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El homenaje a la incomparable Cecilia que emocionó e hipnotizó en la Cumbre del Rock Opinión

El homenaje a la incomparable Cecilia que emocionó e hipnotizó en la Cumbre del Rock

«La diva de la música chilena fue homenajeada en vida por un público entregado y por una constelación de artistas chilenos que reconocen en ella no solo a una cantante, sino también a una artista incomparable y un ícono del rock chileno», escribe en este texto el periodista Antonio Canales.


El abrasador sol comenzaba a dar tregua en Santiago y mientras llegaba una nueva camada de público hasta el Club Hípico, el escenario Gato Alquinta comenzaba a repletarse poco a poco de gente que esperaba impaciente a “La Incomparable”.

20:52 horas y Cecilia entra al escenario en medio de una ovación y devoción de un público variopinto e intergeneracional que respetuoso la esperaba.

Cecilia, «La Incomparable», se sienta y saluda emocionada al público, todo eso mientras en el escenario Jorge González, Gepe entraba en la parte final de su correcta y bien armada presentación que aún resonaba a esa hora llegando parte de los coros hasta el sector donde estaba Cecilia, quien, en un acto que la gráfica a cuerpo completo, comenzó a tararear la melodía de Gepe en medio del aplauso y risa de los presentes, característica que sería el sello característico de la presentación de «La Incomparable». diva de la música chilena. La generosidad que desbordó sobre el escenario.

Cecilia, acompañada de una impecable banda de notable músicos y sentada junto a la guitarra del maestro Corales, que ya horas antes había deleitado junto a Denise con la mítica e increíble presentación de “Agua Turbia”, iniciaba su show llamando al escenario a Javiera Parra. Comienza a sonar el acorde característico de “Compromiso” y el público estalla.

60 años de historia

Fue a finales de los 50’ cuando Mireya Cecilia Ramona Pantoja Levi, quien más adelante sería conocida solo como “La Incomparable” (nombre de su segundo Long Play solista) o simplemente como Cecilia, iniciaba su carrera musical junto al cuarteto melódico “Los Tomé”, llamada como su ciudad de origen.

Como cantante –ya solista- Cecilia fue en los 60’ un fenómeno de masas sui generis.

Mientras los albores de lo que se conocería como “Nueva Ola”, varios cantantes chilenos intentaban imitar a los cantantes estadounidenses tomando sus canciones e idioma, «La Incomparable» cantaba en castellano y mezclaba ritmos y compases tan diversos como populares.

A esto se sumaba su perfomance en vivo, una entrega completa en el escenario, una calidad vocal que impresionaba y una actitud de rock star que la posicionó como una mujer emancipada y de carácter, colisionando no pocas veces con una industria liderada por hombres y un machísimo intrínseco propio de su época.

Famosa es la historia de la prohibición que recayó para Cecilia en el Festival de Viña de 1965 (en plena cúspide de la fama) con el fin de evitar –por parte de las autoridades a cargo del Festival- de que «La Incomparable» realizara sus movimientos de caderas y su tradicional beso lanzado –emulando a los futbolistas- con un cruce de piernas y su ya característico taquito, considerado –por dichas autoridades- como un gesto lascivo e “impropio de una señorita”.

La historia acabó con la cantante haciendo el tradicional “beso de taquito” recibiendo la ovación, la ira de las autoridades, y llevándose el certamen ese año.

Tras su ruptura con su sello discográfico Odeón –y enfrentamientos con sus directivos- Cecilia firma con CBS/Philips y, propio de su personalidad, plantea rescatar temas nacionales incluyendo a Violeta Parra y Víctor Jara, (Long play “Gracias a la vida”, 1970).

Golpe militar y segundo plano

Tras el golpe militar y la instauración de la dictadura, la música –y la cultura en general- sufre un duro golpe, dando paso al denominado “apagón cultural”. La mayoría de los artistas deben salir al exilio y otros, como el caso de Víctor Jara, son asesinados a manos de la dictadura.

Los que deciden quedarse sobreviven bajo las opciones de trabajar al alero de la Junta Militar o sobreviviendo en un circuito underground. Cecilia decide la segunda, y se niega a tocar en cualquier acto oficial de la dictadura, lo que le costó quedar al margen de la difusión masiva durante esa época, pero siguió vigente tocando en locales nocturnos y comenzado a erigirse como ícono de culto del circuito alternativo.

Su supuesto alcoholismo y preferencias sexuales le impusieron un estigma, muchas veces injusto, pero con los años, esos mismos adjetivos puestos sobre ella a modo de castigo social por parte de una elite conservadora, la llevaría a ser una de las figuras prominentes y de culto del movimiento por la diversidad sexual y de la contracultura de fines de los 80’ y ya mediado de los 90’.

