una coyuntura nada auspiciosa: el fin del gobierno de Bachelet, al que le quedan menos de dos meses, y la asunción de Piñera, una administración de otro signo político.

En el ambiente científico hay dos posiciones, que son transversales a los sectores involucrados, e incluso los colores políticos.

Un «bando» quiere que el proyecto se apruebe como sea, bajo el lema «es mejor algo que nada», y que por último luego se mejora. En parte, porque temen que la nueva administración haga «borrón y cuenta», echando por tierra la labor de estos años, lo que aplazaría aún más el proyecto.

Este sector teme, en parte, también, el enfoque «economicista» de Piñera, que vincula la ciencia más a la rentabilidad que cualquier otra cosa. Y tienen fe en que se apruebe bajo el mandato actual porque creen que un fracaso del proyecto podría convertirse en un lastre para el nuevo presidente y con aprobarse ahora tendría «un cacho menos». Eso sería el impulso para aprovechar de meter presión.

El otro bando, en tanto, prefiere dejar las cosas como están porque afecta sus intereses, por lo cual se dedican a torpedearlo, o creen que obtendrán mejores beneficios si el proyecto lo tramita el futuro Ejecutivo.

Estima, por lo demás, que en el tiempo que queda será imposible aprobar el Ministerio, y se ha preparado para pelear por sus regalías en los «Tiempos Mejores» que vienen. Cree que los frutos de la prisa no son buenos, aunque desconoce qué tiene en mente el futuro presidente para esta repartición.

«La verdad es que nadie dice lo que piensa», lamenta un veterano investigador. «Todos dicen lo que les conviene».

Los hitos de Bachelet

Hay que recordar que aunque bajo el gobierno de Bachelet no ha habido mayores cambios en el tema presupuestario -Chile invierte un 0,38%, muy lejos del 2,55% promedio de la OCDE, según datos del Banco Mundial- sí hubo tres hitos.

Uno ocurrió en 2015. Después de 42 años, se constituyó el Consejo de la Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica (CONICYT), que había sido paralizado por la dictadura del general Augusto Pinochet en 1974.

Ese mismo año, además, Bachelet  creó la Comisión Presidencial “Ciencia para el desarrollo de Chile”, que presentó un informe de recomendaciones, fundamentales para lo que vino después: el envío del proyecto del Ministerio al Parlamento.

Su redacción estuvo en manos de la Secretaría General de Gobierno (Segegob), CONICYT y el Consejo Nacional de Innovación para el Desarrollo, una entidad público-privada donde confluyen desde sectores de derecha hasta el PS.

El envío al Parlamento se concretó en enero de 2017, algo notable, dado que el Ministerio ni siquiera estaba en el programa de gobierno de Bachelet. Allí figuraba la creación de una Subsecretaría de Ciencia, Tecnología e Innovación al interior del Ministerio de Economía.

Según un destacado científico, la creación del ministerio fue por iniciativa de la propia Bachelet, que debió vencer resistencias existentes al interior de su propio gobierno.

La carrera parlamentaria

¿Cómo va el proyecto en el Congreso?

Tras ser aprobado en el Senado en septiembre de forma unánime, este lunes se ingresaron las últimas indicaciones y se comenzaron a votar en la Comisión de Ciencia y Tecnología de la Cámara de Diputados, un proceso que podría extenderse hasta el fin de semana.

Una de las indicaciones más relevantes fue ingresada por el diputado Felipe Kast y le daba mayores atribuciones políticas al ministro o ministra de la cartera, pero fue declarada inadmisible, ya que sólo el Ejecutivo podía hacer dichos cambios.

«Algunos sectores creen que tratar de insistir con indicaciones ahora puede hacer que el proyecto se retrase, y otros que es el momento preciso de insistir para que el proyecto no salga con problemas en general», aprovechando la prisa del oficialismo por tramitar el proyecto, señala un investigador.

Tras concluir la discusión en la comisión, seguirá su tramitación en otras instancias revisoras de la Cámara Baja, para ser votado en Sala, «ojalá en las próximas semanas», aseguraron desde la comisión.

«La estrategia del Ejecutivo es impulsar indicaciones que tienen posibilidad de aprobarse, para no demorarlo más», comenta un investigador, según el cual los diputadores opositores no pondrán mayores objeciones «porque sería mediáticamente costoso».

Las presiones

Estos últimos días, han surgido distintas voces de los sectores involucrados, dando a conocer sus impresiones en una semana clave.

Un grupo de siete Premios Nacionales publicó una carta en el diario El Mercurio, titulada «El Ministerio que Chile necesita», que alertó sobre las falencias que, en su opinión, tenía el proyecto.

Específicamente, se refirieron a la incertidumbre sobre los recursos del futuro Ministerio («no tiene financiamiento»). También criticaron la disolución de los Consejos Superiores de Fondecyt, y la falta de relevancia del sector de las ciencias sociales, las artes y humanidades.

En el caso específico de los Consejos, es una de las medidas más disputadas. Estos dirimen los proyectos a recibir financiamiento y son integrados por científicos de renombre. A los que están preocupados, se les ha prometido que resurgirán bajo otra forma, pero ello no está en la ley. Para algunos científicos más jóvenes embargo, son reductos de poder y no ven mal su desaparición o reformulación.

Los «pesos pesados» de la ciencia en Chile «sienten que están perdiendo el control. En Conicyt ellos tienen mucho poder». Y se posicionan utilizando reclamos legítimos, señala un investigador.

Tampoco se manifestaron satisfechos los sectores vinculados al sector tecnológico. La Asociación Chilena de Empresas de Tecnologías de Información (ACTI) manifestó en una carta publicada por el diario financiero Pulso que este ministerio «no es el que Chile necesita».

Específicamente, reclamaron que el proyecto permita una mayor interacción de las universidades y las empresas, mediante la eliminación de una serie de «restricciones administrativas», para impulsar a la ciencia hacia la oferta de la economía del conocimiento.

En el mismo Parlamento, en tanto, sectores del futuro gobierno han manifestado la inconveniencia de aprobar el Ministerio en el actual mandato.

«¿Por qué habríamos de apurarlo tanto a costa de no sacar el que nuestro país requiere? Avancemos en un proyecto país; no en uno de gobierno», sintetizó la diputada Karla Rubilar, integrante de la Comisión de Ciencia de la Cámara Baja, en una carta publicada por el diario La Tercera.

Lo único cierto es que, como señaló el lunes en este mismo medio el científico Pablo Astudillo, de la Fundación Más Ciencia para Chile, «seguir retrasando la creación de una nueva institucionalidad solo nos continuará condenando a permanecer estancados en el subdesarrollo».

«Afortunadamente, muchos de los puntos en discusión podrían ser resueltos, sobre todo con voluntad de todas las partes involucradas», concluyó.

Habrá que ver.

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