Este martes comenzamos un nuevo ciclo de #Directoradelmes, y por primera vez la escogida es una mujer, una grande del cine que ha estado tras la pantalla desde muy pequeña, Sofia Coppola.
Sofía se hizo conocida por ser hija del famoso director y productor Francis Ford Coppola, pero su fama y prestigio llegó gracias a su buen sentido estético, que se transformó en su sello personal. Mezclando arriesgadas propuestas temáticas y una elegante puesta en escena, esta directora ha hecho de cada una de sus películas una experiencia única e irrepetible.
Su primera experiencia detrás de la cámara fue con el corto «Lick the star» (1998). Posteriormente, llegaría su reconocimiento a nivel mundial con el largometraje «Las vírgenes suicidas» (1999); filme escogido para comenzar nuestro homenaje a la cineasta.
En «Las Vírgenes suicidas», Coppola nos lleva hasta la década del ‘70 y nos retrata la vida de una familia estadounidense de clase media, que ve interrumpida su tranquilidad cuando su hija menor se suicida a los 12 años.
La muerte de la adolescente provoca un cambio en su familia y su comunidad cercana, por eso a veinte años del hecho aún hay personas que no han logrado superar la situación. ¿Cómo puede convivir la belleza más pura con una macabra historia adolescente? Ésta es la pregunta que persigue a uno de aquellos adolescentes que, ya en su madurez, aún no ha podido olvidar.