Nuevo reconocimiento

Tras la obra “Hipólito” una obra de tragedia griega –montada a mediado de los 80’- que ocupaba su repertorio musical y más adelante con la inclusión del tema “compromiso” en el disco de Javiera Parra y Los Imposibles (1995), Cecilia sería nuevamente material de estudio, reconocimiento y continuidad de la historia del rock y la música chilena, sobreviviendo no solo al olvido, sino también a la injusticia que la llevó al margen de la difusión masiva.

Fue así como nuevas generaciones reconocieron en ella al personaje iconoclasta, de fuerte personalidad y a la diva que hoy, 60 años después, era reconocida no solo por el público que repletó la explanada de su escenario en la Cumbre del Rock chileno versión 2018, sino de la mayoría –sino todos- los artistas chilenos que se congregaron en dicha jornada.

El homenaje a Cecilia en vida en la Cumbre del Rock chileno

Tras terminar de sonar “Compromiso”, cantada junto a Javiera Parra, Cecilia llama al escenario a Rulo, quien la acompaña en dúo con otra canción. La gente hipnotizada con la sonrisa, buen humor y presencia de «La Incomparable», gritaba en coro “Ídola”.

Una muchacha pegada a la vaya papal que cercaba el escenario desplegaba un lienzo de adoración que rezaba “La Incomparable es para siempre”.

Un periodista, entre los presentes en el show, repara en una conversación que escuchó a pocos centímetros de él la que comenta a otros colegas que estábamos ahí presentes. Una chica emocionada le comentaba a sus amigas que su madre le puso el nombre de Cecilia en homenaje a «La Incomparable». El periodista sentencia: “Así de potente es Cecilia”.

La nueva canción es acompañada por Álvaro López, ex vocalista de Los Bunkers –quien acababa de presentarse con su nueva Banda López en otro de los escenarios- quien, tomado de la mano de Cecilia se sumaba al homenaje. Todas las canciones son coreadas por jóvenes, adultos y hasta niños, la transversalidad generacional de los presentes sorprende a todos los que ahí estaban.

Entre los intervalos Cecilia aprovecha de hablar, de emocionarse y de agradecer constantemente a los presentes y el seguir viva aún arriba de un escenario.

Al homenaje representado en duetos se suma “Don Roro” de la banda Sinergia, quien junto a la Diva comienza a cantar “Puré de papas” poniendo a bailar a todos. Se nota complicidad y devoción por parte del líder de la banda de Metal Pájaro, mientras Cecilia se entrega por completo en el escenario intentando llegar a las notas, a sus 74 años, demostrando el esfuerzo que hace, no siempre llega, pero se le perdona todo.

«La Incomparable» está en el escenario y los presentes son testigos de un homenaje en vida a una de las piezas fundamentales de la música chilena.

Nuevos acordes suenan, ahora es Anita Tijoux quien se suma al escenario y acompaña a la estrella homenajeada con la canción “Aleluya”. Un matrimonio –de unos 45 años- canta y baila hipnotizados con la diva, en sus manos elevan un “Juanito”, comentan que están a la espera de Chancho en Piedra –que ya está por empezar en otro escenario- pero que no se irán de ahí hasta que acabe el show de «La Incomparable».

Por último, Denise Malebrán –vocalista de Saiko- se suma al homenaje y comienzan a sonar los acordes de “Baño en el mar”, un clásico entre clásicos, y el público definitivamente se desata.

Ambas, de la mano, comienzan a entonar la canción la cual es coreada al unísono por la masa que a esa hora ya repletaba el escenario Gato Alquinta. Cecilia en un esfuerzo valorado por la gente, afina toda la canción e intenta regalar su tonalidad y fuerza en las notas hasta el final.

Despedida

“Muchas gracias, hasta siempre, de corazón”, son las palabras finales de «La Incomparable».

Y, frente a los presentes, Cecilia, que gran parte del espectáculo estuvo sentada, se para y se despide con su tradicional besito de taquito. Aplausos, gritos y euforia cierran su show ante un gran marco de público que tiene conciencia de la trascendencia de lo que acaban de ver, uno de los grandes aciertos de la organización este año de la Cumbre del Rock.

La diva de la música chilena homenajeada en vida por un público entregado y por una constelación de artistas chilenos que reconocen en ella no solo a una cantante, sino también a una artista incomparable y un ícono del rock chileno, la tomecina se retira del escenario emocionada y valorada, como siempre debió ser.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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